Capítulo 53

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Emma

(Edad 5 años)

Salgo corriendo de la escuela emocionada, mi papi prometió llevarme a comer un helado al parque.

Corro a sus brazos, al encontrarlo recostado en su auto. Me sonrie a la distancia, abriendo sus brazos para mí.

—¡Papi! —me estrecha contra él.

—¿Cómo está mi princesita? —me llena de besos causándome cosquillas.

—La maestra me dio una estrellita, mira —muestro la estrella pegada en mi frente— por ser la mejor de la clase.

—Mi princesita es superior —abre la puerta del coche— Te felicito.

—¿Me llevarás a comer el helado?

—Mm... No creo, tengo trabajo...

—Me lo prometiste, papi...

—Solo si me das un beso —acerca su mejilla.

Lo lleno de besos, mi papi es el hombre más bueno del mundo.
Es mi superhéroe favorito, es el mejor.

—¿De que quieres tú helado? —pregunta.

—¡Chocolate! —doy brinquitos de emoción.

—Un helado de chocolate y uno de vainilla —le dice a la chica frente a nosotros.

Me toma de la mano, para ir a los juegos del parque.

—Acaba tu helado y podrás ir a jugar —me dice.

—Sabes lo que hice hoy —me gusta contarle mi día.

—¿El qué? —limpia mi nariz manchada de helado. Prestando atención a lo que digo.

—Celebraron el cumpleaños de unos de mis compañeros, llevaron una piñata enorme —me paro sobre la banca—; asi de grande —levanto mi mano en el aire— era de Bob esponja.

—Princesa cuidado —hace que me siente.

—Todos mis compañeros pasaron y nadie pudo romperla —le doy mi helado— pero yo le di tan duro, que de un solo golpe la rompí —le muestro como lo hice.

—Asi lo hiciste —se ríe.

—Sí, y cayeron todos los dulces, me tiré al suelo y yo, tome la mayoría. Se enojaron pero no me importa, ¡Te traje dulces papá!

Abro mi mochila de mi princesa preferida, mi papi me la compro y enseño todos los dulces.

—Emma, te los trajiste todos —saca uno.

—Son para ti y mamá —extiendo mi sonrisa.

—Nos va a dar diabetes con tantos dulces.

—Ya comí muchos, voy a comer todo el día.

—No señora, los guardo yo —me los quita— Te pones electrica y no me dejarás dormir.

—Si te dejo —intento convencerlo.

—No, siempre soy yo el que tiene que cansarte hasta que duermes.

—Porque mamá, no juega conmigo —a mamá le molesta que esté revoloteando por la casa. Siempre me regaña, papá me defiende y resultan peleando.

No me gusta que peleen por mi culpa.

—No te pongas triste, mi princesita tiene que ser feliz —me entrega el helado— Siempre tiene que haber una sonrisa en ese lindo rostro, mi princesita es fuerte, ella siempre puede.

—Siempre puedo —le sigo contando mi día hasta acabar el helado.

Regresamos a la casa, mamá está esperando en la sala.

¿Amar Vale La Pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora