Capítulo 41

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"Be you, there's no one better. -Selena Gomez."

Su cabello completamente lacio cae sobre sus hombros y pecho. Sus ojos miel están perfectamente delineados y sus pestañas negras y realzadas. Su color de piel tiene un tono más oscuro y de sus labios se apodera un suave brillo rosado. Tiene puestas unas calzas negras con cierres a los costados y una blusa de jean, sus pies están adornados por zapatos negros con tacón de invierno. Su cuerpo emana un perfume femenino que la hace aún más hermosa. Un saco la abriga y su sonrisa me deja pasmado cuando se ríe de mí.

-Bueno, realmente no sabía qué te arreglabas tan bien.

Una de sus manos se forma puño para pegarme directamente en el pecho. Su mirada baja hasta el suelo, busco su mano con la mía y es cuando me doy cuenta del anillo en su dedo y el bolso que tiene entre sus manos.

-Leí tu mensaje cuando metí el móvil en el bolso.

-Descuida.

Le tomo la mano para dirigirla hasta el auto, no me deja abrir la puerta así que sola rodea el vehículo y se sube a la par mía. Se coloca el cinturón de seguridad y sus manos se juntan sobre su regazo. Enciendo el motor del auto haciéndolo rugir mientras prendo nuevamente la calefacción.

-Así que ella es tu mamá.

-¿Tan mal te cayó? -Pregunta sin siquiera mirarme.

-No, oye, es muy linda.

Voltea la cabeza hacia mí para verme con sus ojos completamente abiertos de la impresión.

-Me refiero a linda de cálida y dulce, Oriana. -Me río de ella-. Sin ofenderla, pero creo que aquí la más linda eres tú.

-¿Quieres echar a andar el carro? -Dice avergonzada.

Largo una carcajada mientras aprieto el acelerador para salir de allí. Su cuerpo está completamente tenso en el asiento del copiloto, mis nudillos están completamente blancos alrededor del volante. Disminuyo la presión que ejerzo sobre el cuero negro y suspiro, ¿por qué tanta tensión? Ya a he visto, está al lado mío, vamos a pasar tiempo juntos. No tengo nada por lo que preocuparme ahora, solo por cuidarla y mantener una sonrisa en su rostro toda la noche.

-Tus ojos se ven aún más lindos cuando los delineas -digo.

Da vuelta su cabeza hasta quedar completamente fuera de mi vista y observa fuera del auto al pasar. Mi mano inquieta se posa sobre su rodilla y luego subo hasta encontrar sus manos que desarman el nudo para tomar la mía y entrelazar sus dedos helados.

-¿Tienes frío?

-Un poco -dice casi en un susurro.

Subo un poco más la calefacción del auto y me acomodo en el asiento. Paramos en un semáforo y aprovecho para echarle un vistazo, ella sigue viendo hacia afuera como si estuviera evitándome, como si no quisiera verme. Y por un momento me encuentro pensando que quizá se sintió obligada a venir conmigo esta noche por las supuestas cosas que ella me debe a mí por haber estado allí cuando nadie más estaba. Pero no, no me debe nada y no lo siento así. Yo solo quería hacerla salir de casa, pasar un momento lindo. Quizá no ha sido buena idea.

-¿Está todo bien, Ori?

-Todo bien, Juli.

-¿Quieres mirarme? -Pregunto poniendo el auto nuevamente en marcha.

-No, realmente no quiero hacerlo -dice casi riendo.

Déjate de tonterías, Julian. Está avergonzada nada más, seguramente sus mejillas están teñidas de rosa y sus ojos brillantes, por eso no quiere que la veas. Es una mujer, todas tienen esas cosas extrañas.

Llegamos al centro comercial en menos de veinte minutos. Buscar lugar en el aparcamiento es todo una complicación cuando uno sale con auto, por eso yo adoro a Mildred, mi moto. Pero, si sales con una chica y quieres que realmente vuelva a salir contigo, no se debe hacer uso de la moto. No creo que a Oriana le hubiera gustado mucho ponerse el casco de la moto cuando está tan perfectamente arreglada. Bajamos del auto luego de diez minutos de buscar aparcamiento hasta conseguirlo cuando una familia abandona el lugar en una camioneta gris. Oriana baja del auto con sumo cuidado y se arregla la ropa con sus manos antes de cerrar la puerta. Rodeo el auto y al llegar a ella su sonrisa se expande lentamente, aparta la mirada cuando la tomo de la cintura para atraerla hacia mí.

