Parte 39.- Aled Last (de Mandalore) - Para mi viejo amigo

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Quisiera decirte esto...

A ti...

Mi viejo y querido amigo...

Espero que los Jedi tengan razón. Quiero que la tengan.

Los últimos trozos de lasaña se enfrían al mismo tiempo que la cera de las velas se derrite. Los vasos de agua están casi vacíos y los platos con apenas unas pocas sobras. Solo queda una diminuta rebanada de la tarta que la señora Molly Weasley y su esposo prepararon para nosotros.

"Dispara al corazón de la oscuridad"

Curiosamente, la frase en esa carta me recordó mucho a ti.

Siempre me lo pregunto. ¿Habrías gritado como un loco tras ver la caída del Imperio? No... supongo que no. Te habrías puesto a hablarme de errores en las maniobras de la Alianza Rebelde en la Batalla de Endor, o a especular por qué Darth Vader traicionó al Emperador Palpatine mientras leías un buen libro.

--Aled ¿Fijaste el objetivo a Castle Combe?

Sí... ese... eras tú Dae Sung Jun. Para Jabba el Hutt un simple esclavo al que no dudó ni un segundo en quitarle la vida para castigarme. Para mí... eras Daniel Jun, la persona a la que después de la muerte de mi madre y mi hermana en Mandalore, le abrí mi corazón por primera vez. La persona que sin un arma afilada o un refinado bláster, logró solo con sus besos traspasar mi armadura hasta llegar a lo más profundo y vulnerable de mi ser.

--Sí, señor Potter. Iremos a baja velocidad para evitar que nos detecten los Destructores Estelares. Pero le aseguro que llegaremos en cuestión de máximo una hora.

--Te lo agradezco compañero –dice Harry Potter volteando su melancólico rostro hacia su esposa Ginny y sus hijos.

Un abrazo de despedida.

Creo que lo más doloroso de estas situaciones es la incertidumbre que traen consigo. La señora Ginevra Weasley debe estarse preguntando si éste es el último abrazo que le dará a su esposo; si moriremos emboscados por las tropas de Palpatine, los infectados de Blackwing o por una horda de Dementores errantes; si ésta fue la última cena familiar que podrán saborear antes de que, por mero capricho, Darth Sidious decida usar la Eclipse II para borrar todo este mundo.

--Aled, querido... --se dirige hacia mí la anciana Molly con sus dedos entrelazados y los ojos llorosos. Coloca sus manos sobre mis hombreras.

--¿Señora Weasley? –respondo desconcertado.

--En el poco tiempo que te he conocido sé lo que estás pensando. Te aíslas de todos nosotros, prefieres no hablar con nadie, pero tus sentimientos no tienes por qué ocultarlos; tienes aquí personas en las que puede confiar.

Ella me abraza, y yo apenas levanto los brazos para corresponderle. Aunque me agrade ver el cómo esta gente grita de alegría al ver a sus familiares vivos, o me entristezca el verlos llorar de dolor cuando se enteran que no logramos salvar a sus seres queridos, el que alguien se muestre tan afectivo conmigo, me molesta un poco.

--El camino así es, señora Weasley. No me lo tome a mal, pero se equivoca respecto a mí. No soy la clase de persona que se involucra con las personas a las que ayuda; por mucho que haya quienes me demuestren afecto, no puedo, no quiero ni debo considerarlos una familia. Se trata de un poco de caridad acorde a mi credo y nada más.

Ella solo sonríe, asintiendo.

Es más que obvio. Sabe que miento.

Por alguna razón, los Weasley saben ver perfectamente a través de toda esta máscara, su calidez es... bueno... llega a asustarme la precisión con la que me comprenden.

Heartstopper  ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora