La paz de la capital celestial fue interrumpida una mañana como cualquier otra. Un temblor junto con un rayo ganaron el centro de atención, avisando la ascensión de un nuevo oficial celestial. La campana sonó intensamente hasta caer de su posición, varios palacios se derrumbaron. Y la mayoría de los dioses presentes simplemente pensaron que aquel nuevo ascendido debía ser lo suficientemente prodigio como para ser perdonado por todo ello.
Habladurías comenzaron recordando una ascensión igual de intensa hace ochocientos años, cuando el príncipe heredero de XianLe lo había hecho.
Aunque bueno, querían dejar de recordar al hazmereír de los tres reinos.Su deseo no fue cumplido, pues era aquel mismo Dios de la desgracia el que ascendió una vez más. Pero había algo... diferente en él.
Sus túnicas blancas de cultivador seguían presentes, pero poseían una especie de elegancia. Con un hilo dorado que formaba flores y mariposas en las mangas y cada borde de las túnicas. Su cabello hermosamente cuidado, largo, castaño, se encontraba peinado con medio moño, además de poseer una coronilla plateada con una mariposa grabada. El cuerpo del joven se veía cubierto de vendas, desde el cuello hasta los brazos, algo sin duda inquietante, o al menos para dos oficiales que observaban a la distancia.
El joven sonrió con amabilidad al enterarse de la situación, el hecho de haber ascendido nuevamente era una sorpresa, pero no dejaría de mostrar un cariño y calma en sus ojos dorados.
Observó el lugar, detenidamente. No dijo nada y no prestó atención a nadie.Entonces Ling Wen, la oficial celestial de la literatura más competente del cielo se le acercó. Con sus túnicas negras cuál carbón, al igual que sus ojos y cabello. Sosteniendo pergaminos, con cierta duda le habló al príncipe heredero.
-Su alteza, bienvenido de vuelta.
-Muchas gracias Ling Wen -dijo Xie Lian todavía observando a su alrededor -Y... ¿Cuánto es?
Ella lo miró con sorpresa. ¿Cuánto era qué?
Xie Lian resopló divertido.
-Hablo de mi deuda. He notado como alzan nuevos palacios y observé como llevaban una campana partida a la mitad. Si mi suposición es correcta, el temblor que causó mi ascensión derribó unos cuantos palacios y tiró la campana. Sin embargo, se encuentra a la mitad, quiere decir que fue cortada limpiamente con una espada, entonces supongo que debió caer justo encima de algún oficial marcial, ¿No es así?
Ling Wen lo procesó. No tenía idea de que era fácil asumir todo aquello, con una precisión totalmente acertada, basándose en simples especulaciones. Lo que ella no sabía es que, cuando de vez en cuando Xie Lian cerraba sus ojos aparentando una felicidad o calma, lo que hacía era observar toda el área, gracias a una mariposa plateada que tenía solamente para él.
-Está en lo correcto, Su alteza -dijo recomponiendo la postura -. Ahora mismo usted posee una deuda de ocho millones ochocientos mil ochocientos méritos.
-Conozco que usted no es capaz de pagar ni la mitad de dicha deuda, por lo que he encontrado una solución factible.
-Muchas gracias por su esfuerzo Ling Wen -Xie Lian se inclinó en agradecimiento.
Ella estaba a punto de dirigirse al palacio hasta que una voz realmente familiar se aproximó a ellos.
-Su alteza real el príncipe heredero, un honor conocerlo -exclamó el Señor del viento, arrimándose al hombro de Xie Lian -. Soy el Señor del viento, Shi Qingxuan, espero podamos llevarnos bien. Ahora que lo pienso, que tal si mejor me acompaña a mi palacio para que consigamos conocernos más.
-No te importa que me lo robe unos minutos, ¿Verdad Ling Wen? -se dirigió a ella.
Ling Wen se quedó estática. No sabía que el Señor del viento había regresado antes, y mucho menos de que estuviera interesado en el hazmereír de los tres reinos. Cortésmente se despidió de ambos, informando de que se encontraría en su palacio si la necesitaban. Llevó sus dedos hacia su sien, pronunciando la contraseña del canal de comunicación espiritual de Shi Wudu. Hasta que algo en Xie Lian le llamó la atención.
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𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼
Fiksi PenggemarHace ochocientos años en el ya olvidado reino de XianLe, dos niños se conocieron y se enamoraron, pero su amor era una especie de tabú. Mientras que uno era el príncipe heredero del reino, otro era un niño que vivía en la miseria y había nacido mald...