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Emily Kelley...

Cuando desperté mire mis brazos que estaban conectados a los aparatos, había una enfermera, no me salía la voz para hablarle, recordé todo lo que pasaba con Cris y nuevamente volvieron a salir mis lágrimas.

— Erick. — fue lo único que dije mientras lloraba y la enfermera se acerca.

— No llores, debes estar tranquila.

En ese momento sentía algo extraño en mi cuerpo y comencé a sacarme todo de mis brazos y de mi pecho, entrando en un estado de locura que la doctora directamente hace entrar a alguien. Santiago se acerca y me abraza mientras acariciaba mi pelo.

Ey tranquila princesita, estoy contigo, quédate tranquila, no temas que voy a quedarme a tu lado y todo estará bien. — lo abracé llorando.

— Mira como te lastimaste los brazos sacándote las cosas. — y mire cómo sangraba mis brazos.

La enfermera se acerca, me limpia y vuelve a conectarme  y ata mis manos a la misma camilla.

— No tienes porqué atar sus manos. — dice Santiago.

— Es por seguridad y precaución para que no vuelva a suceder lo mismo.

La enfermera se fue dejándonos solos.

— ¿Y Erick? — pregunté.

— Se fue a tomar un café con tu mamá, acá en el buffet.

— ¿Cristián? — dije susurrando.

— Él no vino, no sé mucho de eso, pero no te preocupes por eso ahora. — y volvieron a caer otras lágrimas. — Entiendo que te duela la situación con Cristián, se nota que lo amas bastante y que te hizo mucha ilusión está relación con él porque era algo que ambos deseaban.

— Al parecer solo yo deseaba eso.

— Te prometo que si llegas a perdonar a Cristián, voy a mandar a Bella a una empresa de Los Ángeles pero más lejos, que solo pueda venir algunos fin de semanas.

— Él tiene que aprender a respetarme, no alejar a cualquier chica que se le acerque.

— Hija, el problema es Bella, has visto que hasta en lo de Nash tuvo problemas, la echaron todo, con Nash casi se separaron por los problemas.

— Gracias en serio, por estar en todo momento conmigo.

— Eres mi niña pequeña, te quiero mucho.

— Te quiero papi. — dije inconscientemente y él me abraza y justo entra Erick con Mariana.

Erick se acerca a mi y me mira raro.

— ¿Por qué mierda la ataron? — pregunta dejando mis manos libremente.

— Mira sus brazos. — dice Santiago. — aparentemente cuando despertó entró en una crisis y empezó a sacarse todo y me hicieron entrar, luego le limpiaron los brazos y volvieron a conectarla y ataron sus manos por seguridad.

Mi Última Razón ©✓.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora