Capítulo 37

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Paul

Limpio el huevo de mi cara, el tiro me salió por la culata.
Quería vengarme y otra vez fui yo quien recibió el huevo.

Harry me las pagará tarde o temprano.

—Hola... —llega Emma.

No contesto sigo limpiando mi rostro.

—Pero que guapo te ves, me dan ganas de comerte a besos —se recuesta en el marco de la puerta.

Sigo con lo mío. Estoy enojado con ella.

—Paul, Paul... —da un paso.

Me seco con la toalla, dándole la espalda. Se olvidó de mi cumpleaños y según ella me quiere.

—Po. —Intenta embaucarme.

Se posa frente al lavadero, se apoya en sus codos haciéndome ojitos. Pero paso de largo.

—Papucho, no me ignores —me resisto a sus encantos, no soy débil.

Lo dudo si de Emma se trata.
Estacionó la silla frente a la ventana. No es que me moleste, me hace sentir mal, soy su novio. Tiene que acordarse, darme aunque sea un abrazo, no pido nada más.

—Papucho... —me da las mejores de sus sonrisas cuando se para enfrente de mí.

Su sonrisa es lo mejor que han visto mis ojos.

«Tengo que ser fuerte».

—Mi amor... —bufo molesto conmigo mismo al ser tan débil.

«Mi amor», si supiera lo que causa en mi al llamarme de esa manera.

—¿Qué hice yo para merecerte? —la siento sobre mis piernas.

Me encanta sentir su calor.

—Ser el mejor hombre que he conocido —su nariz juega con la mía.

Y ese acto, lo defino como perfecto.

—Lo dudo —sus labios carnosos son perfectos para morder, lo hago a cada nada.

—Quizás, no el mejor del mundo, pero si el mejor para mi —susurra contra mis labios.

—Eso es lo único que me importa —recuesto mi cabeza sobre su pecho.

Transmite tanta paz, que causa que olvide todo lo malo que hay.

—Ya es tarde —comenta de repente.

Y lo recuerdo, estaba enojado.

—¿Qué tienes? —Pasa su dedo por el entrecejo fruncido.

—Nada —suelto mi agarre de su cintura.

—Yo sé que sí, dímelo —exige.

—Nada.

—Entonces, vámonos —se pone de pie.

—¿A dónde? —empuja mi silla.

—Si estás enojado, te vas a enojar más —habla muy segura.

Emma, me da miedo es muy ocurrente. Pero no se le ocurrió que hoy era mi cumpleaños.

Treinta años, ¡Es mi cumpleaños! del primero con ella.

—No quiero ir a ningún lado —me opongo—. Estoy enojado.

—Amor, no te enojes —me besa la mejilla— que sabes que te quiero.

Se te olvidó mi cumpleaños, quisiera decirle, pero no es esencial odio mi cumpleaños.

—No me odies —cruzamos la sala.

No contesto, me lleva al comedor y...

¿Dónde demonios queda mi dignidad?

¿Amar Vale La Pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora