Parte 21.- Harry Greene (Planeta Zombi) - Masacre de Acromántulas

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No sé por qué está prohibido el "Bosque Prohibido". Los árboles son grandes y crean una oscuridad impresionante, igualito que en cualquier bosque no mágico que yo haya conocido.

Las hojas secas y pequeñas ramas crujen con cada pisada. El olor a pino, fresno y tierra mojada me llega con facilidad incluso con los mocos en mi nariz.

Deposito el portafolios de Neville Longbottom en el suelo para finalmente abrirlo. ¿Qué cosas guardará el profe ahí?

--¡¿Lograron convencer a Longbottom para que les prestara eso?! ¿En serio? –Draco se arrodilla junto con Harry Greene de Gryffindor y yo.

--Eh... diría yo que se hartó tanto de nosotros, que nos dio algo para entretenernos.

Samantha, Elle y Tao cuidan su distancia. Por lo que me contaron sobre esas serpientes asesinas, ahora procuran no acercarse al portafolios de ningún profesor.

Pero creo que preferían venir con nosotros al bosque que quedarse con Hagrid montando guardia con los dragones y el pegaso para cuidar a los basiliscos.

La maleta de Neville se abre. Y en su interior hay varios frasquitos de cristal. Cada uno con objetos de varios colores. Algunos son líquidos extraños, otros son plantas, eso sin mencionar algunos insectos muertos embalsamados. Cada uno etiquetado perfectamente.

--¡Miren eso! –grita Harry Gryffindor--. Aquí hay branquialgas, extracto de un árbol de sauco, plumas de hipogrifo... y... ¡No juegues!

El pequeño Mini-Me saca un frasquito lleno de algo que parece oro líquido brillante. Desde lejos, apenas alcanzo a ver lo que dice: "Suerte líquida".

--¡Ahora sí los exámenes me la van a...!

--¡Suelta eso en este momento! –le grita Malfoy apretándole la mano hasta casi romperle los dedos.

--Profesor, pero...

--¡Ayudé a Longbottom a embalsamar, cortar y preparar todo lo que hay en esta maleta! ¡Todos son ensayos y errores! ¡Si beben algo de esto no sabemos qué les pasará! ¡Debieron haber roto su paciencia para que se atreviera a entregarles todo esto! ¡Y ahora entiendo por qué!

--Profe no sea grosero porfi –trato de razonar con él.

Pero Draco solo sigue gritando y regañándonos como un viejo cascarrabias. Harry Gryffindor apenas puede contener la carcajada. Creo que oficialmente somos la pareja más molesta de todo Hogwarts.

Y no sé por qué me siento orgulloso por eso. Siento que el único que puede entenderme y al mismo tiempo sacarme de quicio es esta versión en miniatura de mí: este Harry Greene de Gryffindor.

Él único que sabe que de vez en cuando me como los mocos. El único que sabe que tengo un día especial solo para planear los chistes que voy a decir en algún momento. El único con el que puedo compartir cosas que no me atrevo a compartir con nadie más.

--¡Bola de idiotas! –nos grita Samantha--. Si ya terminaron con su rabieta, creo que hay algo que deben ver.

Los gritos se calman. El profesor Malfoy solo se acomoda su largo y sedoso cabello. Casi parece que cierra los ojos para autodeleitarse con su belleza; ¡claro que le hace honra a su vanidad!

Samantha, Tao y Elle comienzan a descender por lo que parece ser la bajada de un pequeño montículo. Yo vuelvo a cerrar el portafolios, con Harry Greene Gryffindor y Draco adelantándose a la escena.

--Por... Dios... --dice Samantha Brown.

Elle abraza a Tao, como si estuviera intentando evitar que éste entrara en pánico por lo que estaban presenciando.

Los árboles están bañados con una infinidad de hilos blancos, perfectamente entrelazados los unos con los otros para formar algo que incluso a mí me pone los pelos de punta: Telarañas.

El imponente tejido algodonoso cubre una gigantesca superficie. Enredados entre estos hilares, algunas esferas amarillentas parecidas a huevos, parecen haber roto su cascarón del tamaño de un automóvil.

Dios santo. Las arañas a veces me asustan. No puedo imaginar seres de este gigantesco tamaño.

Y en el medio de todo este escenario, aparecen sus cadáveres...

Las arañas gigantes cubiertas de un vello marrón y carmesí que llega a la punta de cada una de sus patas, están volteadas hacia arriba. Cientos de ellas, completamente inmóviles.

En algunas de ellas, parte de la carne de su abdomen fue arrancada.

Otras presentan marcas de dientes en algunas de sus extremidades.

--Quiero irme de aquí... --chilla Tao.

--¿Quién... hizo esto? –Elle se inclina a apreciar el cuerpo de una de las arañas más pequeñas. La mitad de su cuerpo ha sido aparentemente... masticada.

--Mordidas... Desgarros... ¿Fueron los infectados blackwing?

--Pareciera que sí –le respondo--. Solo hemos visto esta brutalidad de violencia en ellos. Pero si eso fuera cierto... ¿No deberían estas cosas haberse convertido en arañas zombi?

A lo lejos algo se escucha...

Es un galope...

¿Un caballo tal vez?

--¡Todos detrás de mí! –dice Draco preparándose para un combate.

--¿Es el pegaso? –pregunta Harry Gryffindor.

--No es Aramis...

Y entonces, delante de todos nosotros aparece algo que jamás en mi vida creí ver.

El cuerpo de este ser es un caballo desde la cintura para abajo, sin embargo, su torso es el de un... un hombre.

La imponente musculatura desnuda de su espalda carga un enorme arco, apenas visible por el largo de su cabello negro, que cae hasta adornar sus voluminosos pectorales y marcados abdominales.

Y en su hombro... unas pequeñas patitas se asoman. La forma de la criaturita más pequeña que descansa sobre él, es idéntica a la de las arañas muertas que tenemos a nuestras espaldas.

--¡Maldita sea! ¿Ahora un centauro? ¿Cuántos seres de este tipo hay? –pero nadie parece hacer caso a la pregunta de Samantha.

Todos estamos perplejos frente a este magnífico... ¿Hombre?

Y detrás de este centauro, una doncella hermosa, que me hipnotiza con sus ojos azules, se postra también delante de nosotros, mostrando un hermoso cuerpo equino en lugar de las clásicas piernas humanas.

¡CRACK! ¡CRACK!

Los árboles a espaldas de ellos comienzan a romperse, para aparecer añadido a estos seres, una figura humanoide gigantesca. Sus brazos y piernas con muy robustos y su voluminoso estómago apenas está cubierto por un chaleco de tela, que es apenas más llamativo que el imponente mazo de cinco metros que carga en una de sus manos.

Las pezuñas de estos seres se hunden en el pasto. Y de su cintura, el centauro varón extrae una especie de papel amarillo, doblado perfectamente en un rollo.

--No temáis, amigos míos. Que hemos venido en paz, a ofrecer nuestra ayuda, así como a suplicaros un poco de la vuestra.


Heartstopper  ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora