Llegaron al final del pasillo. Jungkook abrió la gruesa puerta de roble y entró. Se detuvo en el centro de la estancia, sobre una alfombra de intensos colores. Empezó a quitarse la chaqueta.
-Trae -dijo Jimin, detrás de él, tirando de la prenda. Le quitó el hombro, luego el otro y después las mangas-. ¡Cielos! -exclamó, dejando caer la chaqueta.
La camisa estaba desgarrada en la espalda, en el lugar que había recibido el impacto de la caída. Las heridas habían sangrado y se veían numerosos cortes. Por fortuna, los pantalones y las botas lo habían protegido. De cintura para abajo no tenía heridas.
Antes de que él reaccionara, Diablo se quitó la camisa pasándosela por encima de la cabeza. De pronto se quedó inmóvil y al punto se volvió como movido por un resorte.
-¿Qué demonios haces aquí?
Jimin tardó un instante en posar la mirada en su rostro. Por un momento, la expresión de Jungkook le pareció incongruente, detrás de él había una maciza cama con dosel. Con una rápida mirada, vio los suntuosos colgantes, en distintos tonos de verde, el cabezal con espléndidos adornos tallados, las sábanas de seda, el grueso edredón y varias almohadas. Jimin lo miró de nuevo.
-Tienes cortes que sangran en la espalda. Habría que curarlos.
-No tendrías que estar aquí -dijo él, maldiciendo para sus adentros.
-No seas ridículo. Las circunstancias justifican este inconveniencia.
-Bueno no estoy en mi lecho de muerte -replicó Diablo.
-Pero tienes muchos cortes y arañazos en la espalda.
El alfa enojado se volvió para mirarse por encima del hombro.
-Pues no me duelen, no están tan mal. Puedo cuidar de mí mismo.
-¡Cielo santo! -Jimin puso los brazos en jarras-. Deja de comportarte como un niño. Lo único que pretendo es limpiarte las heridas y aplicarles un poco de bálsamo.
-De eso precisamente se trata -repuso él-. No soy ningún niño y tampoco estoy agonizando.
-Por supuesto que no -coincidió el omega -. Pero si eres un Jeon, eres invencible, ¿no te acuerdas?
-Jimin, si quieres jugar a ser mi ángel salvador, primero tendrás que casarte conmigo - dijo Diablo con aspereza.
Jimin perdió la paciencia. Había esperado tanto para anunciarle que se casaría con él que ya no sabía cómo decírselo. Se le acercó, puso el dedo índice sobre su pecho y proclamó:
-Si finalmente decido casarme contigo -él retrocedió instintivamente un paso-, quiero estar seguro de que te comportarás como un alfa razonable. -A Jimin empezaba a dolerle el dedo -. ¡En cualquier circunstancia! -Diablo retrocedió más sin que el omega se despegara y chocó contra el extremo de la cama. Jimin siguió clavándole el dedo -. ¡Por ejemplo ahora! -Lo miró con expresión de desafío y le hincó el dedo una vez más-. ¡Siéntate!
Él compuso una expresión inflexible. Los ojos, negros, ardían en rescoldos de ofuscación. Estaban frente a frente, sosteniéndose la mirada, la voluntades enfrentadas, pero de repente Diablo desvió la mirada hacia la puerta.
Jimin aprovechó esa oportunidad y, tras apoyar las manos en su grueso pecho, lo empujó con fuerza.
Diablo cayó sentado en la cama y masculló entre dientes.
-El agua, su alteza. -Con el codo, Webster abrió la puerta que había quedado entornada.
-Necesitaré un poco de bálsamo, Webster.
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Diablo Jeon
RomanceEl joven Omega Park Jimin trabaja como institutor pero tiene otros proyectos para su vida los cuales no incluyen el matrimonio. sin embargo acontecimientos inesperados cambian sus planes drásticamente comprometiéndolo con el miembro más libertino de...