Capítulo 13

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Por la mañana temprano un golpecito en la puerta de su consultorio lo distrajo de la historia clínica que tenía en las manos.

─Adelante.

─Permiso ─susurró Julia una vez que abrió apenas la puerta para entrar─. Ayer me porté poco cortés, me disculpo.

─No hay problema. No era mi intención distraer a nadie.

─No es tu intención, pero lo logras, al igual que el embotellamiento que provocan tus admiradoras. Hay veces que las madres de pediatría esperan frente a tu consultorio para ser llamadas.

─No creas que me agrada. De hecho, pienso la manera de solucionarlo.

─Creo que es fácil, no se deje ver y nadie lo buscará.

─Que no me deje ver ¿Ahora es culpa mía?

─Si sale cada quince minutos para que las mujeres lo vean, no sé de quien es la culpa.

─¿Celosa?

─ ¿¡Perdón!?

─Por ya no ser la única popular en el hospital.

─No, para nada ─contestó riendo─, además yo soy popular entre ancianos.

─No puedes quejarte, te llenan de obsequios y te adoran.

─Pobres, no me conocen.

─O te conocen bien.

─¿Cómo le fue a Rosa ayer? ―quiso cambiar de tema y hablar de lo que realmente le importaba.

─De hecho, ayer cuando me echaste te esperaba para contarte.

─Perdón ─repitió con cara de sufrida mientras unía las palmas de las manos bajo su mentón.

─No es nada, solo una dermatitis que ya está bajo tratamiento.

─Lo supuse, pero a los abuelos hay que tenerles paciencia. Si vuelve a necesitarme no dudes en llamarme ─dijo mientras se ponía de pie para marcharse.

─No soy el único de quien los colegas se quejan.

─No me diga ─respondió fingiendo curiosidad.

─No te interesa, ¿verdad?

─Sería mentirosa si dijera que no me afecta, pero muchas cosas las hago apropósito para molestar.

─¿Por eso no almuerzas en el comedor y casi no sales de tu consultorio, excepto para utilizar el mejor quirófano que, dicho sea de paso, nadie puede utilizar?

─Digamos que soy perfil bajo. A diferencia de ti, que el hospital entero se entera cuando llegas. Si piensas hacer carrera en este lugar, te darás cuenta de que es mejor no hacerse notar mucho.

─Y tú, si piensa hacer carrera en este lugar, deberías darte cuenta de que tampoco podrás continuar escondida por mucho tiempo.

─Yo creo que sí.

─Almuerza conmigo.

─¿Por qué?

─Porque quiero tomar aire y estoy cansado de que me coqueteen.

─¿Qué tengo que ver con eso?

─Que con lo popular que eres nadie se atreverá a acercarse a mí ─cuando vio que ella se estaba por negar añadió ─recuerda que tu comportamiento hacia mí fue horrible, creo que podría catalogarse como maltrato. De hecho, voy a hablarlo con el director.

─¡Qué exagerado! No hubo ningún maltrato. Con mucho respeto te pedí que te retiraras.

─ ¿Te parece respetuoso poner apodos a tus colegas?

Por favor, déjame enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora