Capítulo 8

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Paul

Despierto con las mismas ganas de morir que ayer. Volteo a ver el despertador y son las seis en punto.

«Soy un miserable inválido».

Escucho como abren la puerta y eso solo es un recordatorio de lo desdichada que es mi vida.

—Señor Beckham, despierte son las seis espero tenga un muy buen día —saluda la enfermera a mi cuido.

Es fea, pero con boca experta.

—Deja de decir estupideces, se útil y llévame al baño —suelto fríamente, tratándola como a todas.

Va en busca de la silla. La acerca me toma por debajo de los brazos y me sienta. Me lleva al baño, baja el pantalón de mi pijama, sentándome en el inodoro.

Sale del baño dejándome solo, termino y la llamo.

—La ducha —ordeno.

Ayuda a desvestirme, y entro a la ducha sentándome en la silla. Me pasa la esponja limpiando mi cuerpo, intentando provocarme, una sola vez y ya no repito, esa es mi regla.

Al terminar me seco el pelo con una toalla, mientras la enfermera va por ropa. Me viste y va por mi desayuno. Volteo a ver la hora y ya son las seis y media, mi desayuno a tiempo.

—Su desayuno señor Paul, espero sea de su agrado. —Habla con tanta amabilidad que me desagrada. Se que me trata asi por lástima.

Lo deja en la mesa, se inclina y le veo el culo y está tan plana como la mesa. Tenía más culo la enfermera de hace tres días. Para que la despedí.

—Lárgate. —Ordeno tajante.

—Provecho. —Se despide.

Empiezo a comer mi desayuno; jugó, huevos, pan y fruta. Al parecer no saben preparar otra cosa. Voy por la mitad de mi comida cuando llega mi madre.

—Cariñito ¿Cómo te sientes? —Pregunta como todas las mañanas.

—Siento todo menos mis piernas —digo mientras bebo jugo.

—Deja de hacer eso, no me gusta que te menosprecies. —Me regaña.

—¿Entonces que hago? —exclamo enojado—. Ah, ya sé porque no vamos a caminar al jardín, que te parece la idea Grace.

—Soy tu madre.

—Ya lo sé.

—Se que esta situación es difícil para ti, pero no puedes tratar así a tu familia queremos apoyarte y tú no lo permites.

—No quiero de su lástima, no voy a ser su obra de caridad, si quieren ayudar vayan con la gente necesitada.

—No es lástima, lo hacemos por que te queremos.

Dejo caer el tenedor con el que comía mi fruta. Hastiado del mismo discurso.

—No es suficiente, con su cariño no podré caminar otra vez. Mejor vete Grace y dile a la inútil de la enfermera que recoja los platos ya me quitaste el apetito.

Le duelen mis palabras lo noto cuando agacha la cabeza saliendo de la habitación. Me acerco a la ventana que da al jardín. Escucho como la enfermera entra por los platos.

Me da pena tratar así a mi madre, pero es la única manera de que se aleje de mí, se canse y me deje en mi mierda, como lo hizo mis hermanos y padre. Lo trate tan mal que ya ni sé esfuerzan por "apoyarme". Nunca nadie entenderá lo que es tenerlo todo y perderlo en un segundo.

La enfermera vuelve a entrar.

—Señor desea algo —pregunta.

—Morirme —contesto—, y tú no puedes hacerlo, así que desaparece de mi vista.

¿Amar Vale La Pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora