Capítulo 23

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Como en la mayoría de las ciudades del interior del país, en determinada época del año se celebra la Fiesta Nacional de la zona. Son cuatro días de festejo que coinciden con las vacaciones escolares y en los que el centro de la ciudad se transforma en una feria al aire libre. Artesanos locales y de ciudades cercanas viajan para ofrecer sus productos, muchas carpas de entretenimientos ofrecen tiro al blanco y como premio se entregan juguetes enormes, camas elásticas, peloteros para los más chiquitos, cervezas y comidas artesanales para que los paseantes puedan probar. Por las noches se ofrecen espectáculos musicales que son organizados por los municipios locales quienes se esmeran por llevar a los mejores y más populares artistas además de dar la oportunidad a los artistas locales de mostrar su talento.

Durante todas las noches se brinda un espacio para conocer a las postulantes a reina y princesas de la ciudad. Esas noches no solo se valora la belleza, sino la cultura, el compromiso y el saber. Todas las jóvenes que se postulan son nacidas en la ciudad por lo tanto no solo están interiorizadas con las problemáticas locales, sino que también se encuentras comprometidas con diferentes causas, ya sea el cuidado del medioambiente, mejora de cultivos sustentables o educación.

Julia y Nur paseaban mirando las artesanías que ofrecían los puesteros mientras Nur no podía disimular su fascinación por las pulseras de alpaca. Era algo que le gustaba de pequeña y cada vez que podía no perdía la oportunidad de comprar alguna nueva. Y ahí estaban paradas frente a un puesto mientras comían garrapiñadas cuando se les acercó Mauricio.

―¿Qué pasa con tu novio? ―inquirió directamente a Julia― ¿No le gustan las ferias de pueblo o no le gusta pasar tiempo contigo? Fuera de la cama, me refiero.

―¡Pero, como llora el bebé! Que triste debe ser darse cuenta de que tuviste tremenda mujer y que se te fue ―replicó sin miramientos Nur.

―Shh que nadie está hablando contigo.

―¡Qué grosero eres! Nunca me pregunté por qué Julia terminó contigo, pero si lo hubiese hecho, ahora me daría cuenta.

―Me dejó porque le llenaste la cabeza, tú y la otra fracasada. Vieron que a Julia le iba bien, que podría salir adelante y no pudieron soportarlo.

―Ya, Nur, vamos. No le sigas la corriente ―intervino Julia que la estaba pasando muy mal.

―No me trates como a un loco ―habló de nuevo Mauricio acercándose demasiado a ella―. No estoy diciendo más que la verdad. ¿Qué ocurre? ¿No puedes hablar si no tienes al matón de tu arrastrado? ¿Vas a mandarlo a que me atropelle de nuevo? ¿O puedo andar tranquilo por la calle?

―¿Te das cuenta ―replicó Nur mirando la mano de Julia que en ese momento tiraba de su brazo para que se alejaran de Mauricio―? Tranquila, ya nos vamos ―le dijo a su amiga y continuó― ¿Te das cuenta de que esto que haces tiene un nombre? Se llama acoso y te aseguro que, si mi amiga me hace caso, de aquí nos vamos directo a la comisaría a hacer la denuncia.

―¿Y qué se te ocurre que me van a hacer? ―preguntó con una sonrisa burlona mientras la miraba hacia abajo.

―Tal vez nada. Pero en este pueblo todo se sabe y te sabrá muy mal cuando ya nadie quiera atenderse contigo en el hospital.

―No sigas haciendo caso a este tipo de personas ―aconsejó Mauricio a Julia―. Sé que le tienes un poco de lástima, pero te va a arruinar la vida ―aseguró refiriéndose a Nur―. Me gustaría que pudiéramos sentarnos a tomar un café y charlar un rato. Te extraños.

―No creo que eso ocurra. Ya tuvimos nuestro tiempo para cafés y charlas. ―respondió Julia.

―¿Estás contenta? ―preguntó Mauricio directamente a Nur―. ¿Cuándo fracase en esta relación también a quien vas a culpar? ―dio media vuelta y se marchó.

Por favor, déjame enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora