—El faetón. —Apartó la cabeza para mirarlo—. No fue un accidente, alguien pretendía matarte.
Las llamas iluminaban su rostro y el omega vio que tenía el entrecejo fruncido.
—Fue un accidente, Jimin. Ya te lo he dicho. Se rompió el eje.
—¿Y por qué se rompió? ¿Suelen romperse los ejes de tus carruajes?
—Debimos de chocar con algo. —Diablo apretó los labios.
—Dijiste que no.
—Fue un accidente, y lo tuyo fue una pesadilla. Mira, estoy vivo.
—¡Pero querían matarte! —Intentó incorporarse pero los brazos de él se lo impidieron—. Yo no tengo pesadillas sobre muertes que no han ocurrido. Tenías que haber muerto, la única razón de que estés vivo es... —A falta de palabras, hizo un gesto vago.
—Porque soy un Jeon —añadió él—. Soy invencible, ¿recuerdas?
No lo era. Era un alfa de carne y hueso, eso Jimin lo sabía mejor que nadie.
—Si alguien hubiese manipulado el eje, ¿podrías averiguarlo? —preguntó Jimin.
Diablo lo miró a los ojos, extrañamente brillantes, y se preguntó si los sonámbulos sufrían algún tipo de fiebre. Tal vez estaba delirando.
—El carruaje quedó convertido en astillas, y el eje también. —Jungkook no sabía cómo tranquilizarlo— ¿Y quién podría querer matarme? —Pero esa pregunta no tranquilizaría en absoluto.
Jimin se debatió en sus brazos y se incorporó.
—¡Pues claro! —Lo miró con ojos desencajados—. Tolly quería avisarte. Quienquiera que intente matarte tuvo que matar antes a Tolly.M
Apesadumbrado, Diablo cerró los ojos y, cuando los abrió de nuevo, lo sentó en sus rodillas y lo sujeto por la cintura. Lo miro a los ojos.
—Creo que estás sacando unas conclusiones precipitadas debido a tu pesadilla. Si quieres, podemos hablar de esto por la mañana, cuando puedas juzgar los hechos a la serena luz del día.
Pese a su estado de conmoción, Jimin notó el espíritu de rebeldía que había en él y su lobo. Alzó la barbilla y luego la inclinó. Volvió la cabeza y se apoyó de nuevo contra su pecho.
—Como quieras —replicó.
Jungkook Decidió esperar a que su arrogancia cediera. Lo estrechó entre sus brazos.
Jimin miró hacia las llamas saltarinas. Volvió a pensar en la certeza que acababa de descubrir y le pareció muy coherente, por más que él se negara a verla. Era un Jeon, se creía invencible. Jimin no tenía intenciones de discutir ese punto, pero no estaba dispuesto a cambiar de idea. Quizás a la luz del día, sus «hechos» no se verían tan sólidos, pero no iba a negarlos.
Su vida, su objetivo, habían cobrado la claridad del cristal. Sabía, con absoluta convicción, lo que tenía que hacer. Él lo había desafiado a que afrontara su miedo más profundo. En esos momentos, el destino lo desafiaba a que afrontara su verdad más profunda, la verdad de lo que sentía por el alfa.
Le daría lo que le pidiese, todo lo que le pidiese y más. No permitiría que nada ni nadie se lo arrebatara. Jimin era de Diablo, pero Diablo era de él, eso nada podía cambiarlo.
La última vez que la muerte se había abatido sobre sus seres queridos, él no había podido hacer nada por evitarlo. Ahora no se quedaría al margen, no permitiría que ningún mortal le arrebatara lo que era su destino.
Su certeza y su convicción eran totales. El anterior estado de confusión había pasado. Se sentía calmado y con las emociones controladas. Concentrado. Consciente.
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Diablo Jeon
RomanceEl joven Omega Park Jimin trabaja como institutor pero tiene otros proyectos para su vida los cuales no incluyen el matrimonio. sin embargo acontecimientos inesperados cambian sus planes drásticamente comprometiéndolo con el miembro más libertino de...