Capítulo 21

18 0 0
                                    

Emma

Suspiró como tonta enamorada, volteo a mi lado y el papucho tiene cara de asco.

Pero hago caso omiso a su aburrimiento. Y fijo mi atención en el amor de mi vida.

Si sus sentimientos son los mismos que en abril, dígalo de una vez, un palabra suya me silenciara para siempre —murmuro el diálogo—. Si sus sentimientos hubiesen cambiado tendría que decirle que me ha hechizado en cuerpo y alma y la amo, la amo, la amo, no quiero estar sin usted otro día.

Esto es increíble, estoy viendo orgullo y prejuicio en una pantalla que es más grande que yo.

—Si ya la viste, porque la estamos viendo ahora —se queja Paul.

Lo obligue, el quería ver la de Spiderman de Tom Holland. Pero no me gustan la películas de los Avengers. Y al parecer el es fanático.

—Porque es una película increíble —contesto—. Además no iba a perder mi oportunidad de verla en un pantalla como la tuya.

—Si hubiera sabido que era tan aburrida, no me habría dejado convencer —reprocha.

—Pero estuvo bien, ¿O no? —muevo mis cejas con coquetería.

—Mas o menos, pero no le quita lo aburrido —va por un vaso de agua.

—Y eso que no ha visto la serie —informo—, es la más parecida al libro.

—No la voy a ver —se niega—. Si la película me aburrió, no imagino con la serie.

No lo voy a convencer de lo contrario. Con ver la película me basta, por ahora.

—¿Empezamos los ejercicios? —Pregunto y asiente.

Tarareo Redemption Song de Bob Marley. Doblo una de sus piernas y elevó la otra. Dejo las dos estiradas sobre la cama y llevo una a su pecho, haciendo lo mismo con la otra.

—Intenta mover uno de tus dedos —pido y lo hace.

Lo hace con el dedo meñique pero su movilidad es mínima. No logra moverlo por completo.

—¿Antes de que yo llegará hacías los ejercicios continuamente?

—No —responde—, las enfermeras no lo hacían bien.

—¿O tú no querías?

—Fue su culpa no mía —se excusa.

Si hubiera empezado sus rehabilitación desde un principio. Podría ser otra historia, los ejercicios en casa es pura rutina no ayudan de mucho.

—Entre a rehabilitación —comento.

—No.

—Si lo hace talvez pueda volver a caminar —explico—. Los ejercicios no le ayudarán en mucho. Además tiene una poca movilidad en el dedo eso es buena señal.

—No empieces Emma —respira—, no quiero discutir.

—Esta bien —asiento—, pero si cambia de opinión puede decírmelo y lo hablaré con su padre.

—Sigue esperando.

Mi madre siempre dice que soy muy necia que mi actitud puede llegar a molestar. Pero si conociera a Paul, cambiará de opinión.

—¿Hacia algún deporte? —Pregunto al acabar el almuerzo.

—Me gustaba el Polo —explica—, lo jugaba muy seguido, me gusta montar a caballo.

—¿Tiene caballos?

—Soy dueño de una hacienda en Texas, según recuerdo tengo 15 caballos, creo que son pura sangre y shire.

¿Amar Vale La Pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora