Días atrás, Karim había recibido un mensaje de Lucio. Su amigo le había contado que Julia no quería saber nada de él y que no veía posibilidades de volver con ella. Su voz no solo sonaba angustiada, sino que en un momento lo había escuchado llorar. Nunca había visto a su amigo tan triste. No podía creer que se hubiese encaprichado de esa manera con la cardióloga. No entendía como se dejaba usar y abandonar sin ninguna razón.
Conocía a Lucio desde que iban a la escuela y nunca había sido un mal chico, siempre se había ocupado de ayudar a los demás, muchas veces a costa de sí mismo. Pensar que Julia estaba jugando con él para darle celos a su exnovio lo enfurecía. No le podía decir aquello a su amigo, pero lo comprobaría y le llevaría las pruebas necesarias.
Y mientras buscaba la manera de tener las pruebas que necesitaba para abrirle los ojos a Lucio, viajaba a verlo. No podía dejarlo solo en un momento así, por lo que estaba decidido a quedarse un par de días con él hasta convencerlo de que se fuera a pasar una temporada a la Ciudad de Buenos Aires, con su familia y con él. Necesitaba tomar aire y salir de ese círculo de engaños que le enredaba las ideas y no lo dejaba pensar con claridad.
Hizo una parada en una estación de servicio para tomar un refresco y tomó coraje para recorrer el último trecho de ruta que le quedaba. Solo cincuenta kilómetros y estaría con su amigo. Cansado del silencio puso la Playlist de Soda Stereo que tanto le gustaba y emprendió viaje. Terminaron de sonar los últimos acordes de "La ciudad de la furia" para dar lugar a "Corazón delator".
La ruta estaba tranquila, de vez en cuando se cruzaba con algún camión cargado de cereales, pero poco más que eso. Él no estaba apurado, por lo que tampoco le importaría si hubiese un embotellamiento. La calma del campo, con algún que otro animal pastando y el cielo despejado del mediodía, terminó de fusionarse con la del interior del vehículo.
No le gustaba cantar, pero este tema en particular era más fuerte que él y terminó tarareando "... Ella parece sospechar, parece descubrir, en mi debilidad, los vestigios de una hoguera..." mientras con los pulgares golpeteaba los lados del volante. Su cabeza aprovechó la oportunidad para invocar a Nur. "Espero no cruzarme con la colorada los días que esté en la ciudad", pensó. Después de los mensajes intercambiados le daría vergüenza volver a mirarla a la cara. Seguramente lo miraría con una sonrisa burlona capaz de acobardar hasta al más atrevido. Ya la podía imaginar preguntándole con toda desfachatez "¿Qué crees que puedes hacerme?". Y él, que no era el más avispado de todos y que últimamente lo único que sabía hacer delante de ella era avergonzarse, comenzaría a caminar hacia atrás, hasta lograr escapar de semejante mujer.
Por el espejo retrovisor vio una moto acercarse a toda velocidad. Conocía poco de motocicletas, pero estaba seguro de que esa valía más que su auto. Era hermosa, de esas que obligan al conductor a inclinarse sobre ella, negra, con vetas naranjas a los lados que solo alcanzaba a ver cuando el conductor realizaba alguna maniobra.
De haber estado en la ciudad, hubiese acelerado porque de seguro era algún ladrón al que no le importaba perder la vida en un intento de hacerse con un buen auto, aunque este no fuera el caso, o con un poco de dinero que destinaría de seguro a saldar cuentas con su dealer.
La motocicleta se acercaba cada vez más y no sabía diferenciar si era muy grande o el conductor muy pequeño, ya que casi no se distinguía sobre ella. Él pisó el acelerador llegando a ciento ochenta kilómetros por hora y el conductor debía estar loco porque debió acelerar para mantener la misma distancia entre sus vehículos. En un momento, el motociclista aceleró aún más y acabó por pasarlo.
El conductor no era tal, era conductora y por debajo del casco le escapaba una trenza colorada que le cruzaba la espalda ¿Cuántas mujeres coloradas podía haber en la zona?, pensó y enseguida supo que, aunque estuviera en Irlanda, esa mujer solo podía ser Nur.
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Por favor, déjame enamorarte
RomanceJulia es una joven cardióloga que tiene la vida solucionada. Una madre amorosa que parece olvidar que ya no es una adolescente, un empleo del que está orgullosa, a pesar de ocupar el escalón más bajo en la cadena de responsabilidades, un grupo de am...