La matriz de comunicación espiritual era un completo caos, los gritos de Feng Xin y Mu Qing exclamando "Su Alteza" "¿Dónde está Su Alteza?" eran lo suficientemente fuertes como para hacer que a alguien le de una migraña. Y por gran y enorme coincidencia, o tal vez mala suerte, ese alguien al que le estaba dando migraña era Xie Lian.
La pareja iba caminando por un denso bosque, ningún lugar que, al menos el dios, conociese.
Hua Cheng no decía mucho, solamente avanzaba tomado de la mano de su esposo, hasta que miró la expresión molesta del dios mientras colocaba sus dedos en su sien.«-He encontrado unos dados -dijo Mu Qing -ví que los usaron como un artefacto de acortamiento de distancia.
Xie Lian rebuscó entre sus túnicas, eran sus dados, se los había olvidado tras el pánico que sentía
-Tengan cuidado con esos dados -advirtió Shi Qingxuan -, según el número que consigan los llevará a un lugar diferente.
Ambos dioses, el elemental y el de la chatarra lo sabían con total claridad, Shi Qingxuan de vez en cuando utilizaba los dados de He Xuan para llegar a sitios que deseaba y se sabía el número de memoria. Aunque para Xie Lian siempre que quisiese ir a un lugar no importaba el número.
No importa cuántos números sean capaces de conseguir Mu Qing y Feng Xin, ninguno será el indicado para llegar donde Xie Lian y su esposo, después de todo, en sí solo Xie Lian puede, y no es solo por qué es él, sino que el número a conseguir es específicamente dos, nadie en el mundo (o al menos en la capital Celestial) tiene tan mala suerte como para sacar dos, además de que para que los dados te lleven directamente a Hua Cheng debes conseguir ese número a la primera. Las probabilidades son muy bajas para cualquiera menos el inmortal de túnicas blancas. Simplemente único para él.-Por favor, todos cálmense -dijo Xie Lian, queriendo que por un momento ninguno de sus dos ex amigos tirara los dados para intentar llegar a él.
-¡SI QUIERE QUE NOS CALMEMOS DÍGANOS DÓNDE ESTÁ! -exclamó algún oficial del cual no es necesario saber su nombre.
-En realidad no sé dónde estoy -Xie Lian miraba alrededor para identificar el sitio, la respuesta era simple: un bosque.
-Por lo que veo siguen siendo unos idiotas -dijo Hua Cheng de repente en la matriz, silenciando a cada uno de los inútiles dioses -, adelante, sigan intentando descubrir dónde estamos. Últimamente he tenido tiempo de sobra, si es que alguien tiene curiosidad sobre mis habilidades, tranquilamente está invitado.»
Nadie más habló, la incomodidad y el miedo predominaban la matriz, algunos se habían desconectado apenas escucharon la voz de Lluvia Carmesí y otros ya se preparaban para esconderse dentro de su búnker secreto de su palacio, por si acaso la Calamidad de túnicas rojas quisiera jugar con ellos.
Xie Lian se sonrojó, su esposo era un encanto cuando se comportaba dócil, cariñoso y atento a su lado, pero adoraba mucho ver esas escenas en las que su malicia predominaba y demostraba ser la Calamidad más fuerte del reino fantasmal, He Xuan también lo es pero está bajo su mando y ni siquiera es necesario mencionar a Qi Rong.Su corazón palpitaba agitadamente sin manera de calmarse, estaba realmente a un segundo de desconectarse él también para luego acercarse a su esposo y besarlo y posiblemente continuar con lo que su corazón (y su cuerpo) le pidiera. Hasta que una voz que no deseaba escuchar se hizo presente, más intensa de lo que debería haber sido.
«-¡Su alteza XianLe! -gritó Lang Qianqiu -¡Más le vale decir dónde se encuentra ahora o iré personalmente hacia usted! ¡Oficial traidor!
Los dos esposos se sorprendieron al escuchar el énfasis en la palabra traidor, ¿En qué momento Xie Lian era uno? Claramente nunca, a menos que ser traidor sea estar casado con un fantasma, fuera de eso no era el único que terminaba traicionando al reino celestial.
ESTÁS LEYENDO
𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼
FanficHace ochocientos años en el ya olvidado reino de XianLe, dos niños se conocieron y se enamoraron, pero su amor era una especie de tabú. Mientras que uno era el príncipe heredero del reino, otro era un niño que vivía en la miseria y había nacido mald...