20: Guoshi Fang Xin

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Hace unos seiscientos cincuenta años, en el reino de Yong An, existió un hombre que fue elegido por los reyes como el Guoshi del reino. El hombre era misterioso, siempre cubría su rostro con una máscara plateada que cubría sus ojos, sus túnicas siempre eran oscuras y era realmente raro verlo sonreír. De este hombre únicamente se conocía su nombre....Fang Xin.

El Guoshi de Yong An, Fang Xin, era sin duda una de las personas más lúgubres e inquietantes que cualquiera sea capaz de encontrarse, poseía una destreza invaluable en todo tipo de artes, tales como la danza, la escritura, la toca de instrumentos y sobretodo, las artes marciales.
Aunque nada de esto era más destacable que su propia sabiduría. Era un hombre que, cada fin de semana, sin falta, se dirigía hacia las afueras de la capital de Yong An y meditaba en un pequeño árbol fuera de esta.

Todos que lo veían mencionaban que era una meditación profunda, otros decían que simplemente se saltaba sus labores meditando como excusa, la gente era ignorante, no sabían que lo que el hombre hacía no era meditación en lo más mínimo, lo que hacía era esperar.
Esperar, esperar y esperar.

-Shifu -dijo Lang Qianqiu, el príncipe que apenas tenía trece años -¿Porqué siempre viene a meditar aquí? En el palacio hay suficientes jardines dónde encontrará mucha más calma y serenidad para la meditación.

Fang Xin, que miraba hacia al frente, con su cabello largo y castaño siendo movido por el viento, junto con sus túnicas negras con bordes de plata, se volteó levemente hacia el príncipe heredero. Lang Qianqiu nunca sabía si realmente lo veía a él, esa máscara ocultaba sus ojos, o los hacían parecer omniscientes.

-Su alteza -dijo con una voz profunda -, la clave de la meditación es la paz interna que conecta nuestro espíritu con el resto del mundo. El agua del río que fluye, el viento que sopla en el campo, la gente que pasea por el mercado, todo es parte del mundo y con el mundo debemos conectarnos para comprenderlo. El silencio es importante, claramente, pero si se concentra en su espíritu, usted puede crear su propio silencio.

El joven príncipe lo miró, un brillo de alegría, interés y admiración llenó sus ojos y tras una reverencia se sentó al lado de su maestro para intentar meditar igual que él.

Fang Xin lo observó y volvió a ver las afueras de la capital.

«Aunque vengo aquí principalmente para esperarlo» pensó Fang Xin, con su mente concentrada en un joven de túnicas negras y cabello cuál carbón.



-Quién lo diría -dijo Xie Lian entre una sonrisa, demasiado bajo para que alguien lo escuchase y con el rostro mirando el suelo -, lograste reconocerme.

-Guoshi, tú nunca dejas de sorprenderme -dijo Lang Qianqiu.

Todos los oficiales que se encontraban reunidos murmuraban entre ellos, nadie entendía la situación, pero claramente se llegaba a una rápida conclusión: El hazmereír de los tres reinos es más vengativo y lleno de odio de lo que creían.
Shi Qingxuan no soportaba aquello, no conocían en lo más mínimo a Xie Lian y lo único que hacían era criticarlo en base a rumores e información incompleta que tienen a su alcance. No dudó ni un segundo cuando empezó a intentar defender a su amigo, no creía que Xie Lian había sido el Fang Xin de la masacre en el banquete dorado de Yong An, era imposible verlo de esa manera.

-Su alteza Taihua, si Su Alteza XianLe es realmente el Guoshi maldito Fang Xin, ¿Porqué no lo reconoció hasta ahora?

-Qingxuan, realmente eres ignorante en este aspecto -dijo Pei Ming, mirando desde el público con gran interés en el cambio de los sucesos, claramente vería aquello como una oportunidad de limpiar el nombre de su descendiente y rebajar todavía más el nombre de Xie Lian -, Fang Xin era un hombre misterioso y callado, cubría su rostro con una máscara plateada, por lo que Su Alteza Taihua nunca le había visto el rostro.

𝔻𝔼𝕊𝔻𝔼 𝕊𝕀𝔼𝕄ℙℝ𝔼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora