El sábado por la tarde Julia envió un mensaje a Santiago, Nur, Diego, Vicente y Valentina para que se reunieran en su casa. Todos querían conocer los detalles del encuentro de la más inocente del grupo, por lo que ninguno se atrevió a negarse.
―Ahora que estamos todos ―empezó diciendo Nur frotándose las manos―, cuenta que tal te fue anoche.
―Bien ―respondió Valentina sonriendo y bajando la mirada.
―No, nena ―se quejó Nur―, cuando yo salgo cuento con pelos y señales.
―Nur, no todos somos como tú ―intervino Julia, que ya había visto cómo Valentina se ponía colorada.
―Tienes razón ―volvió a hablar la colorada ―, ¿pero te dolió?
Todos se rieron porque era sumamente insistente cuando quería saber algo. Julia miraba a Vicente y era prácticamente imposible que el resto no notara la cara de embelesado que tenía cada vez que miraba a Valentina.
―Mucho, pero solo la primera vez ―mintió porque en realidad no le había dolido nada.
―O sea que la primera vez no sentiste nada ―afirmó Nur y Valentina no la sacó de su error―. ¿Y cuántas veces lo hicieron? ―Volvió al ataque la colorada.
―Dos ―mintió nuevamente, porque en realidad no podía contar la cantidad de veces, lo cierto era que habían estado casi toda la noche besándose, acariciándose y en algún momento perdió la cuenta. Miró a Vicente que desde el otro lado de la mesa la miraba con picardía.
―Dime que por lo menos la segunda vez terminaste.
Ella no le quitó la mirada de encima a Vicente mientras negaba con la cabeza y observaba el esfuerzo que hacía él por aguantar la risa.
―Pero qué bruto ―se enervó Nur―, no vale la pena un tipo tan desconsiderado y egoísta. Me imagino que no lo verás nunca más.
―Yo creo que le daré otra oportunidad.
―¿Por qué? ―preguntaron casi todos al mismo tiempo.
―Porque esta mañana me dijo que había terminado tan rápido porque nunca había estado con una chica tan linda.
Todos empezaron a reír ante la ocurrencia del "pobre idiota" como lo llamó Santiago.
―Ay, no ―dijo Nur cuando pudo parar de reír―, no lo veas más ―terminó aconsejando, aunque sonaba más a súplica.
―Estamos uno a uno ―le dijo Vicente a Valentina cuando estuvieron solos en la cocina. Últimamente, habían adoptado la costumbre de preparar ellos el mate para tener algo de privacidad, aunque en la casa de Julia la cocina no les ofrecía la intimidad que Vicente hubiese esperado.
―¿No habrás pensado que te iba a dejar pasar el chascarrillo del viernes? ―preguntó ella sonriente.
―No esperaba menos de ti. Aunque a nuestros amigos podríamos contarles ―propuso estirando el brazo por detrás de Valentina para alcanzar el azúcar y aprovechando para acariciarla en el trayecto.
―Mejor esperemos.
―¿No estás segura?
―¿De qué? ―Lo miró a los ojos.
―De lo que sientes por mí.
―Claro que estoy segura. ―Le dio un beso en los labios mientras le acariciaba la mejilla, contradiciendo lo que acababa de decir, ya que sus amigos con solo desviar la mirada podían verlos en cualquier momento―. Solo quiero tener la seguridad de que no me darás una patada en el culo cuando mi madre te agote la paciencia.
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Por favor, déjame enamorarte
RomanceJulia es una joven cardióloga que tiene la vida solucionada. Una madre amorosa que parece olvidar que ya no es una adolescente, un empleo del que está orgullosa, a pesar de ocupar el escalón más bajo en la cadena de responsabilidades, un grupo de am...