Ese día, Karim no hizo otra cosa que buscar un vuelo que lo llevara desde Etiopía a Argentina y hablar con Nur. Era la única que creía en la posibilidad de que sus amigos estuvieran en un sitio diferente al lago donde los buscaba la policía.
―Nur ―dijo en esa oportunidad Karim―, conoces a Julia, has memoria. ¿Alguna vez te mencionó algún sitio que frecuentara con Mauricio o un lugar donde ella pudiera buscar refugio?
―Hay una casa donde ellos fueron la última vez, pero no sé dónde queda.
―¿Sabes cómo es esa casa?
―No ―respondió apresurada, pero casi al instante recordó que tenían una foto―. Espera, tengo una foto.
―Bien, envíamela que intentaré localizarla y tú, avisa a la policía. Cuando te mande la ubicación deberán salir de prisa al sitio que les indique.
Para variar, los policías en ese momento cumplían la orden de rastrillar ese sitio y hasta que no descartaran la posibilidad de encontrar alguna pista o un cuerpo, no cambiarían de estrategia. Por eso, Nur subió al auto de Jorge acompañada por Valentina, mientras Karim les indicaba la mejor ruta para acercarse a la casa que había localizado gracias a un programa de mapas. Le gritó que diera media vuelta cuando se enteró de que iban solas, pero Nur se limitó a responder que él no era nadie para darle órdenes y cortó la comunicación.
Dejaron el auto a varios metros de distancia de la casa para no ser oídas y caminando, entre el pasto del campo contiguo fueron acercándose. Cuando llegaron a la parte trasera de la casa, Valentina le compartió su ubicación a Vicente y le dijo que fuera acompañado de algún patrullero porque habían encontrado a Julia. Y era cierto, por la ventana se podía ver a Julia de pie, sobre una mesa, atada de pies y manos, se mantenía erguida solo por la soga que pendía de su cuello y le impedía irse de lado, pero su rostro golpeado y la ropa rasgada y manchada de sangre daban fe de que había sido gravemente herida.
―Ten ―dijo Nur entregándole una rama lo suficientemente gruesa y pesada como para semejarse a un bate de beisbol―. Golpea a Mauricio o a Lucio con esto, en la cabeza, sin lástima.
―¿Y tú qué harás?
―Lo entretendré para que tú puedas golpearlo.
Nur tomó su teléfono, marcó el número de Diego y se dirigió al frente de la casa hablando en voz baja, pero intentando llamar la atención del secuestrador. Un golpe en la cabeza, cerca del oído, la mareó y cuando se giró vio a Mauricio que se abalanzaba sobre ella, dándole golpes con el puño, en el rostro. Ella intentó alejarse mientras gritaba, pero él logró partirle el labio con el primer golpe y con el segundo le costó mantenerse de pie.
Valentina apareció por detrás de Mauricio y le dio un golpe en el medio de la espalda, no tenía mucha fuerza, pero sabía usar un bate para golpear una pelota y utilizó la misma técnica. Él cayó al suelo desvanecido y las dos entraron a la casa para ayudar a sus amigos.
Julia estaba lastimada, la blusa rasgada, las manos y pies atados y una venda le cubría los ojos. Movía la cabeza tratando de escuchar algún sonido, y lloró cuando por fin oyó una voz conocida.
―¿Qué te han hecho, Julia? ―gritó Valentina.
―Mierda, ¿qué le ocurre a Lucio?, Julia ―preguntó Nur que en ese momento se estaba acercando a él―, Lucio se está retorciendo y larga espuma por la boca.
―Sostenle la cabeza, que no se ahogue ―gritó Julia con la voz rasposa, aún impedida de ver lo que ocurría―.Y cuando se le pase, has que vomite, métele los dedos en la boca y que largue todo.
Valentina trepó a la mesa para desatar a su amiga, pero Mauricio entró hecho una furia y con fuerza empujó la mesa que servía de soporte para que Julia no terminara ahorcada. Valentina cayó hacia atrás, pero se incorporó en el momento y tomando los pies de su amiga intentó ayudarla para que no terminara asfixiada.
Nur abandonó a Lucio y se arrojó contra Mauricio, quien en ese momento sacaba un arma y apuntaba a Julia. Sin lástima disparó, pero el golpe de Nur al abalanzarse sobre él los hizo caer a ambos, ella sobre él, modificando la dirección de la bala que golpeó el lado derecho del pecho de Valentina. Ella hizo un paso atrás cuando recibió el impacto, pero se mantuvo firme levantando a su amiga, hasta que la sangre comenzó a manchar su ropa y terminó desplomándose.
Nur lloraba mientras forcejeaba con Mauricio por el arma. Un nuevo disparo salió cuando ella logró incorporarse y la hirió en una pierna, pero ella ya había aferrado el palo que antes le había entregado a Valentina y le dio un golpe en la cabeza con todas sus fuerzas. Volvió a poner la mesa en su lugar mientras escuchaba las sirenas de la policía acercarse, como pudo se trepó e intentó poner de pie a Julia, pero ella no respondía y las piernas le colgaban.
Vicente, Santiago y Diego entraron en el momento en que ella intentaba levantar en brazos a Julia para que la soga dejara de tirar de su cuello. Ninguno de los tres podía creer el horror que estaban viendo. Enseguida, Vicente se arrodilló al lado de Valentina para comprobar que respiraba.
―Yo la cuido ―dijo Santiago―, levanta a Julia para que Diego pueda cortar la soga ―ordenó sin perder tiempo y se arrodilló junto a su amiga que respiraba con dificultad.
Vicente bajó a Nur de la mesa y se trepó para levantar a su prima y que Diego pudiera cortar la soga que colgaba de la viga.
Viendo que ya no podía ayudar a Julia, se dirigió hacia Lucio y le metió los dedos en la boca hasta hacerlo vomitar como le había dicho Julia. El hecho de que vaciara el estómago no mejoraba para nada su aspecto y mucho menos lo había hecho volver en sí.
El sonido de un disparo lo asustó a todos, comenzaron a mirarse con el miedo reflejado en el rostro. Enseguida notaron que ninguno de ellos estaba herido. Mauricio se había disparado en la frente terminando con su vida.
La policía llegó unos minutos más tarde junto con dos ambulancias, una de ellas, destinada al traslado del cuerpo sin vida de Mauricio.
Ana, Jorge y los padres de Lucio llegaron al lugar en el momento en que dos paramédicos le hacían reanimación a Julia y otro ponía una compresa en el pecho de Valentina para impedir que continuara perdiendo sangre. Julia comenzó a respirar de nuevo y Ana corrió a su lado hasta el momento en que la subieron a la ambulancia. Entonces dudó un segundo, porque Nur también estaba herida.
―¿Qué esperas, Ana? ―Preguntó Nur sostenida ahora por el brazo de Jorge―. Ve.
―Yo me quedo con ella ―dijo Jorge―. Ve tranquila.
―Nos vemos allá, hija. ―Le besó la frente y se fue en la ambulancia con Julia.
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Por favor, déjame enamorarte
RomanceJulia es una joven cardióloga que tiene la vida solucionada. Una madre amorosa que parece olvidar que ya no es una adolescente, un empleo del que está orgullosa, a pesar de ocupar el escalón más bajo en la cadena de responsabilidades, un grupo de am...