Capítulo 59 parte 2 (Segunda Temporada)

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El segundo piso de la casa es un tanto extraño, no tanto por la cantidad de basura que pueden llegar a acumular dos adolescentes, sino por cómo están distribuídas las cosas y el modo en que viven. Un colchón en el suelo, tres almohadas, una pequeña mesita, un minibar, una heladera de dos por dos, botellas por doquier, ropa hasta en la ventana, olvídense de las cortinas y una manta.

—¿En serio llamas hogar a esto?

Se encoge de hombros cuando apoya la cabeza en el marco de la puerta.

—Ori, es lo que hay.

Doy dos pasos dentro de la habitación y volteo a verlo.

—Andas de broma, ¿verdad? —Cruzo los brazos sobre mi pecho—. Tienes una hermosa casa con tu madre.

Pasándose una mano por el cabello ligeramente húmedo, bufa.

—No comiences con eso.

Decido que no voy a hacerlo.

—No lo haré, pero bien sabes que tu mamá debe estar preocupada, quiere que regreses y te ama como nadie.

Rueda los ojos al salir de la habitación.

¿Y se supone que debemos dormir aquí? ¡Qué horror! Ni siquiera sé quién se ha acostado con Julian en ese mugroso colchón. Me acerco a la improvisación de cama y alargo el cuello para ver si puedo oler algo extraño, pero para mi sorpresa el perfume de Julian sigue inundando mis sentidos. Mejor aún.

—¿Segura no tienes hambre?

Asiento levemente a la vez que le regalo una pequeña sonrisa. Sólo quiero que volvamos a ser lo de antes, si tan sólo este tiempo no nos hubiera separado.

—¿Con quién te has acostado aquí?

Voltea a verme como si realmente estuviera loca al hacer esa pregunta. ¿Qué? Es lógico que ha tenido sexo con cuanta mujer se le haya cruzado por delante. Se rasca la nuca, señal de nerviosismo.

—No he dormido con nadie aquí.

No le creo, ¿quién podría creerle?

—Mmm... —Arrugo la nariz un poco—. ¿Cómo sé que eso es cierto?

Se encoge de hombros y haciéndose a un lado en la puerta me invita a salir. Sorprendida tomo la iniciativa creyendo que me invita a irme de la casa, cosa que parece totalmente lógica luego de haberlo acusado de dormir con varias mujeres en su intento de cama.

—La habitación de Dan es lo que se conoce como un cuarto de sexo.

Alzo ambas cejas cuando toma mi mano y me conduce a la habitación de al lado.

—No quiero ver na... —Cuando la puerta se abre siento mis entrañas queriendo retorcerse hasta salir disparadas por mi boca—. ¡Qué asco! ¿Ya ves por qué este hombre merece salir de tu vida?

Ríe levemente.

—Sólo le gusta divertirse.

Ruedo los ojos. ¿Realmente va a seguir defendiendo la inmadurez de ese chico? Hay por lo menos treinta condones usados en el suelo y olor a sexo en el aire, sin contar la cantidad de pequeñas bolsas de sustancias por todos lados.

—Es asqueroso. —Tiro de su mano para volver a la habitación, y cuando entramos él se encarga de cerrar la puerta—. Tengo sueño, así que voy a confiar en que no has dormido con nadie aquí.

Lo oigo reír.

—Confía en mí.

Suelto su mano lentamente cuando volteo a verlo. Es que aún no puedo creer que lo tenga enfrente una vez más, que nuestros cuerpos estén tan cerca y que de una buena vez hayamos hablado como corresponde. Camino un paso más cerca suyo y me inclino hacia delante abriendo los brazos de par en par, pronto me toma por la cintura para abrazarme como solíamos hacerlo, tan dulce, tan cálido...Tan perfecto. Sus labios rozan mi cuello cuando me alza en el aire para apretarme más contra su pecho haciendo que ría divertida.

—Te quiero tanto, Julian.

Me deja en el suelo tomándome por las mejillas y planta un beso en mis labios, a lo que no respondo en el momento por la sorpresa. Pronto su boca se abre, la mía responde al contacto y terminamos abrazados besándonos como si de verdad necesitáramos eso aún más que respirar, lo que creo quizá es cierto. Sus manos bajan lentamente por mi cuello hasta llegar a mi cintura y me pega aún más a su cuerpo, respondo metiendo las manos en su remera acariciándole la espalda con las yemas de mis dedos.

—¿Qué pasó con tus "te amo"? —Pregunta en un susurro sin despegarse de mis labios.

Creo que ese fue el sonido de mi corazón cayendo al suelo.

—Tiempo, eso pasó.

Gracias a Dios tengo los ojos cerrados.

—Yo aún te amo, Oriana.

Oírlo pronunciar mi nombre con la voz completamente quebrada hace que me sienta la persona más imbécil de todo el universo. ¿Es que no me canso de lastimar a los demás? Abro los ojos lentamente y llevando mis manos a sus mejillas me alejo tan sólo un poco.

—No dije que no te amaba, Julian.

Abre los ojos haciendo que tengamos el contacto visual más candente que jamás hayamos tenido. Sus ojos observan fijamente los míos con una intensidad feroz, triste y a la vez pasional, corto el momento intentando besarlo, a lo que responde alejándose un poco.

—Dijiste que sólo me querías.

Cierro los ojos uno segundos cuando niego con la cabeza.

—¿Qué pretendes? ¿Irte y dejarme sufriendo como una idiota? ¿Pretendes que me pase los días pensando en ti cuando tú ni siquiera estabas luchando por volver conmigo? ¿Pretendes que siga diciendo que te amo cuando ni siquiera sé cómo puedes reaccionar? No puedo estar esperándote toda mi vida, no puedo seguir fingiendo que entre nosotros está todo bien cuando ambos sabemos que no es así. Podemos seguir teniendo sentimientos el uno por el otro, pero no es lo mismo, la confianza no es la misma. Podemos perdonarnos e intentar volver a ser como antes, pero ¿sabes qué? No pasará.

Me alejo de él quitando sus manos de mi cuerpo.

—¿Estás diciendo que tengo la culpa de todo?

—No. Estoy diciendo que ambos dejamos que esta relación se arruinara. Tú te fuiste, pero yo te dejé ir. Y ese es el mayor error que he cometido en mi vida.

Sé que las lágrimas comienzan a saltarse de mis ojos cuando su cuerpo reacciona ante mis palabras e intenta acercarse a mí. Con una mano detengo su paso y con la otra seco mis mejillas, niego con la cabeza.

—Intentemos una vez más, déjame intentarlo una sola vez más.

—Por favor, sólo...

—¡Dijiste que no ibas a rendirte! ¡Dijiste que me amabas! Por favor tú. Por favor dime que estamos bien, no quiero más drama, no quiero verte sufrir y que tengas que estar fingiendo porque quieres verme a bien a mí. ¡Yo no estoy bien! ¿Y sabes una cosa? Eres la única persona que puede hacerme sentir mejor, pero ¡no! No lo harás, no lo harás porque yo en vez de hacerte bien sólo te hago sufrir.

—¿Qué clase de mierda estás diciendo?

—Hablo en serio, no voy a estar contigo si estarlo implica que estés sufriendo.

—Si estoy contigo...Si estoy contigo entonces estoy bien. —Mi voz se quiebra sin que pueda detenerla.

Niega con la cabeza.

Desapercibida (Adaptada) / SIN TERMINARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora