Capítulo 25

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Sentado en el escritorio de su consultorio, Lucio leía la sección de espectáculos del periódico local. Julia le había contado por la mañana que habían publicado una nota y que Nur enfurecería al leerla. No entendía cómo Josefina había permitido que se escribiera algo así de sus amigos. Nur la mataría cuando leyera el periódico.

"Fiesta Nacional.

En el marco de la Fiesta Nacional celebrada en nuestra ciudad hemos recibido la visita de grandes artistas nacionales lo que ha impulsado el comercio y turismo, y lo seguirá haciendo gracias al trabajo que la nueva reina, junto con sus princesas, plantean en su proyecto.

Por otra parte, tuvimos el agrado de deleitarnos con la música de la banda local, quien no escatimó en llevar alegría al escenario y contagiarla al público con los temas que ya todos conocemos. Cabe destacar que el grupo, conocedor de la posibilidad de caer en el olvido a causa de su poca predisposición a la innovación, ha decidido incorporar a tres jóvenes talentos locales. Con esto pretende recuperar parte de la gloria de la que ostentaron alguna vez o de la que pretendieron alcanzar en sus sueños más ambiciosos.

Por último, dedicaremos unas palabras a la antigua reina de la ciudad, nuestra querida Nur Abadi, de quien no podemos decir que le falte belleza, talento o preparación, sin embargo, no fue muy favorable la representación del tema que tocaron en el cierre del espectáculo, ya que como se le ha señalado en algunas oportunidades, le falta sentimiento y fuerza para interpretar ciertas canciones. En su entorno más íntimo, relacionan esto al hecho de que le falta experiencia en el amor. No la podemos culpar por no haberse enamorado, lo que no sabemos es qué le ocurre a la población masculina de la ciudad que aún no ha intentado conquistar a tan bella ciudadana."

Continuaba con el periódico en la mano y una sonrisa de incredulidad cuando la puerta de su despacho se abrió y en el marco apareció la figura de su madre.

─¿Qué haces aquí? ―preguntó poniéndose de pie y acercándose a ella para darle un abrazo de bienvenida.

─Soy tu madre, ¿no puede una madre ver donde trabaja su hijo? ―respondió dejándose abrazar y luego depositando un beso en la mejilla de su hijo.

─¿Cuándo llegaste? ―con la mano en la espalda la guiaba hacia una silla para que tomara asiento.

─Ayer por la noche ―respondió con una sonrisa.

─¿Y dónde pasaste la noche? ―preguntó mientras él mismo se sentaba en la silla restante.

─¿Dónde más?, en un hotel.

─¿Por qué no me dijiste que venias? Hay lugar en mi departamento para ti, te hubieses quedado conmigo.

─Últimamente estas muy ocupado para tu familia, supuse que, si no hay lugar en tu vida para una madre, tampoco lo habría en tu departamento.

─¡Mamá! ─rio a carcajadas─. ¿Cuántos capítulos de "María la del barrio" has visto?

─Desde que me jubilé no hago más que ver novelas turcas ─admitió riendo.

─¿Cómo han estado tú y papá?

─Bien, cariño. Él iba a venir conmigo, pero no pudimos organizarnos con Cami ─dijo refiriéndose a la nieta de cinco años que cuidaban cuando su hija trabajaba─. Y tú, ¿cómo has estado?

─Bien...

─¿Solo bien?

─Es difícil de contar, pero en líneas generales estoy bien ―respondió sonriendo.

─Te veo bien. Dime que no has olvidado que este fin de semana celebramos el cumpleaños de tu padre.

─No, no lo he olvidado, mamá.

Por favor, déjame enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora