Capítulo 41

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Capítulo 41

* * * P.V.A * * *

Otra vez lunes. Un lunes nublado y lluvioso con amenaza de tifón. Todo viento en popa, para variar.

Son casi las 8 de la tarde y en nada podré largarme a casa al terminar la jornada laboral en este supermercado que cada día odio más. Al menos mi supervisor hoy no ha venido a dar la brasa, con lo que me consuelo un poco.

Tengo la cabeza fatal, totalmente abstraída y llena de mierda después de todo lo que ocurrió la semana pasada.

Aún sigo muy intrigada por lo que querría decirme Genji, y el corazón se me sigue acelerando cuando recuerdo la escena, o vuelvo a pensar en pisar el bar, al cual no he vuelto desde el día maldito. Soy una cobarde, pero prefiero no acercarme porque no confío en no ser tan gilipollas de no mirarle con compasión, o no pensar en besarlo. Estoy loca. Siento que lo odio, y siento que lo amo con tanta potencia a la vez que me hierve la sangre, que grito y lloro por no controlar nada de esto y sentirme tan perdida.

No sé cómo ignorar este descontrol de sentimiento, así que he preferido apartarme de todo lo que me recuerde a él, aunque sirva de poco.

Otro tema que me tiene desconcertada es la pelea que hubo entre mi hermano y él. Vi a Tamao el sábado, estaba fatal. Genji había ganado.

Tamao me dijo que en realidad poco iba a cambiar, porque seguía teniendo a su gente y Genji no poseía el respeto de muchos; pero sé que está jodido por la derrota y preocupado de que pueda cambiar su puesto en el colegio. Tengo miedo de que su enfado, junto con lo que me hizo, le lleve a perder el control y a pelear contra él en serio.

Tamao siempre ha perdido los estribos cuando la situación lo ha saturado por varios flancos.

Me llevo las manos a la frente tras colocar la última botella que tengo en la mano en el estante de las lejías, tratando de cerrar los ojos un momento y disipar todas mis quimeras mentales. Debo dejar todo aquello o me volveré loca.

Después de una profunda inspiración, salgo del pasillo para continuar con mi trabajo en otro lugar, cuando a lo lejos reconozco al chico de la perilla y bigote que me salvó el culo ante el supervisor el otro día.

Tras pensar que esta es mi oportunidad de agradecerle bien lo que hizo por mí, me acerco veloz hasta él, y con un susurro empiezo a hablar con algo de vergüenza, aunque el tipo se gira con serenidad y me contempla muy tranquilo, mirándome fijamente a los ojos, algo que me pone más incómoda.

-El otro día no tuve tiempo de agradecerte como es debido que salvaras mi trabajo. Por favor, deja que te pague la compra como muestra de gratitud, o lo que sea. –Digo mientras él sigue con su misma pose de templanza, mirándome.

-Podrías invitarme a una copa cuando salgas de trabajar.

Me cuesta reaccionar un momento ante su oferta, pero rápido asiento y le digo que me encantaría, tratando de no parecer asustada, ni sin ganas de aquello.

-Salgo dentro de una hora. Puedo ir hasta donde quieras para encontrarnos.

Él sonríe levemente y toma la palabra de nuevo.

-Te esperaré dentro de una hora a las puertas de aquí. Conozco un lugar donde poder tomar algo. Hasta luego.

El joven agarra la cesta donde porta su compra basada en varias verduras y ramen instantáneo, y se aleja con calma.

La idea de quedar con un completo desconocido de este modo me parece muy incómoda, y hace que me asalten muchas dudas sobre el futuro encuentro, pero yo sola me he metido en el berenjenal, que además era necesario, así que me obligo a dejar de pensar y simplemente me dejo llevar por lo que sea que suceda, poniéndome de nuevo a trabajar.

I wanna changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora