Capítulo 39 (Segunda Temporada)

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"All I need is someone who can stay no matter how hard it is to be with me."

Como de costumbre el tiempo pasa extremadamente rápido, eso lo sabemos todos. Y en menos de lo que canta un gallo, si es que pudo siquiera abrir la boca, ya estábamos en vacaciones de primavera, son sólo dos semanas, pero los adolescentes de hoy en día creen que son las mejores dos semanas del planeta porque tienen la posibilidad de embriagarse y andar desnudos por las costas americanas. En mi opinión, eso no es disfrutar al máximo, es solo volverse demasiado loco, a mí me va más lo tranquilo, no tanto alcohol y menos porno, claro que si, definitivamente menos desnudez.

Lo que tengo planeado para mis vacaciones es una buena pila de libros románticos y mis auriculares, música en inglés de la buena. Por más aburrido que suene, es el paraíso para mí. Creo que llevo dos años alejándome de las fiestas y la gente, ¿por qué el tercero debería ser la excepción? Si bien mi edad indica que debería estar por allí andando de fiesta, prefiero leer y meterme en el mundo de la música en vez de enfiestarme y beber alcohol con gente desconocida que muy pocas veces volveré a ver. Así que elijo mis libros antes que el alcohol, los audífonos antes que la ropa de moda, y la computadora entes que las fiestas.

¿Creían que era así de fácil elegir libros, computadora y música? Pues no lo es, ¿me explico? Mi mamá cree, más bien sabe, que estoy depresiva y que necesito salir, mezclarme con gente de mi edad aunque eso implique drogas o desnudez. A mí no me agrada la idea de que ella sepa, como toda mi familia bien sabe también, que soy un maldito ente anti-social. Por lo que simplemente me excuso con "no me gusta salir" adornados de sonrisas bobas y despreocupación por mi parte.

—La idea no me agrada, pero mamá va a obligarme.

—¿Y no pueden venir ellos? —Murmuro metiendo el dedo en la mermelada.

—No, siempre vienen ellos y andan supuestamente cortos de dinero. —No lo veo, pero sé que finge comillas con los dedos —. Yo tampoco quiero irme.

Me chupo el dedo untado en mermelada cuando suspiro acomodando el taburete cerca de la barra.

—¿Una semana? —Pregunto consternada.

—Una semana sin ti.

Bufo.

—Qué horror.

Siento su tierna risa del otro lado de la línea, vuelvo a meter el dedo en el frasco de mermelada de frutilla y me lo llevo a la boca.

—Podemos hacer camarita por las noches

—Eso suena depravado.

—Lo es.

Largo una risotada justo cuando mamá aparece en la cocina con una pila de ropa húmeda entre sus brazos y me dedica una tierna sonrisa.

—¿Sabes? Leí un libro en el que sucedía algo así.

—¿Estás diciendo que te excita la idea?

—No lo sé, está mi mamá mirándome con cara de boba desde el otro lado de la cocina, no puedo pensar en ello.

Julian ríe divertido cuando mi mamá ofendida se retira de la cocina, pero como sé que lo más probable es que esté espiando detrás de la puerta, cierro el frasco y lo vuelvo a dejar en la nevera antes de subir haca mi habitación.

—Bueno, ¿Cuándo te vas?

Lo oigo carraspear.

—Mañana por la mañana.

Me detengo delante de la puerta de mi habitación dejando caer la mano en mi regazo con fuerza, frunzo el ceño.

—¿Y no pensabas decirme nada?

Desapercibida (Adaptada) / SIN TERMINARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora