3: Misión del novio fantasma, ¿Su alteza sigue casado?

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Una casa de té en un pequeño pueblo a las faldas del monte Yunjun. Un hombre joven con túnicas taoístas blancas y sombrero de bambú en su espalda, se encontraba sentado al lado de otro hombre, con túnicas rojas cuál arce, con su cabello azabache peinado en una coleta y apoyando su cabeza sobre el hombro del Dios. Xie Lian sostenía una taza de té en sus manos, mientras que Hua Cheng, en una piel más joven, con ambos ojos, sostenía sobre su dedo levantado una de sus mariposas plateadas.

La calma entre la pareja era gratificante. Sobre la mesa también se encontraba un pergamino con detalles de la misión encargada al príncipe heredero. Hua Cheng tenía sus ojos cerrados. Observaba lo que había mandado varias mariposas a vigilar. Aquella en su dedo era una más especial, una única que siempre estaría para ambos. Que salía directamente de la coronilla que Xie Lian ahora ocultaba como brazalete, dispuesta a ofrecer contacto en uno con el otro. Si Xie Lian lo deseaba podría ver lo que su esposo estaba haciendo, y lo mismo por parte de Hua Cheng.

Después de encontrarse en tierra Hua Cheng no se ha despegado del joven taoísta. Si bien hizo exclamaciones con quemar todos los templos de todos los dioses por despreciar a su esposo, además de haberle puesto a trabajar para cubrir una deuda que no debía tener, Xie Lian lo relajó con palabras cálidas y besos en los labios. Lo hizo tomar como unas vacaciones en lugar de una misión, el matrimonio rara vez salía junta de la ciudad fantasma, por lo que respirar otros aires no era nada malo. Bueno, siempre y cuando no fueran aires que también respiraban los dioses, había dicho el rey fantasma.

«Su alteza» dijo Ling Wen por medio del canal de comunicación espiritual «He conseguido convencer a dos oficiales de la corte media para que lo ayuden.»

Xie Lian abrió los ojos, y ahí estaban. Un pelinegro y un castaño, con rostros confundidos y alerta por la imagen que presenciaban.

-¿Quién es él? -dijo el castaño amenazadoramente.

-Creo que sería correcto que ustedes también deberían decirnos quienes son -Hua Cheng sonrió con burla, como siempre.

El pelinegro frunció el ceño en cuanto escuchó el "nosotros".

-Nan Feng -dijo.

-Fu Yao -dijo el otro.

-¿A qué generales....?

-General Nan Yang.

-General Xuan Zhen.

-Ahora díganos quien es él -Fu Yao señaló a Hua Cheng con una mirada llena de odio y precaución. Hua Cheng solo sonreía sarcásticamente.

-Él es mi esposo. Yo lo llamo San Lang.

-¿A qué se refiere con esposo? Usted... -Nan Feng intentó hablar, pero había algo dentro de su ser se lo impedía, se mordió el labio y volvió a sentarse.
Fu Yao lo siguió, con la mirada atenta a cualquier movimiento que Hua Cheng realizase.

El silencio invadió por completo en ambiente. Probablemente ahora Xie Lian debería contar la cantidad de veces que lleva dejando mudos a aquellos con los que interactúa, quien sabe, si logra establecer un récord le pueden dar méritos como recompensa. Ni bien salió del palacio de Lin Weng se enteró de que ganó algunos por ser el número uno en una encuesta. Lastimosamente la encuesta era sobre si querían que él fuera expulsado del cielo.

Xie Lian los observó. Ambos comenzaron a pelearse entre ellos, se miraban con desprecio y no lo ocultaban en sus palabras y acciones. Sin embargo, notó una especie de tristeza dentro de sus ojos después de haber pronunciado la manera en la que llamaba a su esposo.
Y entonces, supo quiénes eran realmente.

La misión no parecía complicada. La desaparición de diecisiete novias a lo largo de cien años, supuestamente un novio fantasma que las secuestra en el monte Yunjun. Ninguna coincidencia entre las víctimas.
Se hacía pasar por alto hasta que la más reciente víctima fue la hija de un funcionario relevante, que provocó una molestia a los cielos enviando una enorme cantidad de oraciones.

𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora