Parte 55.- Aled Last (de Mandalore) - La carpeta negra

25 4 1
                                    

La afilada garra del duende Kishmir se introduce en la cerradura de la puerta, haciendo girar el metal de los microseguros que resguardan a quien esté ahí dentro.

Click

"Es una suerte para nosotros que nuestro espía sea alguien de fiar", rememoro sus palabras.

Las coordenadas que nos trajo la lechuza nos enviaban a Nueva York, a la sede de reunión de la ONU con Palpatine. Decidimos venir a Castle Combe porque creímos que aquí estaría la clave para deducir ese mal elaborado acertijo. Porque creímos que quizá había una oportunidad.

Click

Pero... es como si alguien ya nos esperara. Como si supiese que veníamos precisamente a este lugar. Si mi conjetura es correcta, se trata de alguien en extremo calculador, tanto como... como el mismo Palpatine.

Click

"Espía..."

"Nosotros..."

¿A quiénes se refiere? ¿Quién está detrás de esa puerta? Y no puedo evitar, que los nervios me invadan. El sudor escurre desde mi cuello hasta mi pecho debajo de la armadura. Si fue Darth Sidious quien orquestó todo esto, entonces estamos yendo a nuestra tumba, hemos mordido el anzuelo.

¿A qué hemos venido? ¿Qué...? ¿O quiénes nos esperan?

Click.

La puerta de madera de la diminuta cabaña rechina, para dejarnos pasar... hacia nuestra esperanza... o nuestra perdición.

Un diminuto halo de luz se refleja en mi casco para después mostrarme dos corpulentas piernas casi cubiertas por un largo y voluminoso abrigo negro.

--Sean bienvenidos.

El piso se estremece, con los pasos de las botas de este hombre. Sus manos se entrelazan por detrás, de modo que no sé si tomarlo como una mera formalidad, o como una intimidación.

--Señor Harry Potter... es un verdadero honor. Aunque he de decir que no lo esperaba con este... caballero plateado escoltándolo.

--Será mejor que vayamos directo al grano –respondo.

El hombre deja ver tras de su prenda oscura, una camisa amarilla vieja, mientras se acerca a mí, viéndome a los ojos, perforando con su presencia incluso la protección psicológica que el visor de mi casco me brinda.

--Es cierto, no podrán confiar en Kishmir y en mí si no les damos las razones para hacerlo. Así que permítanme esclarecer este malentendido –él aclara su garganta, antes de proseguir--. ¡Oigan! ¡Niños! ¡Está bien! ¡Pueden salir! ¡Miren quién vino a rescatarnos!

La madera madera cruje un poco por los pequeños pasos que vienen hacia nosotros. Dos cabelleras pelirrojas se dejan ver en los cuerpos de un par de niños, quienes tras salir de su habitación, quedan perplejos ante los rostros que están viendo.

--¿Tío Harry? –pregunta la niña.

Potter baja la guardia por completo, arrodillándose frente a las dos personitas que ve frente a él.

--¿Hugo? ¿Rose? ¡Muchachos! ¿En serio están aquí? –trata de espabilarse de este golpe sorpresivo que acaba de recibir, al mismo tiempo que estos niños corren hacia él para abrazarlo.

--¡Tío Harry! ¡Por fin! ¡Por fin pude hacer un pequeño Patronus! –se emociona la chica.

--¡Pudimos! –complementa el chico--. ¡Y apenas!

Si algo he aprendido es que un momento emotivo, es el momento perfecto para que tu adversario acabe contigo; alguien debe permanecer en guardia mientras Potter disfruta.

Heartstopper  ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora