Capítulo 20

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Diablo estaba repasando un libro de contabilidad cuando Webster entró a la biblioteca.

—¿Sí?

—Ha llegado Chatham, su alteza. El caballero que estaba esperando aguarda en el lugar indicado.

—Bien. —Cerró el libro y se puso en pie—. ¿Dónde está el señorito Park Jimin?

—Creo que en la rosaleda, su alteza.

—Estupendo. —Se dirigió hacia la puerta—. Voy a salir a caballo, Webster. Dentro de una hora estaré aquí con nuestro invitado.

—Muy bien, su alteza.

Cuando entró en el establo, se le acercaron dos mozos de cuadras.

—Preparen el caballo bayo y que Melton ensille a Suleiman.

—Oh, no hemos visto a Melton desde hace rato, alteza.

—No importa —replicó elevando los ojos al cielo—. Yo me encargaré de Suleiman. Vosotros ocúpense del bayo.

Cuando sacó su caballo al patio, el otro estaba esperando. Diablo montó en Suleiman y cogió las riendas del bayo. Habían pasado seis días desde que Jimin mandara a llamar a su hermano.

—Tras coronar una larga ascensión, vio un carruaje detenido más adelante y unos criados Charlando con el cochero. Junto al carruaje, un caballero se paseaba impaciente. Diablo entrecerró los ojos y se acercó, montado en Suleiman.

El caballero levantó la vista. Se enderezó y alzó la barbilla. Diablo lo reconoció al instante. Tiro de las riendas y arqueó una ceja.

—Eres Park Misuk, ¿verdad?

—Sí, St. Jeon —respondió el otro con un breve gesto.

Rondaba los veinticinco años, era de complexión atlética y tenía el mismo aplomo y la misma seguridad que caracterizaban a su hermano. Acostumbrado a calibrar en un instante a cualquiera, Diablo reajustó la imagen que tenía de su futuro cuñado. Era tan presuntuoso como Jimin pero en él parecía una señal de debilidad, como si careciese del auténtico carácter Park. Sin embargo, el hombre que lo miraba con rigor, escepticismo y desafío en sus ojos azules tenía una barbilla decidida. Diablo sonrió.

—Creo que tenemos algunos asuntos que discutir. Sugiero que demos un paseo a caballo para hablar en privado.

—Muy bien —asintió Misuk, con sus ojos azules clavados en los de Diablo. Agarró las riendas del caballo bayo y montó.

Jungkook sonrió Y puso dirección a una colina cercana. Al llegar a la cima, se detuvo y Misuk hizo lo propio.

—No sé qué escribió Jimin, así que comenzaré por el principio.

—Será lo más conveniente.

Con la mirada puesta en los campos, Jungkook explicó los acontecimientos que habían llevado a Jimin a la finca.

—Por eso —concluyó, me ha parecido apropiado sugerirle que se casara.

—¿Con quién?

—Conmigo, por supuesto. ¿Con quién, si no?

—No lo sé, solo preguntaba. —Misuk esbozó una breve sonrisa y enseguida se puso serio—. Pero si ése es el caso, ¿por qué me ha mandado llamar para que lo escolte a Hampshire?

—Porque tu hermano imagina que está tan curtido que la reputación no tiene por qué afectarlo al ser omega. Tiene planeado ser como lady Hester Stanhope.

—¡Señor! —Misuk elevó los ojos al cielo—. ¿Sigue pensando en ir a África?

—Es lo que más desea, eso me ha dicho. Quiere ir en camello a la sombra de la esfinge, perseguido sin duda por una horda de bereberes (personasque habitan el norte de África desde la antigüedad)para luego ser víctima, en la costa de Berbería, de los traficantes de esclavos. Dice que está sediento de emociones y cree que la única manera de encontrarlas es ir a la salvaje África.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora