Capítulo 15

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Jimin no habría podido soltarse de él aunque los cielos se hubieran desplomado.

El primer roce de sus labios lo hizo temblar. Lo abrazó y lo atrajo hacia él. La dureza de sus músculos se apoderó del omega al tiempo que la presión de los labios aumentaba.

Eran firmes, como todo él, imperiosos, exigentes. Pero al cabo de un instante se volvieron cálidos, tentadores, seductores, persuasivos. Jimin se quedó inmóvil, temblando en un umbral invisible, hasta que se precipitó en un vacío desconocido.

No era la primera vez que lo besaban y, sin embargo sí lo era. Nunca antes había habido tanta magia en el aire, nunca antes lo habían tomado de la mano y lo habían llevado a un mundo de sensaciones. El placer lo embargó, cálido y subyugante, y se arremolino en su interior Como caleidoscopio de deleite que lo dejó agradablemente mareado.

Él se apropió del poco aliento que Jimin pudo recuperar, tejiendo su red hasta que estuvo atrapado sin escapatoria posible. Recorrió sus labios con la punta de la lengua en una caricia engañosa y diestra. Jimin supo que lo mejor sería hacer caso omiso de ella; ése alfa lo llevaba a esferas que estaban más allá de su conocimiento y en dónde sería su guía. Una situación de lo más desaconsejable y peligrosa.

Los labios de Jungkook exigieron más. El calor aumentó y derritió toda resistencia. Jimin suspiró y abrió los suyos, cediendo a su arrogancia.

Él tomó lo que deseaba y la íntima caricia le produjo una descarga de sensaciones que surcaron todo su cuerpo, un relámpago de pasión que le azotó a las entrañas. Conmocionado, Jimin se apartó conteniendo una exhalación.

Diablo lo dejó retirarse, sólo un poco. Aturdido, con los pensamientos arremolinados, estudio su rostro. Jungkook arqueó una ceja y sus brazos lo atrajeron de nuevo hacia él.

—No... —Jimin quiso resistirse pero no pudo. Sus músculos tenían la consistencia de la gelatina.

—No tienes por qué asustarte. Sólo voy a besarte.

—¿Sólo? —Parpadeó asombrado—. Pues eso ya está suficientemente mal.  —Contuvo el aliento e intentó recuperar la sensatez—. Eres peligroso.

Jungkook soltó una carcajada cuyo sonido pulverizó el escaso control que a él tanto le había costado conseguir.

—Para ti no soy peligroso. —Sus manos acariciaron suave y seductoramente su espalda—. Voy a casarme contigo. Eso pone las cosas en su lugar.

¿Había perdido por completo la capacidad de razonar? Jimin frunció el entrecejo y preguntó:

—¿Qué cosas? ¿Qué lugar?

—Según todos los preceptos —sus dientes brillaron en una sonrisa—, los esposos de los Jeon son los únicos seres de los que los Jeon tienen que precaverse.

—¿En serio? —Jimin intentó mostrar su indignación, pero era una tarea imposible ya que él había inclinado la cabeza y le mordisqueaba suavemente los labios.

—Bésame —susurró al tiempo que lo atraía más hacia sí.

El contacto hizo a Jimin estremecerse otra vez y los labios del Diablo, que lo excitaban, lo dejaron indefenso.

Jungkook lo besó de nuevo y espero, con la paciencia del que sabe, que se abandonará por completo. Su rendición era mucho más dulce sabiendo, como sabía, que él deseaba lo contrario. Como era sabio y experimentado, no lo forzó demasiado y mantuvo a raya su propia pasión. Jimin yacía dúctil en sus brazos, los labios entregados a los de él para que los disfrutara, su dulce boca abierta para que Jungkook lo saboreará, explorara, poseyera. Por esa noche, eso bastaría.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora