Capítulo 52

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[Mataron 3/5]

"I just wanna be with you."

-¿Vas a estar bien?

Asiente levemente y esboza una suave sonrisa.

-No pasa nada.

-Deja de cortarte, cariño. Llámame si necesitas algo, pero no quiero que te cortes, ¿si?

Asiente nuevamente, sus ojos se apartan de los míos. Me pongo de pie, ella hace lo mismo y me acompaña hasta la puerta, no habla, no dice siquiera una palabra. Matheo nos ve bajando las escaleras y comienza a hablar como un loro, con su voz chillona y alegre. Quizá Matu y Yol se llevarían muy bien. Llegamos a la puerta, Oriana toma el picaporte para abrir y de repente ambos saltamos hacia atrás, la puerta se abre del otro lado y el que parece ser el hermano mayor de mi chica invisible se para delante de nosotros.

-¿Te asustaste? -Se ríe.

Oriana solo niega con la cabeza y traga saliva con nerviosismo. Lucas nota mi presencia y alza la barbilla en mi dirección. El chico parece un oso.

-Julian, Lucas. Lucas, Julian. -Hace las presentaciones mientras aprieta las uñas contra las palmas de sus manos.

-¿Y él es?

-Un amigo del colegio -respondo. Tiendo mi mano hacia él.

Con una sonrisa rebajadora la toma y la aprieta con fuerza. Asiente levemente mientras cierra la puerta detrás de él.

-¿Y qué hacen en casa? Tendrías que estar cuidando a Matu.

-Eso hice, Lucas. -Aprieta sus dientes-. A diferencia de ti que lo dejas solo.

Marco hace amague de tirarse sobre ella como si fuera a golpearla, pero se aleja y se limita a insultarla por lo bajo.

-¿Lucas? ¿Puedo jugar con mis juguetes en tu habitación? -Grita Matheo saltando en el sillón.

-Bájate de allí, primero.

-¿Pero puedo?

-No.

Lucas nos esquiva y comienza a subir las escaleras pisando fuerte. Oriana se abraza a si misma viendo a la nada. Miedo, eso es. Sus ojos reflejan miedo y los pelos de sus brazos erizados reflejan exactamente lo mismo. Lucas intimida a Oriana y ella le tiene un miedo horroroso. Matheo parece decepcionarse de él y yo solo quiero golpearlo. Si en este momento tuviera que decir cómo de bien me cae, es un menos veinte en la escala del 1-10.

-¿Estás bien?

-Tú y esa maldita pregunta. -Finge una risa.

Para muchos podría haber sido creíble esa risa y mueca de felicidad, yo no me la creo ni voy a fingir que lo hago. Tiro de ella para abrazarla, sus brazos rodean mi cintura y su rostro se esconde en el hueco de mi cuello.

-Nos vemos mañana.

Asiente con un ruido de su garganta.

-Tienes mi número.

Nos separamos. La veo asentir y le planto un beso en su suave mejilla, me sonríe desganada. Abro la puerta, doy media vuelta y me encuentro con Matheo espiando detrás del sillón como si nadie pudiera verlo. Lo saludo con mi mano, él se esconde, pero me saluda desde allí atrás. Oriana se ríe y cuando me aseguro de que Lucas no está a la vista y Matu está detrás del sillón, le planto un suave beso en los labios y salgo rápido de la casa.

Me monto en la moto y observo a Oriana que mordiéndose el labio inferior y negando con la cabeza, cierra la puerta principal. La enciendo haciendo rugir el motor y como siempre, antes de partir, le hablo como si fuera una vieja amiga. Me incorporo al tráfico rápidamente.

La noche comienza a caer lentamente sobre la ciudad, las primeras estrellas brillantes aparecen para decorar el oscuro cielo. El frío baja y se apodera de mi cuerpo haciendo que deba acelerar el motor para llegar antes de morir congelado en el camino.

-¿Cómo va el colegio?

-Por decimacuarta vez, papá, muy bien.

-Bueno, es que pareces no estar convencido de lo que dices.

-Lo estoy.

-¿Seguro?

Ruedo los ojos a la vez que muerdo el lápiz rosado de Oriana.

-Si, papá, seguro.

Mi papá se ríe detrás del teléfono y luego parece hablar con alguien más.

-¿Vienes a casa para las fiestas?

-¿Fiestas? Uh, no sé. Mamá va a enojarse.

-Siempre pasas las fiestas con ella, Julian.

Ruedo los ojos una vez más. El lápiz recorre todos mis dientes inferiores ida y vuelta. Me tiro hacia atrás en la silla revolviendo mi cabello varias veces.

-Hablaré con ella, ¿vale?

Todos los años es lo mismo, la misma discusión y el mismo resultado. Mamá no tiene con quién pasar las fiestas, papá tiene otra familia, pero a él siempre le ha gustado causar problemas cuando de fiestas se trata. Por otro lado, debo aclarar y defender que este año no solo tengo a mi mamá en Capital para celebrar, sino también a mi mejor amiga, o como se le llame a una niña adorable con sonrisa perfecta.

-Yol quería hablar contigo, pero se quedó dormida en el sillón. Mañana le diré que te llame.

Me río enternecido.

-Vale, dile que me llame mañana a la tarde. Los extraño.

-Nosotros a ti.

-Hablaba de Yoli y Ian.

La risa áspera de papá resuena divertida.

-Broma, también a ti, papá.

-Sabes que puedes venir cuando quieras.

-Por más que quiera verlos a ustedes, no puedo dejar sola a mamá.

-Tú y la obsesión por cuidar y proteger a tu madre.

Nos quedamos callados en un silencio incómodo. Debería tirarle un par de palabras haciéndolo sentir mal, si yo debo cuidar de ella es porque alguien más no lo hizo, quizás.

-Voy a dormir.

-Ve. Te quiero.

-Yo a ti.

Corto la llamada sin decir una sola palabra más. Apoyo el teléfono sobre el escritorio seguido de mi frente sobre el filo de la madera, mis ojos se cierran lentamente. Debo ir a la ducha, debo ir a la ducha, pero mis pies no responden y necesito dormir urgentemente. Como si mi vida se fuera en ellos, apago la luz y me tiro sobre la cama para conciliar un profundo y oscuro sueño, así vestido, con zapatillas y sin antes haberme duchado.

Desapercibida (Adaptada) / SIN TERMINARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora