38: Culpa

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Qi Rong finalmente se encontraba mejor, aún estaba siendo abrazado por Lang Qianqiu pero al menos ya tenía las fuerzas para levantarse e irse. Pero el otro, más terco que mula para variar, no lo soltaba.

-¿Fue por eso que mataste a mi familia? -le preguntó.

Él no quería responder, cerró los ojos y fingió aún no poder hablar. Odiaba aquel título que habían dado a su relato, ¿De qué servía recordar su desgracia con un maldito nombre estúpido? Si querían honrarlo entonces la decisión correcta era que todos debían matarse a si mismos como mínimo.
Sintió como su mentón era sujetado por la mano del dios, quién intentó besarlo.

No lo permitió y se interpuso en la acción. No otra vez. Ya no era manipulable.

-Detente.

-Antes hacías cualquier cosa por un beso -Lang Qianqiu sujetó su mano -, si no quieres que lo haga entonces respóndeme.

El fantasma forcejeó para tratar de irse de su agarre, nada valía.
-Ya no soy el tonto que se quedó con mentalidad de diecinueve años. He madurado -puso su mano en su boca -contrario a tí, que siendo dios sigues siendo impulsivo y sin conocer el consentimiento.

Aún así el dios siguió forcejeando con el otro hasta que consiguió rozar sus labios, apenas esta acción fue realizada, sujetó el cuello del otro para profundizar el beso a la vez que llevaba la mano del fantasma mano hacia su pecho, para que pudiera escuchar sus latidos. Qi Rong también sentía nuevamente la misma sensación, pero reconocía las actitudes manipuladoras del otro, por lo que con su mano libre le dió un golpe en la cabeza.

Lang Qianqiu se retiró al instante.
-¿Qué demo...?

-Ya no funciona, zopenco -el fantasma verde se alejó mucho del dios.

-Entonces hablemos. ¿Porqué mataste a mi familia? Ellos no hicieron nada malo.

-Se supone que sabes la respuesta -miró a otro lado -, eres demasiado insistente.

-Si no lo fuera jamás hubieras salido conmigo.

Qi Rong intentó levantarse, era cierto, realmente cierto. No sabe cómo ocurrió, pero Lang Qianqiu se las había ingeniado para conseguir acosarlo durante los días siguientes, al final tuvo que ceder. Pero eso ahora ya no importaba.
Iría a conseguir lo que quería, caminó hasta llegar al árbol y poder bajar aquella decoración que con tanto cuidado había sido elaborada para proteger sus cenizas, sin embargo cayó al suelo después de que una mano le agarrara la pierna (claramente la de Lang Qianqiu ¿Quién más iba a ser?).

Eso lo hartó.
-¡¿Podrías dejarme de una vez por todas?! -le gritó volteando a ver hacia él, se congeló al instante en el que el dios le mostraba una horquilla dorada que en el extremo formaba una flor con una gema verde en su centro.

-Tú no... -intentó mantener el control, se encontraba en peligro -no eres capaz -casi tartamudea.

-No, no lo soy -Lang Qianqiu guardó la horquilla entre sus túnicas, se acercó nuevamente hacia él para acorralarlo en el suelo -, así como tú tampoco eres capaz de quemarme con tus llamas.

Y eso era cierto, aunque...

Qi Rong chasqueó los dedos, haciendo aparecer una de estas pequeñas flamas verdes en la nariz de Lang Qianqiu, quién al instante se golpeó esta para apagar el fuego, provocando risas en el fantasma, quién otra vez intentó salir de su agarre. Y una vez más, fue detenido por el dios. Empezaba a cansarse de esta situación que fue muchísimo común a lo largo del tiempo en el que se han conocido.

-¿Porqué mataste a mi familia? -siguió insistiendo -Mis padres eran buenos con los habitantes de XianLe. ¿Qué culpa tenían ellos para ser asesinados brutalmente?

𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora