Capítulo 22

8 3 0
                                    

El lunes por la tarde, Julia y Nur fueron de compras, primero por algunas blusas y pollera para el verano y luego, la temida mueblería. Julia no creía encontrar un sofá tan cómodo como el que había vendido, pero tampoco quería volver a comprar el mismo.

Nur se sentaba y recostaba en la mayoría, probando a su amiga que eran más que funcionales, pero ella no se decidía por ninguno. El vendedor las miró con cara de pocos amigos cuando ellas se acomodaron en un sofá de tres cuerpos y se pusieron a conversar.

―Cuéntame, ¿qué tal terminaste la noche del sábado? ―preguntó Nur con una sonrisa pícara.

―Normal.

―¿Normal? ¿Después de la arrinconada que le pegaste a tu novio?

―Sí, normal.

―Imagino que durmieron juntos.

―Imaginas mal, yo estaba muy cansada, me fui a lo de mi mamá, pero no digas nada, por favor.

―¿No fuiste con Lucio porque en su casa esta ese amigo?

―No, Karim no tiene nada que ver, ¡pobre! Me cae muy bien.

―Me imagino. Ahora que te gustan los perros y él es como el perro del hortelano, que no come ni deja comer.

―Nur, no seas mala. No lo conoces, es muy simpático y agradable, y si te dieras la oportunidad de conocerlo, también te gustaría. Sin ir más lejos, ayer nos acompañó al parque a dar una vuelta con los perrhijos.

―Entre más cuentas sobre él menos logro imaginar el universo en que me pueda caer bien.

―No seas así, le encanta Cerati, al igual que a ti. Si le cuentas que tienes esa guitarra azul se volvería loco.

―Jul ―no quiso decir a su amiga que no se trataba de una guitarra azul cualquiera, sino de la "Jackson Soloist" ícono de Soda Stereo―, sé que es el mejor amigo de tu novio, por eso voy a llevarme lo mejor posible con él, aunque no me caiga para nada bien.

―No te voy a hacer cambiar de opinión con respecto a él ―suspiró―. Dejémoslo ahí porque tengo otra cosa que contarte. Lo peor de la noche no fue dormir sola, me escribió Mauricio.

―¿Por qué no lo bloqueas?

―Lo tengo bloqueado, pero me escribe mensajes de texto.

―No lo leas.

―Ya los leí, así que ahora deja que te cuente. Me dijo que se iba a matar y no sé qué otras cosas más. Que estaba en los silos abandonados.

―Imagino que no fuiste.

―Deja de imaginar porque todo lo que tú no harías es justo lo que yo hago.

―Pero ¡serás tarada!

―No te enojes, fui con Vicente y él le terminó dando un golpe porque me dijo puta entre otras cosas.

―Este hombre no se va a dar por vencido nunca.

―No lo sé, pero has silencio que mira quienes acaban de entrar. ―Lucio y Karim las habían visto desde la vidriera y en ese momento estaban entrado a la mueblería.

―Les hicimos señas desde afuera, pero ustedes estaban muy concentradas charlando ―mencionó Lucio antes de besar a Julia en los labios.

―No nos dimos cuenta ―afirmó Julia.

―¿Que hacen aquí? ―preguntó Lucio.

―Como no tenemos sofá donde conversar nos vinimos a sentar aquí ―miró al vendedor que les dedicaba miradas impacientes―, por lo menos hasta que él se canse y nos eche.

Por favor, déjame enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora