Capítulo 34

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Los tres días siguientes fueron muy difíciles para Jimin. Aturdido, con los nervios siempre a flor de piel y un nudo en el estómago, intentó encontrar una salida a la encrucijada en que se hallaba. Disimular su estado anímico ante la duquesa madre lo dejaba agotado, pero quedarse solo tampoco arreglaba las cosas ya que, en esos ratos, su mente volvía una y otra vez a lo que había visto, sentido y aprendido en la sala matutina, lo cual no hacía otra cosa que reforzar su aturdimiento.

Su único consuelo era notar que Jungkook estaba tan aturdido como él. Se miraban a los ojos pero brevemente. Cada roce, cuando él le tomaba la mano o el mismo se la ponía en el brazo, lo hacía temblar.

Desde el principio, Jungkook le había dicho que lo deseaba pero él no había entendido a qué se refería. Pero ahora ya lo sabía y, en vez de estar asustado o conmocionado, le intrigaba la profundidad física de aquel deseo. Se deleitaba en él y, en un plano absolutamente visceral, su lobo aullaba alborozado.

Todo ello lo llevaba a comportarse con una cautela extrema. Mientras reflexionaba ante la ventana de su salita, alguien llamó a la puerta.

—Adelante —dijo, sobresaltado.

La puerta se abrió y Diablo Jeon apareció en el umbral, mirándolo con una ceja arqueada.

Jimin arqueó una de las suyas.

Jungkook entró apretando los labios y cerró la puerta a sus espaldas. Su expresión era insondable.

—He venido a pedir disculpas.

Jimin Lo miró a los ojos, seguro de que la palabra «disculpas» rara vez salía de sus labios. Sus sentimientos se desbocaron para contenerse un segundo después. Notó un vacío en el estómago y, con el corazón palpitando, preguntó

—¿Por qué?

Diablo Jeon frunció el entrecejo y endureció la expresión.

—Por haberme apropiado de la factura de Celestine. —Con esto, dejaba muy claro que si él esperaba disculpas por lo ocurrido la sala matutina, nunca las tendría.

El corazón alborotado de Jimin se entristeció. Se esforzó por esbozar una sonrisa tonta e innecesaria.

—O sea que me darás esa factura.

—No —dijo él con los labios apretados tras estudiarle los ojos.

—¿Y por qué me pides disculpas si no vas a darme la factura?

Jungkook lo miró un largo instante con frustración en el rostro.

—No pido disculpas por haber pagado la factura de Celestine, sino por haber interferido en tu independencia, no era esa mi intención. Como tan correctamente has señalado, la única razón de que esa cuenta hubiese llegado a mi despacho sería que fueras mi esposo y me la hubieras entregado. No pude resistirme...

Jimin se quedó boquiabierto.

—¿La firmaste imaginando que eras mi marido? —Tuvo que hacer auténticos esfuerzos para no reír.

—No, no lo imaginaba, practicaba para hacerlo —dijo con expresión compungida.

—Pues por mi parte, te diré que no sirve de nada que practiques esa actividad concreta. —Se puso serio—. Mis facturas las pagaré yo, me casé contigo o no.

Su vivaz «o no» quedó flotando entre ambos. Jungkook se irguió e inclinó la cabeza.

—Como quieras —dijo con la mirada perdida en el paisaje del cuadro colgado en la repisa de la chimenea.

—Todavía no nos hemos puesto de acuerdo, su alteza, respecto a esa factura que pagaste inadvertidamente.

La seriedad de Jimin y su paso al trato honorífico lo sacaron de sus casillas. Apoyó el brazo en la repisa y atrapó la mirada de Jimin.

Diablo JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora