Capítulo 58

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El baile ofrecido por el duque consorte de St. Jeon fue todo un éxito. La velada, que no se celebró en el gran salón de baile sino en la sala de música, rebosó de risas, danzas y una relajada cordialidad que no solía darse en las rígidas veladas de la alta sociedad.

Por supuesto, muchos de los asistentes estaban emparentados, el resto eran viejos conocidos. El ambiente fue distendido desde el principio, cuando los duques condujeron al resto de bailarines por un vals vigoroso, capaz de dejar sin aliento. El centenar de invitados captó el mensaje y se dedicó a disfrutar de la atmósfera relajada, del champán que corrió en abundancia, de la compañía, igualmente excelente.

Cinco horas después de que llegará el primero, los últimos invitados se despidieron, cansados pero sonrientes. Webster cerró la puerta principal y echó el cerrojo.

En el centro del vestíbulo, Jungkook miró a Jimin, que se apoyaba en su brazo. Sus ojos todavía destellaban.

—Un éxito señalado, querido —le dijo con una sonrisa.

El omega se la devolvió y apoyó la cabeza en su brazo.

—Sí, creo que ha salido muy bien.

—En efecto.

Cubrió con su mano la que él tenía posada en su brazo y se encaminaron a la biblioteca. Habían adquirido la costumbre de terminar allí sus veladas, tomando brandy mientras conversaban. Pero cuando llegaron al umbral comprobaron que los criados y las sirvientas estaban limpiando los cristales y los muebles.

—Esta noche quizás deberíamos terminar la velada arriba.

Jimin asintió. Jungkook recibió un candelabro encendido de manos de Webster y empezaron a subir por la escalera.

—Amelia y Amanda estaban agotadas.

—Por primera vez en su vida, seguramente.

—Han bailado todas las piezas menos los valses. Y también los habrían bailado si hubiesen podido.

Una ligera sombra de preocupación estropeó el hermoso semblante de su marido. Jimin miró al frente y sonrió para sí. La presencia de las gemelas había provocado una interesante reacción en sus primos. Incluso hubo necesidad de reprender a alguno con la mirada. Jimin preveía alguna escena interesante cuando avanzara la temporada.

La reflexión le recordó otras escenas interesantes en la que él había participado.

—Por cierto, te advierto que no volveré a invitar a Chillingworth si te comportas como esta noche.

—¿Yo?—La mirada de inocencia que le dedicó Jungkook fue digna de un querubín—. No fui yo quien empezó.

El omega frunció el entrecejo.

—Los dos. El no estuvo mejor.

—No podía tolerar que hicieran comentarios sobre mi capacidad para complacerte.

—¡No los hacía! Has sido tú quien se tomó sus palabras así.

—¡Sabía muy bien lo que decía!

—Aunque así fuera, no tenías por qué contarle que yo... —Se interrumpió. Se le encendieron las mejillas... otra vez. Captó el brillo de los ojos negros de Diablo. Retiró la mano que cubría con la suya y lo apartó de un empujón; él ni siquiera se tambaleó. Enfuruñado subió los últimos peldaños—. Eres incorregible. No sé porque insistestiste en invitarlo, si toda vuestra conversación ha sido una retahíla de insultos velados.

—¡Precisamente por eso! —Jungkook volvió a tomarlo del brazo cuando cruzaban la galería—. Chillingworth es la piedra en la que afino mi ingenio; tiene un pellejo más grueso que un rinoceronte.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora