Emma
Cuatro treinta y ocho del siete de octubre del año dos mil veintiséis. Paul y Emma, se dieron su primer beso.
Siete cuarenta y seis de la noche del mismo día, confesaron gustarse.
Y no puede haber un día más bonito que ese. Estar con Paul, me hace sentir como protagonista de una historia romántica.
—Bonita —me llama, dejo mi libro a un lado, sé lo que quiere— Dime, Po.
—¿Quieres salir al jardin? —esto si es noticia.
—No te creo —entrecierro los ojos desconfiada.
—Si vas a darme todo los besos que quiera, salgo todo el dia —sonrie desde su silla.
—Esta bien, traigo una sudadera —voy al closet y saco una negra.
—No tengo frío —dice.
—Pero fuera sí, puedes enfermar —la extiendo y no la toma.
—Póntelo —demando.
—Ya te dije que no —sigue con lo mismo cruzándose de brazos, ya se enojo.
—Levanta los brazos —intento ponérsela.
—No soy un niño —reniega.
—Solo déjame ponértela —insisto.
—Bonita, no.
—Papucho, porfavor —lo beso.
—Eso es manipulación —sonrio victoriosa—, y no es justo.
—Entonces ya no voy a besarte —levanta sus brazos.
—Manipulame —bajo la sudadera hasta su cadera.
Le queda el gorro puesto y me acerco dándole un beso y lo bajo.
Salimos de la habitación y voy por la barra de chocolate. Vamos, pero ya no lo empujo él solo lo hace.
—Tortolitos —llega Noah—. Hermanito ¿Cómo estás?
Besa su frente y Paul se limpia con asco.
—Emma —sonrie coqueto, besa mi mejilla y Paul le pega en las costillas.
—Déjala —demanda.
—Tengo claro que es mi cuñada —dice este—. Que es tu novia y no la mía. No me fijaría jamás en Emma.
—Estas advertido —Paul lo señala con el dedo.
—Mejor vámonos —me causan gracia sus celos.
Quedamos en la misma posición, conmigo sentada en el suelo recostada en sus piernas.
Entrego la barra de chocolate. La comemos en el silencio ya acostumbrado.Suspiró y pregunto:
—Oye, Po —deja de hacer a lo que mi madre llama piojillo. Acariciar mi cabeza.
—Te escucho —responde.
—Estoy aburrida —comento—¿Puedo hacerte una pregunta estupida?
—Haz las que quieras —ofrece.
—Pero no te rías, Clara le hace estás preguntas a Jade, quiero hacerlo contigo.
—No me río, solo dilo —enrolla mi pelo en sus dedos.
—¿Si despertará en el cuerpo de una cucaracha, todavía te gustará?
—¿Qué...? —la risotada del siglo.
Me levanto viéndolo con los brazos cruzados, inventando un enojo que ni yo me creo.
—Dijiste que no te reirías —le recuerdo.
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¿Amar Vale La Pena?
RomanceLa vida de Paul, cambio drásticamente después de su lamentable accidente, que para su infortunio lo dejo en una silla de ruedas. No le ve más ningún sentido a la vida. Emma, que a pesar de sus conflictos y problemas personales no da marcha atrás. Ll...