CAPITULO 43

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JiMin

—Buenos días, principe. —Abrí los ojos para encontrar a YoonGi con el rostro suspendido encima de mí. Aquellos ojos me miraban con una adoración que hizo que mi estómago se contrajera ¿O era un sprint de mi bebé en su piscina? No, la piscina era demasiado pequeña como para siquiera notar algún ligero cosquilleo.

Los labios de YoonGi se posaron sobre los míos con dulzura y delicadeza, como si tuviese miedo de romperme. Al principio me pareció tan tierno... pero ya me estaba cansando. Solo fue un mareo por el embarazo, no me convertí en una figurita de cristal de Murano. Ya estaba echando de menos al YoonGi apasionado y arrollador que me lanzaba al éxtasis sin ninguna compasión. Sí, el YoonGi dulce estaba bien, pero necesitaba un poco de variación y algo más de marcha.

No es que fuera un depravado, es que YoonGi me había malacostumbrado. Yo antes vivía sin tener sexo, pero con YoonGi... Ahora tenía que escribir esa palabra con letras mayúsculas. Pero mi dios Eros hoy no estaba en plan «te devoro entero», sino más bien «¿cómo ha dormido el niño de papá?». ¡Agh! Era frustrante; y seguro que la culpa la tenían estas malditas hormonas del embarazo, porque quería que este hombre me devorase cada vez que lo tenía cerca. Tenía que encontrar la manera de conseguir mi ración diaria de carne de marido y tenía que hacerlo ya.

Pasé la mano por su pelo aún mojado, no necesitaba más para saber que se había levantado pronto y se había ido al gimnasio a quemar toda esa energía que yo quería robarle.

—¿Vendrás a casa a comer?

—No, estos días tengo mucho trabajo, así que llegaré tarde.

—Entonces te esperaré para cenar.

—No te preocupes por mí, si tienes sueño échate a dormir antes de que llegue.

—Pero...

—Sé dónde encontrarte.

—Está bien. —Me dio mi beso y me alzó en brazos para depositarme en el suelo.

—Aún tengo tiempo para desayunar con el dormilón de mi esposo. —Sí, lo sé, otra consecuencia del embarazo es que ahora dormía más que un oso en invierno. Así que me tendría que conformar con los pocos momentos en que estaba despierto.

Caminamos de la mano hacia la cocina, donde el aroma a café recién hecho lo impregnaba todo. Daba gusto tener a alguien que cuidara de nosotros. Mi zumo ya estaba sobre la mesa de desayuno, al igual que un par de tostadas calentitas. Tomé el zumo natural con ganas, pero fue oler los huevos revueltos de YoonGi y echar a correr hacia el baño a vomitar. Cuando terminé, él me extendió una toalla húmeda para limpiarme.

—No te acerques, te mancharás el traje.

—Tengo más.

—Llegarás tarde al trabajo.

—Lo bueno de ser el jefe es que nadie va a decirme nada. —Me tomó en brazos y me sacó del baño.

—¿Cocina o sofá?

—Cocina. —Esa era una rutina desde que los vómitos habían empezado. Acababa tan cansado de vomitar que necesitaba recuperarme y tampoco tenía muchas ganas de seguir comiendo. Pero sabía que debía intentarlo, tal vez con unas galletitas. YoonGi me sentó sobre la silla alta, me besó la frente y acarició mi mejilla.

—Sam y Kim estarán aquí en unos minutos.

—Lo sé.

—No te esfuerces demasiado.

—Sam no deja que haga nada.

—Es por el bien de mis nenes. —Su mano se deslizó por el pequeño abultamiento de mi abdomen. De ser una mujer, pensarías que es ese tipo de tripita de buda que muchos tienen, no la de un embarazado. Salvo que yo sí lo estaba.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora