Capítulo 69

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Había cometido un terrible error, no había querido que Jimin adivinara lo que había pensado y sentido al ver salir a Chillingworth en mangas de camisa y luego a él, que se volvió a dedicarle incluso unas palabras antes de marcharse.

Desde donde estaba no había oído sus palabras, pero la imaginación le había suministrado bastantes, lo mismo que acciones para acompañarlas. La traición de Jimin lo había dejado helado. La idea de que su declaración de amor hubiese sido vana, meras palabras huecas, le había destrozado el corazón. Lo consumía una rabia negra, no solo un arranque de cólera. Apenas recordaba el momento en que lo había seguido. Sí recordaba el instante en que lo había mantenido atrapado en su capa y había pensado en cuán fácil sería dar por acabado el tormento antes de que comenzara. Aquel recuerdo lo dejó helado, por más que empezara a sentir alivio. El sentimiento de culpa por su desconfianza se le clavaba en las entrañas.

Jimin lo miraba con ceño. Diablo Jeon aclaró la garganta.

—Sligo ha dicho que recibiste una nota —dijo para que Jimin empezara a explicarse.

En cambio, Jimin lo miró más torvamente todavía.

—Ya te hablé de esa nota en mi carta.

—¿Qué carta? —Jungkook parpadeó asombrado.

Tras buscar en su ridículo, Jimin sacó la nota y se la tendió.

—He recibido esto.

Jungkook la leyó y luego lo miró acusadoramente.

—Pone que debía venir de inmediato —Jimin levantó la barbilla—, por eso te escribí una carta explicándotelo y le pedí Sligo que te la hiciera llegar. Sabía que estabas en el Wite's. Yo no sabía que le habías ordenado que no se moviera de mi lado, por lo que envió a Daley para que te la entregara.

—No he recibido tu carta. —Diablo frunció el entrecejo y miró la nota—. Tal vez me marché de allí antes de que Daley llegara —reconoció.

—Entonces —Jimin lo miraba  enfurruñado—, si no has recibido mi carta, ¿por qué estás aquí?

Jungkook calló y al final alzó la cabeza despacio para encontrarse con la mirada expectante de Jimin.

—Vine porque recibí esto. —Se obligó a sacar la nota doblada del bolsillo. No quería dársela, pero su sinceridad, su claridad, el amor que Jimin sentía por él no le daba opción. Se la tendió con pesar.

Jimin la abrió y la leyó. Cuando llegó al final hizo una pausa y respiró con dificultad. Sintió una opresión en el pecho y el corazón le palpitaba. Sin alzar la cabeza, leyó la nota de nuevo.

Mientras imaginaba cómo podía haber ocurrido, las manos le temblaron. Jimin intentó serenarse y miró a Jungkook, cuyos ojos parecían verlo todo aunque en ocasiones la rabia los cegaba. El tiempo se dilató y siguió mirándolo con ojos incrédulos y suplicantes.

—No es cierto. Yo nunca haría una cosa así. Ya lo sabes. —En un susurro tierno y doloroso, añadió—: te amo.

—Lo sé —replicó Diablo, cerrando los ojos.Con la mandíbula encajada, en su interior se arremolinaba una fiera rabia contra el asesino que había atacado justo en el lugar más vulnerable de su armadura y había hecho daño a Jimin. Respiró hondo y lo miró ceñudo—. No he pensado, sólo he reaccionado. Cuando recibí la nota, no podía pensar. Después te vi salir de la casa de Chillingworth... —Se interrumpió y, con la mandíbula aún más tensa, se obligó a no desviar la mirada—. Me preocupo demasiado por ti —añadió en voz muy baja.

Jimin oyó sus palabras y lo que vio en sus ojos disipó todo su dolor. La opresión que sentía en el pecho desapareció y respiró hondo.

—Es justo —dijo, abrazándolo y apoyando la cabeza de su pecho—, porque yo también te quiero tanto que duele en el pecho.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora