A la madrugada, cuando ya estuvieron muy cansados comenzaron a despedirse. Los primeros en marcharse fueron Carla y su marido, junto con Laura, Mariana y su novio. Diego salió junto a Santiago en su auto. A Vicente no le quedó otra alternativa que llevar a Josefina y ver cómo Valentina se marchaba en su auto y se ofrecía a llevar a Marcos y a Andy. Karim esperó unos minutos y también abandonó el lugar.
Carla se despidió de su amiga y no perdió la oportunidad de decirle al oído: "Después de cómo se besaron, ni se te ocurra volver a tu departamento. Ve a un hotel si es necesario." Julia rio ante la ocurrencia, aunque previendo que algo como aquello pudiera ocurrir, llevaba consigo las llaves de la casa de su madre.
―¿Estás segura de que no quieres pasar la noche en mi departamento? Prometo comportarme como el novio entregado que soy. ―La tentó Lucio cuando estuvieron en la puerta de la casa de Ana.
―No dudo de que harías tu mejor esfuerzo, pero te agradezco.
―Hablando en serio, puedes dormir en mi cuarto y yo voy al sofá.
―¿Y cómo le explicaríamos eso a tu amigo?
―Buen punto.
―Hasta mañana, Lucio.
―Hasta mañana, Julia. ―Enmarcó su rostro con una mano y le dio un beso tierno en los labios.
Entró a la casa de su madre con el cuerpo alterado por la cantidad de besos que Lucio le había dado esa noche. Le hubiera gustado aceptar ir a su departamento, pero no quería terminar de enamorarse. Lo mantendría así hasta que estuviera segura de los sentimientos de él, y de los propios también.
En el bolso, el teléfono vibró. Lo buscó y leyó:
Lucio:
Te paso a buscar mañana para llevar a los perros al parque.
Julia:
¿Y continuar jugando a la familia?
Lucio:
¿Qué estaré haciendo mal?
Julia:
¿Por qué?
Lucio:
Porque no logro hacerte saber que no estoy jugando.
Se sentó en la cama que usó de niña con una sonrisa boba en los labios, se quitó los zapatos y se dejó caer hacia atrás con el teléfono en la mano. Si Lucio le mandaba un mensaje más, le pediría que la fuera a buscar. El teléfono volvió a sonar y la sonrisa se le amplió. Levantó el aparato sobre su rostro, pero en lugar de ver un mensaje de WhatsApp, tenía un mensaje de texto. Abrió la aplicación y comenzaron a llegar, uno detrás de otro, todos los mensajes.
Mauricio:
Mientras yo pienso en ti, en lo que me hubiera gustado compartir contigo tu cumpleaños, tú lo disfrutas a lo grande.
No mereces todas mis lágrimas ni mi depresión.
¿Acaso no te das cuenta de que me estas matando?
Acaba con tus sueños si quieres, pero no con los míos. Compartir la vida contigo era mi sueño.
Deseo de todo corazón que tengas una vida feliz. Yo ya no puedo vivir sin ti.
Lo perdí todo y siento que soy el único que echa de menos lo que teníamos.
Lo siento, no puedo continuar así. Espero que seas feliz y por favor, no te sientas culpable.
Siempre te amaré, más allá de la vida o la muerte, siempre serás el amor de mi vida.
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Por favor, déjame enamorarte
RomanceJulia es una joven cardióloga que tiene la vida solucionada. Una madre amorosa que parece olvidar que ya no es una adolescente, un empleo del que está orgullosa, a pesar de ocupar el escalón más bajo en la cadena de responsabilidades, un grupo de am...