Emma
Doce y media del veintiuno de diciembre del año dos mil veintiséis, Paul, abandono a Emma.
Clara y Jade comparten miradas en todo el camino.
Llegamos al departamento, y mis piernas se mueven solas a mi habitación.
Estoy vuelta nada.
Me hago un ovillo sobre el colchón de mi cama. Abrazo mi almohada, mojándose de mi llanto. El sol está saliendo y yo no paro de llorar, este vacío está acabando conmigo.
No pude dormir en toda la noche. Vuelvo a sentir ese vacío al que me he acostumbrado a lo largo de mi vida.
Vacío que odio sentir, vacío que Paul llenaba.
«Nuestro amor no es suficiente para ser feliz».
Sus palabras se repiten en mi mente una y otra vez, torturándome.
Clara, entra con panqueques en la mano.
—Son tus favoritos —estan llenos de chocolate y crema.
Niego en silencio ni siquiera me tienta.
—¿Por qué fueron? —pregunto.
—Nada —juega con el tenedor de los panqueques.
—Dilo.
—Resuelve tus problemas primero.
—Dilo —exijo cansada.
—Amelie... No es el momento.
—Clara —advierto.
—Amelie llamo, tu madre tuvo problemas —me alerto— sufrió un infarto hoy en la mañana, ahora debe estar hospitalizada.
Me levanto rápido de la cama, sus problemas cardíacos siempre lo he cuidado.
Empiezo a alistarme para salir.
—Esta bien, está estable —dice Clara— sé que es preocupante, resuelve primero tus problemas.
No voy a dejar sola a mi hermana. Me cambio de ropa para ir al aeropuerto. Preparo mi maleta con poca ropa, solo llevo lo necesario.
—Emma, no vas a ir, Amelie te mantendrá informada.
La esquivo corriendo a la puerta, Jade está en el sofá con la cabeza recostada en un brazo.
—Si sales de esa maldita puerta no te invito a mi boda—amenaza Jade.
—Es mi familia...
—Perdóname, pero tu familia es una mierda —dice.
—No voy a dejarlas.
—Preocupate por ti, no estas bien —espeta Clara.
—Regreso cuando todo mejore.
—No vas a ningún puto lado—Clara se para frente a la puerta— ya me canse de verte hecha mierda por culpa de gente estúpida.
—Tengo...
—Tienes que preocuparte por ti, tu familia estará bien. Los médicos están al pendiente de tu madre. No vas a salir.
—Déjame salir —empiezo a llorar.
—No.
—Clara, por favor —pido.
—No.
—Necesito saber cómo están—digo— quiero irme, no quiero estar aquí.
Esto ya no lo aguanto, todo se me vino abajo en un segundo. Odio este lugar, no debí salir de mi casa.
—Si te vas a mi no me vuelves a ver —dice seria—no voy a arriesgarme a perderte por culpa de ellas otra vez. Son ellas o somos nosotras.
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¿Amar Vale La Pena?
RomantiekLa vida de Paul, cambio drásticamente después de su lamentable accidente, que para su infortunio lo dejo en una silla de ruedas. No le ve más ningún sentido a la vida. Emma, que a pesar de sus conflictos y problemas personales no da marcha atrás. Ll...