A la mañana siguiente, Jimin despertó tarde y solo. Hacía mucho rato que Jungkook se había marchado. Su infatigable energía le pareció injusta ya que los acontecimientos de la noche anterior lo habían dejado agotado.Su mirada se posó en la prenda color marfil caída sobre la alfombra. Era su camisón.
A medianoche habían forcejeado. Medio dormido, a él no le había apetecido desprenderse del calor del camisón. Su marido había insistido y al final lo había recompensado debidamente. Jimin todavía se sentía radiante, por dentro y por fuera. Sonrió y se arrebujo más en las mantas, deleitándose con aquella persistente sensación de satisfacción y calidez.
No sabía quién había dado el primer paso y no le importaba. Se habían vuelto el uno hacia el otro y permitido que sus cuerpos sellaran el tácito compromiso de que, pese a todas las diferencias, seguía siendo esposo y marido, con una alianza sólida como la roca.
La puerta del dormitorio se abrió. Cassie asomó la cabeza.
—Buenos días, señor. —Entró y recogió el camisón—. Son casi las once.
—¿Las once ? —Jimin la miró con los ojos muy abiertos.
—Webster dice que si quiere algo de desayuno. Como anoche no cenó.
—Comimos a última hora —dijo Jimin, sentándose. Una hora después de que su camisón cayera al suelo, a Diablo le había apetecido comer. Él volvió a dormirse y Jungkook había ido a la cocina. Al volver, lo había despertado y había insistido en que comiera un poco de pollo jamón y queso, regado todo ello con vino blanco.
—Hay pescado ahumado, huevos hervidos y salchichas.
—No, gracias. Voy a tomar un baño —dijo Jimin, arrugando la nariz.
Tomó un baño acorde con su estado de ánimo, con lasitud y sin prisa. Miró a través del vapor y recordó los acontecimientos de la noche anterior. Y mentalmente oyó, en lo más profundo de la noche, que su marido, saciado, le decía «no puedes temer perderme la mitad de lo que yo temo perderte a ti». Había sido una confesión a regañadientes. Diablo pensaba que él ya estaba dormido. ¿Por qué él temía más perderlo de lo que él temía perderlo a él?
Los minutos pasaron y el agua se enfrío, pero siguió sin encontrar respuesta a esa pregunta. Cuando salió del baño, dedicó la media hora siguiente a aleccionarse sobre la inconveniencia de sacar conclusiones apresuradas, sobre todo conclusiones como aquella.
Fue a la sala matutina pero le resultó imposible serenarse, paseándose entre la ventana y la chimenea, consumido por el anhelo de ver de nuevo a su esposo, de mirarle a la cara y ver sus ojos transparentes. La señora Hull le llevó una tetera con una infusión. Él aceptó una taza, agradecido, pero se le enfrió mientras su mirada vagaba por la pared.
Louise y las gemelas le proporcionaron distracción. Fueron a almorzar y las chicas le describieron sus nuevos trajes. Jimin jugueteó con una porción de pescado hervido y las escuchó sin prestar atención. Había cancelado todos sus compromisos, aunque la noticia de que el nuevo duque de St. Jeon estaba indispuesto desataría, a buen seguro, todo tipo de especulaciones.
Y la principal especulación sería acertada. Dudó en dejar que se formase ese pensamiento en su mente, pero era incuestionable. Su lasitud matinal y su falta de apetito sólo podían significar una cosa.
Esperaba un hijo de Diablo.
Sólo de pensarlo se sintió mareado de felicidad, con una expectación sólo teñida por una comprensible aprensión. El miedo verdadero no tenía posibilidades de entrometerse porque Jungkook y su familia lo protegían constantemente.
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Diablo Jeon
Roman d'amourEl joven Omega Park Jimin trabaja como institutor pero tiene otros proyectos para su vida los cuales no incluyen el matrimonio. sin embargo acontecimientos inesperados cambian sus planes drásticamente comprometiéndolo con el miembro más libertino de...