Como Karim prometió, al día siguiente subió a su amigo al auto y juntos volvieron a su ciudad. Como era de esperar, no hubo mensaje de despedida y Julia se enteró en el hospital que el dermatólogo se había tomado vacaciones. Luego, Nur le comentó que Karim había vuelto para llevárselo.
Ya habían pasado dos semanas desde aquella noche en el bar, cuando Lucio le había preguntado el porqué de la ruptura mientras bailaban. Ella sabía que se arrepentiría toda la vida por haber tenido miedo, por no haber confiado en él, por la vergüenza, por todo. Él no se había vuelto a comunicar, ni siquiera luego de su partida, y ella no sabría qué decirle en el caso de llamarlo.
Desde la mañana en que puso en su lugar a Mauricio, se dedicó a formar en el hospital un comité de detección temprana de violencia, para evitar que se repitiera lo que había ocurrido con la paciente atendida por traumatismos múltiples semanas atrás. Las médicas y médicos del hospital buscaron un espacio televisivo, de media hora una vez por semana, en el canal local para concientizar sobre violencia de género, entre otros temas que consideraban de interés. Contaban con el apoyo tanto del personal del hospital como del resto de entidades municipales y privadas. La educación no quedaba excluida, por lo que, en varias oportunidades, Julia debió asistir a los colegios secundarios para conversar con los alumnos y alumnas de algunos cursos. El ciclo de charlas televisivo fue iniciado por Julia, el médico pediatra y dos enfermeras y luego fueron continuadas por otros grupos de profesionales.
A pesar de lo atareado de su trabajo y las actividades que fue adoptando, los días sin Lucio se le hacían interminables, lo amaba y extrañaba. De todos modos, sabía que necesitaba poner en orden su vida antes de intentar aclarar las cosas con él. Sus pensamientos habían vuelto al habitual pesimismo y luego de la primera semana de silencio entre los dos, perdió la esperanza de una reconciliación. Solo podía aspirar a que él no la odiara.
Sus tardes pasaban entre consultas, búsqueda de contenido para las charlas y mates tardíos con Nur. En algunas ocasiones se sumaba Valentina, pero el último tiempo estaba más ocupada. A ella y a Nur les había contado que estaba saliendo con alguien, que recién se estaban conociendo y por eso, muchas noches se mantenía ocupada. Se disculpó los dos martes que no pudo ir a cenar con ellas, y les contó que su amigo la invitaba a jugar al bowling. Los jueves iban al cine y los viernes a cenar.
Nur moría de curiosidad por saber cómo sería ese hombre que tenía a Valen tan entusiasmada y fiel a su costumbre, no paraba de preguntar.
―Y, ¿cómo es?
―Es moreno, alto, gracioso, apuesto, atento y caballeroso ―contestó Valentina con ojos soñadores.
Julia no imaginaba a su primo siendo gracioso y aunque podía catalogarse de apuesto lo de atento y caballeroso, sabía que Valentina se lo estaba intentando.
―¿Dónde lo conociste?
―En el trabajo
―¿Es de aquí? ―preguntó Nur y se quedó observándola en silencio, al ver que su amiga no respondía afirmó―. Sí, es de aquí, porque si hubiese llegado alguien nuevo lo sabríamos todos. Fue la comidilla cuando volvió Josefina, y no era nueva. ―No quiso decir que el día que llegó Lucio había sido como remover un avispero por deferencia a su amiga que todavía lloraba por él.
―Sí, es de aquí. ―Terminó reconociendo.
―Tienes que decirnos quién es, ¡no me digas que es Pablo! ―Nur se refería al joven que durante la fiesta de la ciudad le había pedido que acompañe a su grupo porque algunos integrantes no podían asistir―. Supe que tomó una suplencia para enseñar música en el mismo colegio secundario donde trabajas.
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Por favor, déjame enamorarte
RomanceJulia es una joven cardióloga que tiene la vida solucionada. Una madre amorosa que parece olvidar que ya no es una adolescente, un empleo del que está orgullosa, a pesar de ocupar el escalón más bajo en la cadena de responsabilidades, un grupo de am...