-Nunca nos saludamos. -No hace falta que alce mucho el tono de voz porque estamos muy cerca. Sus ojos delineados se alzan hacia mí y sus mejillas se tiñen de rosa en la oscuridad-. ¿Por qué somos tan extraños?

-Tú eres extraño -dice alzando una ceja.

Me río divertido y lentamente me acerco hacia ella para que mi chica invisible por instinto se acerque a mí y corte la distancia entre nosotros dos. Poso mi otra mano en su cintura y la aprieto contra mi cuerpo, sus dos manos se acomodan por encima de mis hombros y se cruzan detrás de mi nuca. Sonrío a mitad del beso haciéndola reír levemente antes de volver a juntar sus labios con los míos. Cuando nos separamos aparta la mirada de mí y se muerde el labio inferior.

-¿Tengo brillo labial rosa? -Le pregunto para aligerar el ambiente.

Se ríe muy divertida y alza la vista hasta mis labios. Una de sus manos se desata de mi cuello y con su dedo índice quita todo rastro de brillo de mis labios. Vuelve a reírse mientras me avisa que ya no queda nada. Le planto un beso fugaz dejándola avergonzada cuando me alejo.

-¿Tengo más?

Me empuja levemente y se ríe divertida. Tomo su fría con la mía y entrelazo nuestros dedos. Su otra mano va a parar dentro del bolsillo del saco, me da la impresión de que se está congelando.

-Ya vamos.

Tiro de su mano para hacer que comience a caminar en dirección a la entrada del lugar. Y porque hemos recorrido diez malditos minutos buscando un lugar para aparcar, ahora estamos lejos de la entrada principal del centro comercial, donde no pasa ni una mosca, en lo más alejado del lugar. Oriana aprieta mi mano con fuerza y pega el costado de su cuerpo contra el mío. Aprovecho el momento para soltarle la mano y pasar mi brazo por encima de sus hombros, se pega a mí como la hiedra y me abraza por la cintura.

Nada mal, Julian. Nada mal.

-¿Puedo decirte que te ves linda o vas a volver darme vuelta el rostro?

Se ríe sin desenroscarse de mí cuerpo y me estrecha más entre sus brazos.

-Tú también te ves lindo, Serrano.

-Tú te ves linda de sobremanera.

Refriega su rostro contra mi sweater y se ríe.

-Ya, tonto -dice avergonzada.

También me río y bajo mis brazos hasta su cintura.

Cuando llegamos a la puerta principal del centro comercial, Oriana se aparta de mí, pero me toma la mano. Sus ojos recorren el lugar de arriba abajo como si de una niña de la edad de Yoli se tratara. Busco su mirada con mis ojos y cuando la consigo le regalo una sonrisa, ella me la devuelve. Saco mi móvil para preguntarle a Maxi dónde diablos están él y su chica.

-Estoy aquí, Espíndola -digo cuando me atiende riendo por algo que realmente desconozco.

-Yo también estoy aquí, Serrano -dice en el mismo tono que yo he empleado-. ¿Nos encontramos en el patio de comidas?

-Vale.

Cuelgo la llamada y tiro de Oriana para dirigirnos hacia la otra parte del centro comercial. Veo a Maxi a lo lejos que agita su mano en el aire, Oriana baja la mirada en cuanto lo divisa y me obliga a retroceder dos pasos.

-Julian, creo que tenemos un problema.

Me detengo en seco al oírla hablar. Levanto su barbilla con las puntas de dos de mis dedos haciéndola que me mire, pero sus ojos se regodean con otra vista, no con mis ojos.

-¿Qué ocurre?

-¿Esa es Becca?

Desapercibida (Adaptada) / SIN TERMINARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora