35: ¿Y los después?

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—¡¿Qué mierda te está pasando?! —gritó Feng Xin.

Xie Lian solo lo miró, las ojeras en sus ojos eran notables, no dijo nada, simplemente se cubrió con la seda y se dispuso a salir del escondite. Detrás de él una llama verde intentó seguirlo.
El asistente del desterrado dios detuvo a la flama.

—Al menos tú responde.

—Lo mejor es no saberlo —y volvió a perseguir a su esposo.

¿Qué les ocurrió?

La casa provisional en dónde se escondían rápidamente se convirtió en un templo abandonado, el piso de destruyó para cambiar de escena y Feng Xin sintió caerse. En cuanto recuperó el equilibrio, un Xie Lian, con cientos de espadas negras apuntándolo y estando a unos centímetros de tocarlo, lo rodeaban, el príncipe lo miraba con odio y repulsión, sangre salía de un boca mientras la seda, que había visto en su muñeca muchas veces y que reaccionaba a lo que el otro le pedía, se deslizaba lentamente por su cuerpo, cubriendo cada parte del pelicastaño. Xie Lian alzó su brazo, con el dedo señalando en su dirección, a la par que los cuerpos de los padres de su antiguo amigo salían del techo para moverse como marionetas, sin ojos y con espeluznantes sonrisas, o bueno, mitad del rostro con una sonrisa y la otra mitad con los labios curvados hacia abajo.

Un respiro tosco se produjo de la garganta de Xie Lian. Feng Xin no podía moverse e intentó hacer algo, cuando miró lo que lo obstruía, tan solo podía encontrarse con él mismo hombre que tanto terror había generado a su antiguo amigo.

Otra vez el respiro tosco.
Feng Xin miró directamente a Xie Lian, quien abría la boca.

—¿Por qué? —preguntó Xie Lian.

Lágrimas salieron de los ojos del ex asistente.
—¿Por qué... qué?

—¿Por qué? —volvió a repetir, abandonando el brillo de odio de sus ojos y dejando salir lágrimas con arrugas de dolor en el rostro —¡¿Porqué me abandonaste?! —exclamó con un grito metálico, seguido de otro todavía más fuerte y estremecedor al instante en el que todas las espadas cayeron sobre él, acuchillando la carne, rompiendo sus músculos, destruyendo sus huesos.

Feng Xin despertó. Cubierto en sudor frío que lo recorría desde el rostro hasta las piernas. Su respiración era entrecortada y tardó mucho en reconocer su propia habitación.

Con dificultad se levantó de la cama y caminó hasta llegar a lo que sabía era la cocina y poder beber un poco de agua. La sensación de la pesadilla aún seguía en su mente, pues aún podía oíros gritos de súplica, terror, pánico y sufrimiento de Xie Lian.
Consiguió beber el agua, pero aún sentía como su corazón palpitaba descontroladamente.

«Lo mejor es no saberlo» pensó recomponiendo la compostura, limpiando el sudor que caía por su cuello.

Realmente estaba en lo cierto. Volvió a mirar a la ventana, la mariposa fantasmal se había retirado apenas Ling Wen, Mu Qing y él terminaron los recuerdos. Ninguno dijo nada, todos se alejaron el uno del otro sin hacer un solo ruido. Ya sabía lo que quería saber, aún así, habían más cosas que necesitaban ser explicadas. Pero ya no se sentía capaz de verlas.
Se sentó en el piso, limpiando su rostro con sus manos, quiso volver a dormir, por lo general no lo necesitaba, pero ahora....















Mu Qing seguía sin comprender cómo había llegado a estar de esa manera. Se suponía que simplemente fue a ese palacio para discutir uno que otro tema y finalmente terminar la noche con un buen té y galletas. Si se suponía que fue ahí, ¿Qué es lo que lo llevó a estar en la cama del otro?

El rechinar de la cama, la sensación de estar siendo follado con dulzura y cariño era algo a lo que aún no se encontraba acostumbrado. Seguía sin creer que aquella acción estaba llena de emoción, excluyendo la razón por la cuál la había comenzado.
Sintió como su punto dulce era tocado, se encontraba a poco de llegar al orgasmo total.
Y es entonces que ocurrió lo que menos quería que ocurriera.

𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora