Capítulo 11
* * * P.V.A * * *
Un minuto después de que Genji se vaya del bar salgo yo, aún con los nervios a flor de piel, sin entender nada de lo que acaba de pasar. Al menos me consuelo sabiendo que ninguno ha descubierto nada, aunque puedo suponer que Tamao se rayará al pensar en que yo estaba allí.
Cuando salgo a la calle no veo ni rastro de mi hermano, pero sí de Genji a lo lejos, quien camina guiado por la furia mientras habla por el móvil.
Suspiro al ver pasar mi oportunidad para intentar calmarlo, ya que no sé qué pasa y tengo miedo de que vayan a pelear de veras, y decido localizar a Tamao e intentarlo con él.
Su teléfono da tono pero no responde ni a la segunda, ni a la tercera llamada que le hago en el momento, así que decido ir a buscarlo a todos los lugares en que podría estar. Tengo que enterarme de qué pasa, joder.
Me pongo en camino de inmediato mientras le escribo un mensaje diciéndole que por favor me llame o me conteste al móvil, decidiendo que en primer lugar iré a casa de mi tío.
Tras un par de horas cruzando media ciudad para llegar a casa de mi tío y avisarle de que me llame cuando Tamao aparezca por casa, inventándome una excusa para tal urgencia, vuelvo a coger el tren para dirigirme a Suzuran, pensando en que quizás esté allí, o en las inmediaciones.
Sé que es muy probable que se cabreé más al verme por allí, pero no puedo dejar esto, ¡y qué coño! Si no quiere arriesgarse debería cogerme el teléfono, más si cabe tras haberme visto contemplar tal escena, y sabiendo cómo soy.
Después de casi una hora llego a los alrededores del instituto cuando ya es completamente de noche y comienza a hacer frío. Camino escudriñando cada lugar, intentando encontrar la cara de mi hermano entre la gente que me cruzo, dándome cuenta de que las cosas que he oído sobre Suzuran empiezan a provocar en mí un poco de miedo, mientras me paseo sola por aquí.
Decido aparcar ese temor absurdo, fruto de la leyenda, y acercarme a una pareja de tíos vestidos de negro, claramente pertenecientes al instituto. Uno tiene el pelo alborotado y lleva una camisa blanca, mientras que el otro, con más cara de malo, tiene el cabello más corto.
-Perdonad... ¿Conocéis a Tamao Serizawa? –Pregunto plantándome frente a los dos, haciendo que se queden muy sorprendidos al verme delante, y sobre todo preguntando por ese nombre, como me demuestran sus reacciones.
El que tiene cara de mala leche me pregunta algo borde sin responder, mirándome de una forma que me incomoda.
-¿Tú quién eres?
-Soy una amiga suya. ¿Sabéis dónde está? –Agrego pasando a lo importante, deseando que digan algo bueno.
-No lo hemos visto por aquí desde esta tarde.
-Gracias.
La frustración crece en mí de una manera enorme mientras me alejo de allí, no sabiendo si me han dicho la verdad; si Tamao estará dándose de hostias con alguien, o metido en un bar ahogando sus problemas. Sea como sea no tengo idea de saberlo, y eso me mata.
Cuando estoy cruzando la entrada del instituto, alejándome del gran edifico principal mientras camino por el descampado, veo a lo lejos a Genji junto con el tío rapado que le acompañaba en el bar. Pienso en un primer momento en ignorar que le he visto, pero al comprobar que es inútil e idiota paso de ello.
Compruebo con algo de temor como el rostro de Genji cambia al reconocerme, alejándose de su amigo tras darle una breve indicación. Al llegar a mi lado me agarra de un brazo y me habla casi en un susurro, molesto, mirándome fijamente.
-¿Qué coño haces aquí, Airi? Este no es un lugar para chicas, y menos a estás horas.
He de reconocer que me sorprende su preocupación, o lo que sea, pero ignoro el comentario y miento para responder a su pregunta.
-Te estaba buscando, como te fuiste así, yo...
-Esto no es asunto tuyo. Lárgate a casa.
-¡No! –Alzo la voz al ver que se aleja raudo, frenando en seco ante mi monosílabo. Se gira con cara de pocos amigos, y yo trato de pensar rápido.
-No voy a repetirlo. No quieras que sea desagradable de verdad.
Trago saliva ante su amenaza, pero insisto porque necesito información. Lo que sea, pero algo.
-¿Qué ha pasado? ¿Has peleado con ese chico del bar?
Él inspira hondo y tras un segundo decide girarse y empezar a alejarse de nuevo, ignorándome por completo. Yo hago lo mismo pero para henchirme de valor, y corro detrás de él, interponiéndome en su camino mientras le suplico.
-Por favor, Genji. No hagas ninguna tontería. Si me lo cuenta podría ayudarte...
-¡No quiero que me ayudes, joder! ¡No somos nada! –Grita- ¿¡Qué quieres de mí, por qué haces esto!?
-Quiero estar cerca de ti, me importas. Quiero que seamos amigos. –Rectifico al ver su cara de aprensión, sintiendo que sus gritos me han jodido, a igual que su desprecio. Siento decepción en mi interior al entender que ciertamente no somos nada, y que mis ilusiones no son más que eso.
Después de esos incómodos segundos en silencio mirándonos, y cada cual pensando en su problema, susurro que me marcho y que lo siento, alejándome lo más rápido que puedo luchando por conservar mi dignidad.
Acabo de comprobar en primera persona lo duro que es que el tío que te gusta no sólo te grite, sino que te diga básicamente que le importas una mierda, y no pretende que eso cambie. Que rompan tus ilusiones es jodido, aunque entiendo que parte de la culpa la tengo yo, por tratar de acercarme a alguien que rehúye de mí.
Mientras pienso en lo idiota que soy al darme cuenta de lo que esto me está afectando, me abofeteo psicológicamente para volver a lo importante; encontrar a Tamao y que me explique qué ha ocurrido, aunque ciertamente no sé por donde buscarlo.
Decido volver a llamarlo, esperando sin ninguna esperanza respuesta, aunque esta vez si descuelga.
-Airi, no es el momento. Hablaremos mañana. Estoy bien. –Dice mientras se escuchan voces de fondo.
-Tamao...
El muy capullo no me da tiempo a decir nada cuando ya ha colgado tras su gran boletín informativo, y yo me siento enfadada y triste, con lo que como una niña guardo el móvil bruscamente en el bolso, sintiendo que mis ojos se humedecen. Pues que os jodan a todos, ese es mi último pensamiento del día.
Con poco esfuerzo, gracias al enfado, me abstraigo del mundo que me rodea y me pongo en marca rumbo a mi casa, pensando en el lingotazo que voy a meterme sin remordimientos para dormir y olvidarme de todos. Ayudar a los demás es ser un masoquista, al final acabas recibiendo por todas partes.
Mientras las olas de pena y rabia vienen y van apoderándose de mi débil mente en estos momentos, intento no llorar pensando en ese whisky para no escuchar en mi cabeza los nombres ni de Genji, ni de Tamao.
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I wanna change
Fiksi PenggemarGenji intenta hacerse con el liderazgo de Suzuran en el último año luchando contra Serizawa, y todos los problemas que se van sumando, descubriendo que unir a los cuervos es más difícil de lo esperado, sobre todo, cuando tendrá que lidiar con sus se...