Capítulo 26

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Jimin llevaba la cabeza tan erguida que casi no vio al alfa que se había detenido en la acera. Éste alzó su bastón en señal de saludo.

—Buenas tardes, Charles —dijo Diablo tras detener los caballos.

—Jungkook —Charles inclinó la cabeza. Luego miró a Jimin—. Señorito Park Jimin...

El omega contuvo un arranque de presunción, lo saludó con un gesto y preguntó:

—¿Puedo preguntarle, señor, cómo está su familia? —Charles llevaba el brazalete negro de rigor, muy visible en su chaqueta marrón. Jungkook también lo llevaba, pero apenas se distinguía porque su camisa era negra. Jimin se inclinó y le tendió la mano—. Desde que estoy en la ciudad no he visto sus hermanos.

—Están.... —Charles dudo—. Están bien, creo. —Lo miró a los ojos—. Recuperándose de la conmoción. Pero usted, ¿cómo está? Tengo que admitir que me ha sorprendido verlo aquí. Pensaba que sus planes eran otros.

—Son otros —sonrío Jimin—. Esto es solo un acuerdo temporal. He accedido a quedarme con la duquesa madre durante tres meses. Después iniciaré los preparativos de mi viaje a África. Empiezo a pensar que será una estancia larga... Hay tanto que ver...

—¿De veras? Pues creo que en el museo hay una exposición muy interesante. Si Jungkook está demasiado ocupado para acompañarlo hágamelo saber. Como ya le dije, estoy a su servicio para todo lo que sea menester.

Jimin inclinó la cabeza con elegancia.

Después de prometer que daría recuerdos de su parte a la familia, Charles retrocedió un paso. Jungkook puso en marcha los caballos.

—Park Jimin, agotarías la paciencia de un santo.

—Tú no eres un santo —replicó él, que había notado irritación bajo su tono amable.

—Algo que deberías tener siempre presente...

Él contuvo un súbito escalofrío y miró al frente.

Pasaron de nuevo ante la hilera de carruajes de las grandes omegas de la nobleza y Diablo puso dirección a casa. Cuando llegaron a Grosvernor Square, Jimin volvió a pensar en el objetivo de aquel día, un objetivo aún no logrado.

Jungkook detuvo el birlocho ante la puerta. Lanzó las riendas a Sligo, se apeó y ayudó a Jimin, que no recuperó el aliento hasta llegar al porche. Una vez allí, decidió que no era lugar para discusiones.

La puerta se abrió, él entró y Jungkook lo siguió. En el vestíbulo, además de Webster, se encontraba Lucifer.

—Has llegado pronto.

Jimin lo miró sorprendido por el tono de desaprobación que había captado en su voz. Lucifer arqueó las cejas, asombrado, pero sonrío encantadoramente mientras se inclinaba para besar su mano.

—Considéralo una compensación por mi ausencia del otro día —. dijo, enderezándose y mirando a Diablo.

¿Por su ausencia del otro día? Jimin miró a Jungkook.

—Deberás disculparnos, querido. —la expresión de Diablo era insondable—. Tenemos que tratar asuntos de negocios.

¿Negocios? Mentira. Buscó alguna razón para quedarse con ellos pero no la encontró. Se tragó un juramento e inclinó la cabeza, primero a su némesis (enemigo ) y luego al primo de éste. Por fin se volvió y empezó a subir la escalera.

***

—No quería hablar de lo que resulta evidente, pero no estamos avanzando nada. Este fracaso me exaspera.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora