Capítulo 52

977 178 32
                                    

En Londres el dormitorio de Jungkook era espacioso, pero aquella habitación era enorme. La cama era la más grande que el omega jamás hubiese visto. A ambos lados se abrían altos ventanales. Aquel dormitorio estaba en el extremo de una de las alas de la casa. Con las cortinas abiertas, el claro de luna inundaba la estancia y el verde pálido de la decoración se veía plateado.

Lo llevó al otro lado de la cama y lo depositó en un punto del suelo donde la luna proyectaba una brillante franja de luz en las baldosas. Su traje de novio, con una exquisita camisa de encaje Mechlin (encaje hecho a mano), resplandecía y vibraba.

Los movimientos del encaje en el pecho atrajeron la mirada de Diablo Jeon

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los movimientos del encaje en el pecho atrajeron la mirada de Diablo Jeon. Tomó uno de los suaves pezones que vislumbraba a través del delicado tejido y lo noto firme. Sus dedos lo exploraron y encontraron la cima, que con sus caricias se volvió dura como un guijarro.

Jimin contuvo el aliento. Diablo lo apoyó contra su pecho sin dejar de acariciar el pezón suavemente para luego despojarlo de su chaqueta de seda que cayó lentamente al piso. El omega se revolvió inquieto y le dio la espalda para que le desabrochara las cintas de la camisa.

—Las cintas están debajo de los encajes —le dijo Jimin con ansiedad.

Diablo Jeon sonrió y puso manos a la obra, acariciando primero un pezón y luego el otro al tiempo que le besaba el cuello. Cuando el último lazo estuvo desanudado la camisa, con su ayuda, se deslizó hasta el suelo, Jimin se quedó entre sus brazos suave y flexible, arqueándose contra él. A Jungkook le gustaba mucho verlo así, tierno y entregado a los placeres y consciente de ello. Después se entregaría aún más pero, para entonces, ya no sabría nada a excepción de la fiebre que recorrería sus venas. Le pasó las manos por la cintura y luego lo atrapó con sus brazos. A Jimin se le escapó un murmullo de placer. Cuando Diablo estrujó los fruncidos pezones entre el índice y el pulgar, él movió las caderas sugerentemente.

—Todavía no —murmuró él—. Hoy tendrás una experiencia que nunca olvidarás.

—¿Que? —Pronunció aquella palabra con el aliento entrecortado. Se volvió y, pasándole los brazos por el cuello, se apretó contra él—. ¿Qué quieres hacer?

Expandir tus horizontes. —Diablo sonrío despacio.

El omega intentó aparentar altivez pero sólo consiguió que se le viera fascinado. El retrocedió un paso y se quitó la chaqueta y el chaleco. Lo dejó caer al suelo y lo abrazó. Jimin se entregó a su abrazo como una sirena, como la sirena que había pasado las últimas semanas liberándose de los grilletes de las convenciones. En muchos aspectos, Jimin, todavía era inocente, pero todo lo que Diablo le enseñaba lo aprendía con un sincero entusiasmo que lo dejaba anonadado.  Desde su posición, con las opiniones coloreadas por la experiencia, veía que los años que tenía por delante eran muy prometedores. Los esperaba anhelante. Pero lo que ahora esperaban anhelante era la noche que pasarían juntos.

Jimin  tenía los labios abiertos y lo incitaba y seducía con la lengua. Se puso de puntillas y se apretó contra él, Diablo dejó que el deseo lo invadiera y lo atrajo hacia sí al tiempo que sus manos recorrían de nuevo sus curvas. Cuando le acarició la espalda su piel estaba húmeda.

Pasaron dos excitantes minutos y luego el resto de la ropa cayó olvidada en el claro de luna.

El beso de Jungkook se volvió más profundo. Jimin lo recibió y le correspondió. Dejó que sus manos resbalaran desde la nuca y vagaran por su cuerpo, deteniéndose en la amplitud de su pecho para después acariciarle la espalda. Sus manos se cerraron en su cintura y bajaron hasta las caderas.

Diablo cambio de posición y le aprisionó la mano entre una de las suyas. Sin interrumpir el beso, lo atrajo con fuerza hacia sí para hacerle sentir su ardiente y tiesa virilidad, para que supiera cuán exitante le resultaba su vulnerabilidad. Lo inclinó ligeramente hacia atrás sosteniéndolo con un brazo alrededor de la cintura, sin que sus bocas se separasen. El omega gimió y se retorció, no para soltarse sino para apretarse más contra Diablo.

El movimiento inquieto de sus caderas frotando su miembro sobre su muslo era más de lo que Diablo Jeon podía soportar. Lo levantó en brazos y lo depositó sobre las sábanas de seda. Jimin lo miró fijamente mientras con las manos exploraba su cuerpo.

—Si me amas, mantén quieta las manos —le dijo Diablo, apartándose. Llevaba todo una semana fantaseando sobre lo que harían esa noche, si se dejaba llevar por el entusiasmo de Jimin, como ya había ocurrido otras veces, no tendría ninguna oportunidad de convertir su fantasía en realidad.

Jimin se estiró voluptuosamente, con los brazos por encima de la cabeza y lo miró con anhelo.

—Lo único que quiero es tocarte —le dijo, viendo cómo se quitaba la corbata—. La noche pasada te gustó.

—Pero esta noche será distinto —repuso él.

Se quitó la camisa. Jimin sonrió, moviéndose seductor al calor de su mirada, disfrutando de la fascinación que su desnudez provocaba en el alfa. Diablo había dicho que le gustaba verlo completamente desnudo, sin una pizca de pudor. Al principio, aquella desnudez le había resultado embarazosa pero la familiaridad y la obsesión de Diablo le habían infundido confianza, por lo que ahora le parecía natural.

—¿Cómo de distinto? —preguntó cuando Diablo se sentó en la cama para quitarse las botas.

Él lo miró, dejando que sus ojos se deslizasen por su pecho, el vientre y los muslos.

—Esta noche será un placer para mí darte placer.

Jimin lo miró con curiosidad. Podía hacerlo gritar, gemir y sollozar de placer. Él era el inexperto, el alfa el maestro.

—¿Qué piensas hacerme?

—Ya lo verás —respondió, al tiempo que se desabrochaba los pantalones—, o mejor dicho ya lo sentirás.

La expectación de Jimin aumentó de repente y volvió a ser preso de aquella dulce tensión ya familiar. Al cabo de un segundo él se tumbó en la cama, tan desnudo como él. Viril y empalmado, totalmente excitado, se sentó a horcajadas sobre Jimin e inclinó su cuerpo hacia él.

Jimin se quedó sin aliento. Con los ojos muy abiertos, estudio los de él, que brillaban en la tenue luz. Entonces los cerró y bajó la cabeza para buscar sus labios.

Su beso explorador llegó a lo más hondo, a la profundidades en que moraba su lascivia. Lo atrajo hacia sí y Jimin se entregó. Se abrió para Diablo, moviéndose suavemente debajo de él.

 Se abrió para Diablo, moviéndose suavemente debajo de él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora