Capítulo 51

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Aturdido, él fue a saludar a sus parientes Park, tíos y tías que apenas conocía y primos que lo miraban con una especie de temor reverente. Fue un alivio volver al círculo de los Jeon, la sonrisas cálidas, abiertamente cariñosos y de apoyo inquebrantable. Se acercó a Louise, a cuyo lado se hallaba Arthur.

—Eres un duque exquisito —dijo Arthur, tomándole de la mano. Pese al dolor gravado en su rostro se llevó la mano a los labios. Jimin vio en él al caballero despreocupado y alegre que antaño tenía que haber sido—. Jungkook es un hombre con suerte.

—Estoy segura de que nuestro sobrino conoce la valía de Jimin —intervino Louise.

—Nunca he oído que dijesen de él que es un desagradecido. —Miró más allá de Jimin—. Oh, aquí está Charles.

Jimin se volvió a saludar a Charles, que se unió a ellos.

—¡Oh, y ahí está lady Perry! —Louise puso la mano en el brazo de Arthur—. Si nos disculpas, Jimin, tenemos que hablar con Lady Perry antes de que se vaya.

Con una sonrisa dedicada a Jimin y un frío «Charles» a su hijo, Arthur siguió a su esposa y se perdieron entre la multitud.

Charles los despidió con una reverencia y se volvió hacia Jimin.

—Estoy encantado de poder hablar con usted señorito... —Sus facciones se endurecieron—. Su alteza.

Jimin desconfío de su sonrisa. Se habían visto varias veces pero nunca había conseguido superar aquella primera impresión. Era el único Jeon que no le gustaba, todos los demás le caían bien.

—Había esperado tener el placer de bailar con usted, señor, pero todos los bailes estaban pedidos.

Charles arqueó una ceja y le dedico una arrogante mirada, uno de los pocos rasgos Jeon de que hacía gala.

—Me temo que olvida, alteza, que todavía estoy de luto. —Se alisó el brazalete negro—. Los demás se han olvidado Tolly, claro, pero a mí su perdida todavía me afecta.

Jimin se mordió la lengua y asintió con la cabeza. De todos los Jeon presentes, Charles y su padre era los únicos que todavía llevaban brazaletes negros.

—Pero creo que las felicitaciones son de rigor —añadió él.

La peculiar manera de hablar de Charles lo desconcertaba. Asintió altaneramente.

—Creo que recuerdas el tema de nuestra anterior conversación y, tal como ya expresé entonces, espero sinceramente que nunca lamente vuestro nuevo estado.

Jimin se puso rígido. Charles no lo notó porque miraba a los invitados.

—Pero aunque eso pueda ocurrir, les deseo lo mejor —prosiguió—. Y si conocer a Jungkook desde toda la vida me hace dudar un poco de su constancia, te pido que creas que esta circunstancias no altera en modo alguno la sinceridad de mis deseos de felicidad.

—Sí lo entiendo bien, no crees que esa felicidad sea posible. —Jimin observó el efecto de sus palabras.

Charles lo miró a la cara. Sus ojos eran pálidos, fríos, carentes de expresión.

—La boda con Diablo ha sido muy mala idea.

Jimin nunca supo lo que habría contestado a aquella ultrajante afirmación porque en ese instante aparecieron Amelia y Amanda entre susurros de muselina.

—Tía Helena dice que deberías ir a la puerta. Muchos invitados ya se marchan.

—Con vuestro permiso, alteza. con una reverencia a Jimin y un lacónico saludo con la cabeza a sus hermanastras, Charles giró sobre los talones y se alejó.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora