Capítulo 2 (Segunda temporada)

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"No voy a dejar que un sentimiento por ti me derrumbe."

Julian ni siquiera presta atención al profesor, lo único que hace es rayar su hoja por todos lados haciendo dibujos que ni siquiera él entiende. Mis ganas de hablarle se hacen cada vez más fuerte, pero al parecer a Julian no le pasa lo mismo, ni siquiera me dirige una mirada. Es como si nunca nos hubiéramos hablado antes, como si él no supiera mi nombre, como si nunca hubiéramos compartido un secreto.

-Podríamos anotar todos lo que nos gustaría hacer esta última mitad del año, ¿qué creen?

Algunos le responden, otros se limitan a asentir, pero todos estamos de acuerdo al decir que las clases del profesor Wayne son las más aburridas de todas, ni siquiera Educación Física es tan odiosa como Biología con este hombre barrigón y pelado.

-¿Me prestas una hoja? Desperdicié la última que tenía.

La voz de Julian me sorprende y hace a mi corazón latir desbocado. Tan frío, tan distante. Las ganas de llorar me inundan por completo, pero no puedo dejar que él note lo que causa en mí, así que me limito a asentir y arranco una hoja de mi block para pasarle. Sin verme a los ojos me agradece y coloca su nombre en el extremo izquierdo de la hoja prestada.

-¿Pueden hacerlo en parejas? Sería mejor.

-¿Y yo? -Pregunta Maxi al fondo.

Julian voltea para reírse de su mejor amigo y luego vuelve la vista a la hoja para colocar mi nombre debajo del suyo. Por lo menos no se ha olvidado cómo me llamo, es un punto positivo para mí.

-Puedes ser con las chicas delante de ti -le responde Wayne.

Julian desliza la hoja hasta mi parte del banco sin buscar mis ojos con los suyos para conectar, simplemente deja la lapicera sobre la hoja.

-¿Quieres escribir tú? Tu letra es más entendible.

Una sonrisa forzada se escapa de mis labios haciendo que recuerde las veces que compartimos apuntes y tareas porque Julian no se entendía su propia letra, yo tomaba notas por él. Las veces que nos juntamos a hacer tareas y ahora solo podemos compartir un pedazo de papel porque él está obligado a sentarse conmigo.

-Bueno. -Asiento mientras hablo.

Julian comienza dictando las cosas que le gustaría hacer esta segunda mitad del año y yo agrego lo que yo cuando Julian toma un descanso para pensar un poco. Me acomodo las mangas de mi campera sobre mis muñecas cuando el filo de la mesa raspa con mis cortes más recientes haciendo que me arda. Julian no lo nota.

-Está bien así, nadie ha escrito tanto.

Asiento levemente y reviso la ortografía de nuestros pedidos, luego busco mi móvil en mi bolso y mando un mensaje.

"¿Qué crees? Tengo a Julian sentado a mi lado" -Oriana.

"¿Es en serio? Maldita sea, ¿te habla?" -Luci.

"No, está sentado a mi lado por castigo. Hace como si ni siquiera hubiéramos sido amigos alguna vez. Duele mucho, ¿sabes?" -Oriana.

"Más vale. Maldito seas, Julian." -Luci.

Guardo el móvil dentro de mi bolso y suspiro.

-¿Tú mamá te manda textos? -Se ríe Julian.

No sé si tomarlo como una broma o como una burla.

-No era mi mamá -digo fríamente.

-Iba sin intención de ofenderte.

Una broma, genial.

-Está bien.

-Sólo que mi mamá no entiende que cuando estoy en el colegio no puedo hablar con ella por textos y siempre manda. Por eso... quizá tu mamá tampoco entendía.

Le sonrío forzosamente y me obligo a apartar la mirada de sus ojos color miel que tanto amo, con los que sueño cada noche, cada vez que cierro los ojos. Tomo mi block de hojas y lo guardo en el bolso tirando sin querer una lapicera al suelo. Me apresuro para tomarla golpeándome en la muñeca derecha con el borde de la silla de Julian. Maldigo en voz baja cuando siento el familiar ardor de la sangre saliendo de los cortes.

-Carajo.

Julian se hace hacia atrás en su silla y bosteza muy ajeno a la sangre que corre en mi muñeca. Me asusto fácilmente al ver que pueden darse cuenta todos de lo que escondo bajo las mangas y meto la mano al bolso en busca de un pañuelo descartable o algo por el estilo, pero no logro encontrar nada que pueda llegar a parar la sangre o simplemente limpiarla, hasta el receso, o sea, media hora.

-Mierda, mierda, mierda -murmuro.

El ardor y el miedo me lleva a tener ganas de llorar al instante. En otro momento podría haber recurrido a la ayuda de Julian, pero ahora simplemente no quiero que se de cuenta de los cortes en mis muñecas y menos que se están abriendo en estos momentos dejando correr la sangre por mi brazo.

-¿Puedes quedarte quieta, por favor? -Pregunta el chico que ocupa el asiento detrás de mí.

Asiento sin expresión alguna en la cara llamando así la atención de Julian. Maldita sea, Julian, no me mires.

-No he tenido oportunidad de hablar contigo en serio y ya que este hombre solo dice estupideces, quiero preguntarte algo -dice sin vacilar.

Bien, definitivamente no sabe por lo que estoy pasando en este momento, no tiene ni la menor idea y eso puede ser de ayuda, más o menos. Solo tengo que distraerlo de mis muñecas y mi bolso, donde tengo escondida la mano

-Dime. -Intento verlo a los ojos, pero no puedo concentrarme en una conversación sintiendo que voy a desangrarme-. Te escucho.

-¿Eres feliz?

Tengo la muñeca sangrando, ¿eso responde a tu pregunta?

Su mano dibuja imaginariamente en la mesa de madera que compartimos. Por un momento olvido todo lo que he sentido cuando pensaba que a él simplemente ya no le importaba mi existencia y me doy cuenta que debe de haber estado planteándose esa pregunta hace varios días.

-No preguntes eso, ¿vale?

Sus ojos buscan los míos.

-¿Lo eres?

-La felicidad no existe -le digo en un susurro.

Caigo en la cuenta de que el brillo de sus ojos ya no existe, que la sonrisa luminosa se ha extinguido y que ya no es el mismo chico que estaba conmigo hace un mes atrás.

-Si que existe, Oriana.

Niego lentamente con la cabeza. Un gemido de dolor se escapa de mi boca cuando me toco la muñeca para sentir si sigue sangrando o no.

-¿Estás bien? -Pregunta al verme cerrar los ojos con dolor.

-Esa maldita pregunta.

Se queja en silencio como si se estuviera maldiciendo por haber preguntado eso y luego se queda callado por unos segundos hasta que, al parecer, baja su mirada a mi bolso.

-¿Qué carajos te ocurre a ti? -Pregunta en un asustadizo susurro-. Necesitas ir a la enfermería.

Abro los ojos para advertirle con la mirada que no hable más fuerte de lo que ya lo hace.

-¿Te has visto es?

-Cállate, Julian.

-¿Qué ocurre?

-Nada, nada, solo olvídalo.

Sus ojos asustados buscan los míos con desesperación como si la sangre en mis muñecas le diera mucho miedo y se preocupara.

-Oriana, lo sigues haciendo.

-¿Pretendías que todos mis problemas se fueran contigo? Si, lo sigo haciendo y no está en mis planes dejar de cortarme. Solo ignórame como has estado haciendo todo este mes.

Desapercibida (Adaptada) / SIN TERMINARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora