Capítulo 16

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A la mañana siguiente Jimin asistió al servicio dominical celebrado en la capilla de la finca y luego regresó a la casa paseando con Louise Jeon. La madre de Tolly le dio las gracias por haber ayudado a su hijo y Jimin contestó con una cortés evasiva. Louise le habló de Tolly y de la relación de éste con Diablo. Al parecer el muchacho sentía veneración por su primo al que consideraba un héroe.

El objeto de veneración de Tolly no había creído adecuado asistir al oficio religioso. Cuando las omegas llegaron a la mesa del desayuno, advirtieron que él ya había pasado por allí. Jimin tomó un rápido té con una tostada Y subió al piso de arriba.

Estaba seguro de que Jungkook había salido a cabalgar. Era un día perfecto para ello; recorrería sus campos a lomos de aquel monstruo que se había comido los pastelillos del té, lo cual le permitiría a el mismo cabalgar alrededor de la casa.

En tres minutos se puso su elegante traje de montar color topacio. Su ropa era lo único que siempre estaba a la altura de su ascendencia Park. Se compuso el sombrero a juego para que le cayera disolutamente sobre la sien y luego salió fuera.

En los establos no había nadie. Sin perder la calma, entró en la cuadra principal. Las puertas eran altas y no veía por encima de ellas. El cuarto de los aparejos estaba al fondo y enfiló, decidido, el pasillo que llevaba a él.

Una firme mano tiró de él hacia una cuadra.

—¿Qué...? —Un calor acerado lo envolvió. Jimin advirtió que estaba en peligro—. ¡No te atrevas a besarme! ¡Si lo haces que gritaré!

—¿Y quién crees que te rescatará?

Jimin parpadeó e intento encontrar la respuesta adecuada.

—Y además mientras te beso no podrás gritar —añadió él.

Jimin respiró hondo y separó los labios.

Cuando se dio cuenta de que se había equivocado, era demasiado tarde y él ya había sacado partido de la ventaja que le había dado. En su mente flotó una vaga idea de resistencia que desapareció en cuanto el calor, el deseo y el placer le invadieron las entrañas. Los labios de Jungkook se movían sobre los suyos, arrogantes y confiados, la lengua se introducía en una caricia deliciosa y lánguida, una caricia lenta que se prolongó y se prolongó hasta que Jimin se sintió arder por dentro. Le subía la temperatura y sabía que eso era malo, malo y escandaloso, aunque todos sus sentidos ronroneasen de satisfacción.

Cuando él lo besaba, no podía pensar ni oía nada. Lo descubrió cuando Jungkook se apartó por fin. Hasta el instante en que sus labios se separaron, su mente se había vaciado de pensamientos como arrobado en su deseo. Los sonidos del establo lo volvieron a la realidad. Notaba que sus huesos se habían derretido y, sin embargo se mantenía de pie. Entonces advirtió que lo conseguía gracias a que él lo abrazaba contra su cuerpo. Sólo apoyaba en el suelo la punta de los pies.

—¡Cielo santo! —Parpadeando, apoyó los talones en el suelo. ¿Lo había calificado de peligroso? Era letal.

—Buenos días, Park Jimin. —Su profundo ronroneo le provocó un estremecimiento—. ¿A dónde vas?

_Oh... —Con los ojos muy abiertos, miró los suyos negros que sabían demasiado e intentó recobrar la compostura—.Busco un caballo. Supongo que tienes más de uno.

—Me parece que hay una yegua altanera y obstinada que te irá bien, pero ¿a dónde pensabas ir?

—A dar un paseo por los caminos.

Jungkook lo ceñía con fuerza y no podía soltarse. Intentó hacerlo pero él no cedió ni un milímetro.

—Tú no conoces estas tierras, te perderías. Estarás más seguro Cabalgando conmigo.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora