Capítulo 32

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Emma

Clara llamo pidiendo que nos viéramos en un restaurante. Estoy entrando, y el restaurante se ve muy fufurufo. Para gente pipirisnais.

«Ya nadie dice eso, actualízate».

Que te metes.

Se acerca un chico hacia mí.

—¿Esta perdida señorita? —Me mira las tetas.

—Vengo a una cita al restaurante —señalo ignorando donde enfoca su atención.

Me mira de arriba a abajo juzgando mi aparencia.

—¿Esta segura que es aquí?—asiento.

Se acerca un chico por detrás, lo llama y se aleja un poco de dónde estoy.

—Dejala pasar es invitada especial de la señora... —susurra y no logro escuchar el nombre.

El chico voltea asustado.

—Pase señorita el compañero la acercara a su mesa —sigo al chico.

Me lleva a un lugar alejado de la gente. Siento como la gente me menosprecia con la mirada que me dan por mi ropa.

—¿A donde vamos? —pregunto incómoda.

—A la zona exclusiva —responde.

—Por aquí señorita —el lugar es hermoso.

Veo a Clara y me acerco a ella.

—¿Por qué aquí? —pregunto dejando mi bolso a un lado.

—Porque hice un favor y obtuve un beneficio —bebe de su copa de champán.

—¿Cómo vamos a pagar esto? —estoy preocupada, este restaurante es caro.

—No te preocupes, tú pide lo que quieras —dice sin una pizca de preocupación.

—¿Me vas a invitar? —tomo la carta.

—Una persona me pidió un favor y yo saqué provecho, como buena estratega que soy —presume airosa.

—Si no pagas tú, entonces voy a dejar pobre al que pague —total es mejor pedir perdón que permiso.

Leo la carta y los precios son exorbitantes para alguien como yo. Pero Clara pide como si fuera millonaria.

—¿Usted que desea señorita? —pregunta el mesero.

Vuelvo a la carta, no está mal si me doy un gustito. Me lo merezco.

—Caviar —empieza a apuntar— carne de wagyu, bacalao a la gallega y tournedo rossine.

Lo pido y no sé ni pronunciarlo.

El mesero nos ve impresionados, de seguro piensa que somos millonarias o algo por el estilo. Ya que el precio del primer platillo rebasó los dos mil dólares.

—Mientras esperan los platillos, una pequeña entrada espero sea de su agrado —deja unos cosos blancos.

—¿Que es eso? —pregunto a Clara cuando el mesero se va.

—Quien sabe, pero si se come, bienvenido sea —son dos para cada una y no sabe tan mal como se ve.

Hay una mesa más a un lado de nosotras con una pareja que me juega. Pantalón y top, es a lo que su vista tiene que acostumbrarse. Clara no, ella viene elegante con un vestido digno del lugar.

—Me hubieras avisado, parezco vagabunda —me quejo.

—A ti que, la dueña es más rica que todos juntos y es tu futura sue... —se corta.

¿Amar Vale La Pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora