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Charlize:

Doy las últimas pinceladas de retoque a la pintura y retrocedo para ver el resultado, mi espalda golpea el torso de uno de los chicos de la tripulación.

La mayoría se ha ido llegando a la cubierta para ver mi avance, incluso Walter quien suele estar encerrado en su lugar de trabajo.

Y Frederick también esta aqui.

—Ya esta, la termino.—Murmura Walter y todos celebran con alaridos, logrando que ría.

—Definitivamente nuestra capitana tiene talento.—Pronuncia Cole.

Jerome me sujeta de los hombros.—Es toda una artista.

—Y en un barco.—Comenta Uriel, las aguas han estado tranquilas asi que eso también ayuda.

—¿Cuál será tu próxima pintura?—Pregunta Frederick y me vuelvo sorprendida hacia el, es la primera vez que no hay un tono malhumorado en su voz.

El nota mi sorpresa y se sonroja, enseguida se cruza de brazos fingiendo fastidio y mi sonrisa crece.

—¿Podrias pintarme a mi?—Pregunta Jim y hace una pose con su violín.—¿Qué tal esto?

—¿Por qué a ti?—Protesta Jerome.—Pínteme a mi, capitana, soy el más atractivo para pintar que todos estos.

Comienzan a protestas y las risas no faltan.

—¡No pierda su tiempo con ellos, capitana, pínteme a mi!—Grita Jared desde el timón, mi mirada se dirige a el, encontrando a Dorian fuera de la cabina.—Una con el timón.

También hace una pose graciosa, pero se endereza al encontrar a un Dorian de brazos cruzados y el ceño fruncido.

Los chicos discuten sobre quien será el elegido de mi próxima pintura, hasta que...

—¿¡No tienen nada que hacer?!

Los chicos se enderezan y levantan la mirada hacia las escaleras, donde se encuentra su capitán.

—¡Dejen de perder el tiempo y hagan útil ese tiempo!

—¡A la orden, capitán!—Responde en voz alta y empiezan a correr a sus puestos.

Me rio y mi mirada encuentra la de Dorian.



(***)




Recojo las pinturas que dejé en el suelo del camarote, cierro las botellas con las tapas y limpio los pinceles en un recipiente pequeño con agua, los dejo reposar y vuelvo a recolectar las pinturas, algunas se me esparcen cuando las botellas caen por descuido mío.

—Dios.—Las levanto de nuevo

Mis manos se manchan de nuevo y suelto un pequeño gruñido de molestia.

La sombra en la puerta me hace levantar la mirada, encontrando a Dorian de pie apoyado en el marco de esta.

No dice nada, solo ingresa y se inclina a ayudarme con lo que queda.

—No, te mancharas.

—Estas labores no son para ti.

—Puedo levantar esto fácilmente, Dorian.—Pronuncio quitándole una de las botellas y veo las marcas de colores en sus manos.—Lo ves, ya te manchaste.

Atada al Error ( #1 Jóvenes casaderas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora