Capítulo 28

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Parpadeó y volvió a la realidad con la respiración acelerada. Miró a Louise, que observaba los invitados. ¿Qué había dicho?

—¿La hermandad de de los Jeon?—preguntó.

—Sí. —Louise arqueó una ceja y miró alrededor. No había nadie cerca que pudiera oírla—. Piensan que no lo sabemos, pero es un chiste corriente entre los alfas de la ciudad. Algún ingenioso acuñó el término cuando Richard y Harry siguieron a Diablo y Veleta a Londres, al parecer para cumplir con algún reto iniciático. Con Richard y Harry nunca hubo ninguna duda de que seguirían los pasos de Diablo y de Veleta y se dedicarían a las actividades habituales de los Jeon. El énfasis de sus palabras y la expresión de sus ojos dejaron claro a qué actividades se refería—. Después, cuando Rupert y Alasdair también vinieron a la ciudad fue solo cuestión de tiempo que los convocarán a la hermandad.

—¿Como los abogados, que se reúnen en la suya? —La mente de Jimin se centró en ese detalle.

—Exactamente. —La sonrisa de Louise se desdibujó—. Tolly habría sido el siguiente.

—Supongo que el nombre se deriva del término heráldico (escudo de armas de una familia o dinastía)... —Jimin puso una mano en el brazo de Louise para reconfortarla.

—¿La hermandad siniestra? —Louise se sacudió la tristeza y lo miró a los ojos—. Entre tú, yo y las demás omegas Jeon, estoy muy segura de que muchos alfas de la ciudad llaman a nuestros hijos los «nobles bastardos». —Jimin puso unos ojos como platos y Louise sonrió —. Sin embargo, eso es algo que nadie, alfa o omega se atrevería reconocer en nuestra presencia.

—Por supuesto que no. —Jimin apretó los labios y frunció el entrecejo—. ¿Y Charles?

—Charles nunca ha formado parte de la hermandad.

Se acercaron dos damas omegas para despedirse y cuando le hubieron estrechado la mano y volvieron a estar a solas, Louise añadió:

—Si alguna vez necesitas apoyo, no dudes en pedirlo a las que están en tu misma situación. Por norma, las omegas de los Jeon se ayudan mutuamente. Al fin y al cabo, somos las únicas que sabemos lo que es casarse con uno de ellos.

Jimin miró alrededor y vio que la multitud había disminuido. Se fijó en todos los miembros de la familia, no sólo en la duquesa madre, Horatia y Celia, sino también en los otros primos y parientes.

—Están muy unidos —dijo.

—Somos una familia, querido . —Louise le apretó el brazo por última vez—. Y esperamos de veras que entres a formar parte de ella.

***

—Por fin.

Jimin suspiró aliviado y apoyó la carta con la dirección de su hermano en la carpeta de su escritorio. Escribirle y contarle que hacía sin que su agitación asomara en la narración le había costado un gran esfuerzo, casi tanto como afrontar que tal vez estaba equivocado y que ellos—, Jungkook, la duquesa madre y el propio Misuk— tenían razón.

Se hallaba en la salita adyacente a su dormitorio. Las ventanas que se abrían a cada lado de la chimenea que daban al patio. Apoyó el codo en el escritorio, la barbilla en la mano y miró al exterior.

Hacía ocho años que había perdido a su familia y siete que había decidido que no podía correr el riesgo de perder a nadie más. Hasta hace tres días, ni siquiera había revisado esa decisión, nunca había tenido motivos para hacerlo. Ningún alfa ni circunstancia habían tenido fuerzas suficientes para una nueva evaluación.

Sin embargo, hacía tres días algo había cambiado. El sermón de lady Osbaldestone lo había conmocionado y le había hecho pensar en cuáles serían las consecuencias de rechazar a Diablo.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora