𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼

9: Un recuerdo de juventud

-Yo...en serio lo lamento. Lian Baba -dijo Ban Yue arrodillándose frente a Xie Lian.

Él se inclinó para estar a la altura de ella, hace mucho que ella no decía su nombre junto con el Baba, pues así es cómo ella lo comenzó a llamar después de que lograron convencerla de que dejara el "General Hua".

Miró a su esposo, quién se encontraba jugando con la muñeca daruma de Pei Xiu, lanzándolo y atrapándolo una y otra vez. Xie Lian suspiró.

-A-Yue, no estoy molesto. No te lo había contado antes -sobre todo porqué ella no ha preguntado -, pero hace años yo hice lo mismo con tu A-Die.

Ban Yue alzó el rostro, revelando las lágrimas que ya habían caído y las que se estaban formando. Es cierto, sus padres nunca le contaron cómo es que ambos se habían conocido, o incluso cómo había sido la manera en la que han manejado su relación, siendo ambos de dos distintos reinos. Hubo muchas veces en las que la joven fantasma quiso preguntarle a Xie Lian acerca de eso, y esas veces aumentaban con forme su relación con Pei Xiu avanzaba.

-Verás... Hace ochocientos años, en un reino ya extinto llamado XianLe, existieron dos pequeños niños que se conocieron por enorme casualidad. Uno era un niño que vivía en la miseria, y el otro era el príncipe herdero de aquella nación. Bajo conocimiento infantil y una enorme ignorancia de el mundo fuera de sus juegos, ambos niños se enamoraron y cómo parte de su inocencia, recrearon una boda entre ellos....

-San Lang -dijo Xie Lian, intentando detener los mimos de su "esposo" -, me haces cosquillas.

-Entonces continúo -dijo San Lang acariciando el cuerpo del príncipe mientras daba tiernos besos por su rostro.

Ambos jóvenes se encontraban en un lado oculto del bosque que rodeaba al pabellón del sacerdote principal del reino. El príncipe con sus hermosas túnicas blancas con bordes dorados, rojos y celestes, además de una hermosa coronilla dorada sobre su cabello recogido en coleta y cubierto de flores que su "esposo" le había llevado. Por otro lado, el joven maldito llevaba una túnica tosca y roja cubierta de muchos parches de otros colores, puesto que, a pesar de que Xie Lian siempre lograba hacer que le hicieran más ropas, estás no eran tan elegantes y bien hechas como las suyas, eran apenas un par y aparentemente el joven pelinegro comenzó su estirón antes de lo esperado.
Xie Lian llevaba cultivándose cinco años, pero igual hacía tiempo para su amante, a quién, incluso después de tantos años de haber realizado la boda en juego, lo llamaba por el nombre de "esposo". De vez en cuando, después de haberse esforzado más de lo normal, Xie Lian conseguía el permiso de su maestro para poder salir del pabellón. Obviamente era con la intención de ver a su amante, quién ahora estaba vetado de por vida del pabellón. ¿Qué ocurrió para que San Lang ni siquiera podía ingresar al pabellón donde su "esposo" cultivaba? Pues que llamó a su A-Lian como esposo enfrente del Guoshi, además de haberle dado un beso en los labios (qué por si acaso, fue el primero de ambos).

El Guoshi prometió mantener la relación entre ambos escondida, siempre y cuando Xie Lian no decayera en su desempeño como estudiante. Xie Lian, decidido, no dejó de esforzarse al máximo, llegando a alcanzar el nivel de cultivo que se esperaba que obtendría a los diecisiete años.

Es, sin lugar a dudas, algo satisfactorio, creí al inicio que aquello generaría desconcentración en sus estudios por parte del príncipe heredero, pero ha sido totalmente lo opuesto. Había dicho una vez el Guoshi mientras charlaba con el rey y la reina, obviamente ambos preguntaron a qué se refería. Xie Lian en ese momento comenzó a sudar, aunque no cambió su expresión calmada y solemne. Al final, Mei NiangQing simplemente dijo que se refería a la falta de amistades verdaderas por parte de Xie Lian, puesto que al ser el príncipe muchos se le acercaban con una triple intención.
¿La palabra no debería ser doble? En el caso del príncipe heredero de XianLe no, dado que la mayoría de los discípulos también estaban al tanto de la relación secreta (y también la ocultaban del rey), conocían las preferencias del príncipe. Se acercaban con la esperanza de poder apaciguar el dolor de su príncipe cuando su amante lo dejase (o muriese, todos conocían también acerca de la maldición de San Lang), para finalmente cualquiera de ellos pasar a ser el nuevo amante, y por ley, el futuro rey.