Capítulo 52

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Paul

Espero paciente a Emma, salió corriendo sin dar explicaciones. Llamé a mi padre, dice que ya vienen él la trae en su coche.

Le grité a Noah que la buscará, viene aquí solo a hacer estorbo. Que sirva de algo.

Abren la puerta y me relajo al ver la imagen de Emma, entrar.

—Por fin, bonita.

Se acerca a la cama, sus ojos están hinchados, su brillo es opaco.

—¿Que te paso? ¿Que te hicieron?

Si fue otra vez su familia, se volverá personal.

Niega, su barbilla tiembla presa del llanto.

—¿Que te hicieron...?

—Por favor abrázame —libera el llanto reprimido.

Se viene contra mi pecho, necesitada de consuelo. Abraza mi torso con fuerza, mojando mi playera. Tiembla en mis brazos, su respiración se vuelve  agitada.

—Estoy aquí, bonita —intento consolarla.

Me está hartando verla en este estado. Mi pecho se contrae sintiendo su dolor. Esta inconsolable, no para de llorar.

Me siento inútil, por no hacer nada. Quisiera largarme de aquí para poder estar solos.

«Soy un maldito inválido».

No suelto mi agarre alrededor de Emma, me duele verla así. Duerme hasta quedarse seca.

La culpa no me deja dormir, no puedo hacer nada por ella en esa maldita silla.

No se que le hicieron, pero ya odio al causante de su tristeza.

Me quedo toda la noche abrazándola, cuidando de su sueño. Quiero saber qué fue lo que pasó, la vi salir feliz de aquí.

Se remueve sobre mi regazo, despertando. Es temprano, apenas van a ser las siete.

—Malos días, bonita —musito.

Vuelve a cerrar sus ojos, acomodándose en el centro de mi pecho.

Dejo mi mano en su cabeza, arrullandola, con mi otra mano hago remolinos en la parte baja de su espalda.

Hay algo en la vida de Emma, que me inquieta. Siempre que estamos juntos y se queda viendo a un punto fijo. Sus ojos pierden el brillo que toman cuando está activa, se desconecta del mundo, tanto que no nota que la observó a detalle. Sus ojos se tornan perdidos, dejando un vacío que me desconcierta y aflige.

Su comportamiento frente a las situaciones que conllevan gritos, se altera y toma una conducta nerviosa o ansiosa diría.

Cuando estoy con ella trato de no hacerlo. Si le levantan la mano cierra los ojos con temor.

No quiero imaginarme nada, se vienen a mi cabeza miles de situaciones que pudieron causar sus miedos. No puedo imaginar que alguien pudo haberle hecho daño. A alguien como Emma, que llena de luz a donde sea que vaya.

Pero el mundo es una mierda y ella muy buena.

Odió la idea misma, desprecio las posibles situaciones.

—Paul... —llama adormilada.

—Aqui estoy contigo, bonita.

Levanto su cabeza, para que quede frente a mi. Necesito saber lo que le pasa para poder ayudarla.

—Cuentame lo que te paso, quiero escucharte —pido.

—No me quiere, Paul —frunce sus labios— Ellos no me quieren...

¿Amar Vale La Pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora